Katniss y yo estuvimos enfadados una semana más hasta que decidimos que era hora de disculparse con el otro, casualmente a la vez. Al volver de la universidad me permití ponerle nombre a los gatos antes de regalarlos. Frenchie me ayudó. Los llevamos al veterinario y nos dijeron que eran cuatro hembras y un macho. Benjamin, que así se empeñó la niña en que este se llamara, se lo quedó ella, con el consentimiento de Jane. Frida se la dimos al doctor Aurelius, mientras que a Sistema, Brújula y Pomelo se las quedó una vecina de cerca de la escuela. Por lo demás, Buttercup debió quedarse tranquilo, porque recuperó sus mañanas de estirarse al sol en el jardín y de pedir la comida con fuertes maullidos en la puerta de la cocina.
-¿Se puede? - Llamó Katniss a la puerta del dormitorio, pasada esa semana, asomando la cabeza. Yo estaba leyendo.
-Claro que se puede. Es tu habitación.
-No, es la de los dos - Dijo ella, entrando y sentándose encima de la cama, de piernas cruzadas, frente a mí. Estaba molesto con ella a pesar de que ya hubiera decidido pedirle perdón, así que seguí con la mirada puesta en el libro, aunque pendiente de ella -. Peeta, lo siento - Me dijo -. Lo siento mucho. Esta es la casa de los dos. Yo no debería decidir siempre lo que hacer… Deberíamos hacerlo los dos.
Yo levanté la mirada.
-Yo también quiero pedirte perdón. He vuelto a presionarte con el tema de los hijos.
-No, bueno - Dijo ella rascándose la cabeza - Es verdad que llevamos ya un tiempo juntos, que estamos establecidos, que podríamos criar a un niño, pero es que…
-Ya, Katniss. Sé que no quieres.
-Peeta, eres la única persona del mundo con la que tendría un hijo. Si no lo tengo contigo, nunca seré madre. Pero es que no me veo capaz de serlo.
-Has cuidado bien de Frenchie. Cuidas bien de ella, eso es una prueba de que te equivocas.
-No - Negó con la cabeza -, sabes que no me refiero a eso. Sabes a lo que me refiero. A que traer un niño al mundo es exponerlo a todos los peligros posibles. Hemos visto el horror en primera persona, Peeta… ¿No te da miedo que tengamos un niño y le pase algo?
-Claro que sí - Dije, cerrando el libro -. Pero en ese caso nosotros tampoco habríamos nacido. Imagina que nuestros padres hubieran pensado "No tendremos hijos por si les pasa algo". Venga, Katniss. ¿Para qué vivir, si vamos a morir? ¿Eso me estás diciendo?
Me miró triste.
-No lo sé. No quiero arriesgar una vida.
-No te lo tomes a mal, Katniss, pero quizá tu miedo sea egoísta y no te des cuenta. A lo mejor te da más miedo sufrir tú si algo malo ocurre.
-Pues quizá. Mira, estoy hecha un lío. Tengo veintidós años, está claro que no voy a ser madre ahora. Pero ni ahora ni nunca. No siento ese instinto necesario.
-¿Y qué sientes? ¿Sientes algo de lo que se necesita para ser madre?
-Siento amor. Siento muchísimo amor por ti. Estoy muy, muy enamorada de ti, Peeta. Siento que tengo al hombre perfecto para ser el padre de mis hijos, el hombre más maravilloso que existe. Pero eso no es suficiente. Yo… No sé si sería capaz de afrontar un parto. Ni nueve meses de embarazo, con las posibles complicaciones. Ni siquiera sé si podría concebirlo…
-No eres infértil, Katniss. Lo sabrías, o el médico te lo habría dicho.
-Ya sé que no soy infértil, Peeta. Pero…
-Katniss, ahora quizá sea muy pronto, pero… ¿Imaginas lo que sería un hijo de los dos? Sería alucinante.
-Claro que sería alucinante.
-¿Por qué no te lo piensas entonces? Hasta Buttercup es padre, Kat…
Por un momento estuvo callada, mirándome, y tuve la esperanza de que cambiaría de opinión. Pero, en lugar de eso, se echó sobre mí y me besó.
-Te quiero - Me susurró al oído -. Quítate ese jersey y esos pantalones, anda.
Yo, como siempre, caí como los idiotas y no pude hacer más que sonreírle y dejarme llevar. Ella ejercía sobre mí un poder más fuerte que mi propia voluntad, o quizá era que mi voluntad nunca dejaba de ser querer estar a su lado.
Un rato después, creo recordar que un rato bastante largo, le acariciaba el vientre y le besaba el ombligo.
-Tenías razón - Me dijo -. Hemos mejorado mucho en esto.
Yo la miré desde aquella parte de su cuerpo y le sonreí.
-Ay, no - Dijo, tirando de mí hacia arriba para que la besara -. Esa sonrisa no.
Me besó y me besó, era genial sentir cómo sonreía mientras eso pasaba, y después me eché sobre su hombro y la miré.
-Quiero tener un niño contigo, Katniss.
Simplemente me miró, parpadeando un poco. No dijo nada más.
Su vigésimo tercer cumpleaños llegó pocos días después, y allí fue donde me anunció algo totalmente inesperado.
-Peeta, he decidido que quiero matricularme en la universidad para estudiar Biología y Botánica.