Nadie llora porque si

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La preparación de nuestra boda se convirtió en un caos en los siguientes tiempos. Durante las siguientes semanas a nuestro compromiso, Effie se emocionó tanto que antes de que hubiera pasado un mes, la mitad de las cosas ya estaban organizadas. Nosotros queríamos casarnos de manera sencilla, sin mucha gente, pero se corrió la voz y al menos en cuanto a la fiesta de después de la ceremonia, tuvimos que permitir que viniese todo el que quisiera. El distrito entero se volcó en nosotros. Se notaba que la gente estaba feliz de que los amantes trágicos pasaran por fin a ser los esposos felices.

A Katniss nunca le había gustado ser femenina. Me había contado mil veces cuánto había odiado que en las galas de los Juegos hiciesen que se peinara, maquillara y vistiera como una princesa, cuando ella se consideraba perteneciente a la naturaleza, a lo salvaje. Estuvo varios días absolutamente convencida de que no se iba a casar con uno de esos vestidos blancos de novia, pero Effie se encargó de discutir con ella sobre eso.

-Hay que pensar en tu vestido, tus zapatos, el maquillaje, el pelo, la ropa interior…

-¿La ropa interior?

-No querrás casarte con tu ropa interior de siempre, Katniss.

-La verdad es que me da exactamente igual con qué ropa interior casarme, Effie. Nadie me va a ver las bragas.

-Peeta lo hará.

-No quiero ser grosera, Effie, pero a estas alturas Peeta ha visto de mí mucho más que mis bragas.

-Olvídalo, Katniss. Es un día muy, muy, muy importante, así que tienes que estar especial.

A pesar de las quejas, y a pesar de la insistencia de Effie también, Katniss se negó rotundamente a vestirse de novia. Al menos, hasta la mañana en que Annie llegó a visitarnos a casa. Trajo con ella dos cosas. Una, a un Finnick que se dedicó a leer todos los libros sobre botánica y biología que Katniss guardaba. Y dos, algo que ella no se esperaba.

-Esto me lo dieron cuando terminó la guerra - Dijo -. Me dijeron que lo guardara, que conmigo sobreviviría. Que te lo diese si algún día te casabas.

Y sacó un precioso vestido blanco de encaje, tan blanco como las nubes después de salir el sol tras la lluvia. Effie trató de hacer que yo no lo mirara, porque según ella era la tradición, pero no le hicimos caso. Katniss se quedó sin palabras. Lo tocó con una mano tímida.

-Es precioso, Annie… 

Ella le sonrió.

-Cinna lo hizo, Katniss. Él estaba convencido de que algún día Peeta y tú llegaríais a casaros.

-¿Cinna? - Dijimos todos a la vez.

-Sí. Cinna.

Katniss se emocionó, lo cual era rarísimo en ella. Cogió el vestido para verlo bien. Era una verdadera obra de arte, completamente hecho a mano, con mangas, largo hasta los pies y con un poco de vuelo a partir de la cintura. Se me caía la baba de imaginar a Katniss con eso puesto. Debía ser… La novia más bonita del mundo.

Empezamos a pensar en la comida de la fiesta. Delly estaba mucho mejor y la convencí para que volviese a la panadería y se distrajese volviendo a trabajar. No quería que se hiciese a la idea estúpida de que era una inútil por estar en silla de ruedas. Después de mucho repetirle que ella era igual de útil y valiosa que siempre, me hizo caso y Kate, Jane y ella me pidieron que dejase que prepararan toda la comida del banquete. Yo quería encargarme de hacer la tarta, eso fue lo único que les pedí.

Volvía de la panadería pocos días después y encontré a Katniss llorando en el dormitorio.

-¡Katniss! ¿Qué te pasa, cariño? No me asustes - Le dije, corriendo hacia ella y sentándome a su lado en el borde de la cama - ¿Qué pasa? - Me miró y me cogió la mano.

-No estoy llorando de tristeza, Peeta - Me dijo - Estoy llorando porque sí.

-Pues me tranquilizas. Aunque uno no llora porque sí. ¿Qué te pasa?

Me miró de la manera más extraña en que me había mirado nunca.

-Peeta, mi amor - Dijo -. No quería decírtelo hasta que fuera oficial, pero ya lo es. Me he quedado embarazada.

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