Capítulo 40: He sido un capullo.

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Llega el sábado. Marta está nerviosa. Muy nerviosa. No sabe de que quiere hablar Àlex. Pero no se hace ilusiones de que sea nada bueno. No después de lo que pasó casi un mes atrás.

Las chicas no ayudan. La vuelven aún más loca. Es que son increíbles.

-Avisa a que hora viene para irnos antes de que llegue que ese en cuanto llegue te empotra.
-Venía para decirme algo.
-Claro. A decirte que se la pones dura y quiere hacerte suya.
-Necesitas un buen polvo Almudena. Estás muy mal.
-Habló la que se está muriendo por que sea verdad lo que te estoy diciendo.
-Anda vete ya. Déjame tranquila loca.

Las chicas se van de vuelta a la habitación y ella se queda sola pensando en que podría querer decir Àlex.

Y justo antes de llegar la hora de comer da señales de vida el catalán.

Responde lo antes que puede y se muere al oír la voz del chico al otro lado de la línea telefónica.

-Hola. Esto... Acabo de llegar a Madrid.
-Hola. ¿Vas a dar una vuelta o vas a venir?
-Supongo que comeré algo por ahí y luego Nos vemos.
-No seas bobo. Puedes comer aquí, a las chicas seguro que no les importa.
-¡¡CLARO QUE NO!! ¡¡QUE VENGA, QUE VENGA!!

Se aparta el teléfono para recriminar al Almudena pero oye reírse a Àlex.

-Vale. En un rato estoy ahí. No te mueras en lo que llegó.
-Más bien será que no me maten estas. Hasta ahora Àlex.

Cuelga y se da la vuelta sabiendo que ya tiene detrás a Claudia y a Almudena.

-¿Qué ha dicho?
-Que os va a hacer pedazos y os va a comer crudas y todo.
-No seas satánica.
-Y tú idiota.

Àlex acaba llegando y al oír el timbre las tres chicas se matan por abrirle la puerta. Vaya locas, sobre todo Claudia y Almudena.

-Hola.
-Hola guapo, yo soy Almudena. Tu hermano no habrá venido también, ¿no?
-Encantado. Y no, no querido venir.
-Pues aquí como que sobro un poco. Entra, tranquilo. Como si fuera tu casa. Que lo será pronto...

Esa última parte la susurra pero los otros tres la pueden oír perfectamente.

-No le hagas mucho caso a esa loca. Está muy mal de la cabeza. Yo soy Claudia.
-Encantado. ¿Como vas?

Claudia se queda con una cara de imbécil integral y sin saber que decir.

-Se refiere al embarazo Clau.
-Ahh. Pues bien.
-Me alegro. Esto... ¿Dónde...?
-Vete al sofá. Ahora te aviso cuando acabe con la comida. No tardo mucho, lo prometo. Que seguro que tendrás mucha hambre.
-Un poco, pero sin prisa ehh. Que yo con cualquier cosa me conformo.
-Vale.

Marta sigue con la comida y termina enseguida. Llama a comer a todos y a la hora de sentarse en la mesa no sabe dónde hacerlo. Pero las chicas se le adelantan y se sientan una al lado de la otra, así que sólo quedan dos sitios, uno al lado del otro. Se tendrá que sentar al lado de Àlex.

Aún no han terminado de sentarse a la mesa y ya están protestando las chicas.

-¿Qué es esto?
-Pechuga. No estás ciega Almu.
-¿Y la lasaña que ibas a hacer?
-Mañana o está noche o cuando te dé la gana, me apetecía algo más ligero.
-Pero si de las tres eres la única que va a bajarlo hoy mismo.
-No soy un mago Almudena, no puedo hacer como si no hubiera comido.
-Quizás no, pero yo después de comer me voy. No quiero oirte cuando tú y ese...
-¡¡ALMUDENA!!
-No digas que no. Lo estás deseando.
-No estoy deseando nada. Bueno sí, pero sólo saber que es eso tan importante que tiene que decir. Y tras decirlo se irá y ya está.
-Eso no te lo crees ni tú.
-No se va a quedar.
-No molestaré mucho, lo prometo.

Marta y las chicas se giran para ver a Àlex en la puerta de la cocina apoyado y riéndose.

-Ven, siéntate y sirvete todo lo que quieras.
-Eso te incluye a ti, ¿no?
-Almudena no te lo repito más. Para.
-Vale, vale.

Àlex se ríe y luego empieza a comer. Claudia y Almudena a mitad de la comida desaparecen y los dejan solos, con la peor escusa del mundo.

-Me disculpo por ellas. Están fatal de la cabeza.
-No. No pasa nada.
-¿Prefieres hablar ya o después de comer?
-Si me dejas esa opción preferiría hablarlo con más calma después.
-Vale. Pues comamos.

Siguen comiendo sin decir una palabra hasta que Àlex da por acabada la comida y se levanta. Marta hace lo mismo y lo sigue, ya recogerá los platos y eso más tarde.

Acaban en el sofá sin hablar ninguno de los dos.

-¿Está bien tu hermano?
-¿Marc? Sí. Está muy bien.
-¿De que querías hablar?
-Es difícil. No sé como decirlo.
-¿Te ayudo?
-No creo que puedas.
-Àlex dilo. Estamos solos aquí. Nadie más te va a oír.
-He sido un capullo contigo Marta.
-¿Qué?
-Qué tuve miedo a que me dijeras que no, que tú no sentías lo mismo, que preferí decir que sólo había sido un polvo. Un calentón del momento. Que lo fue pero para mi no fue sólo eso. Marta aunque en las fotos no lo parezca llevo semanas mal. Me equivoque, y la cague. Y mucho, lo sé. Así que no espero que me perdones, ni nada parecido.
-Por favor, sin rodeos Àlex. ¿Qué quieres decir con todo esto?
-Qué desde el primer momento en que te vi. Ese día en Cervera cuando nos chocamos. Desde ese día Marta no puedo quitarte de la cabeza. Te has vuelto mi necesidad para vivir. Ya ni la moto ni nada me hace feliz, no si tú no vas a estar a mi lado. Me gustas Marta. Y me gustaría intentar algo contigo. Aunque entendería que no quisieras.

Marta se queda mirándolo. Sin saber que responder o como reaccionar a eso. Para nada se esperaba algo así. No se esperaba que Àlex le soltara así de golpe que sentía algo así por ella. Ni imaginarselo.

Me Llaman Pistolas (MLLP 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora