Por la mañana, temprano, fueron los chillidos de Finnick los que nos despertaron. Como Annie no sabía que dormíamos juntos, nos había preparado dos camas individuales que nosotros nos encargamos de juntar.
-¿Y mi regalo? - Preguntaba, mientras intentaba meterse con nosotros en la cama. Yo me desperecé como pude y le hice sitio en medio de los dos. Katniss se llevó una mano al corazón, asustada.
-Ay, Finn - Dijo, todavía sin saber bien dónde estaba - ¿Pero qué haces despierto a estas horas?
-Es que quiero lo que me prometiste, Katniss - Repitió, dedicándole una sonrisa melosa mientras se tapaba con la sábana.
-Dáselo ya, Kat, que quiero dormir... - Sollocé yo, aún en siete sueños. Ella suspiró con resignación y se levantó de la cama. Buscó en la maleta y sacó un paquete cuadrado envuelto en papel amarillo.
-Toma, Finn - Y se lo entregó al niño, que lo abrió rápidamente.
-¡Qué chulo! - Dijo, mientras lo miraba. Yo levanté la cabeza y vi que era un libro en cuya cubierta lucía el título "Jardinería y Botánica avanzadas".
-¿Te gusta?
-¡Muchísimo! Cuando sepa leer va a ser guay - Dijo entusiasmado. Le dio un beso a Katniss en la mejilla.
-Katniss, cómo le regalas eso al niño...
-Le gustan las plantas, déjale en paz.
-¡Se lo voy a enseñar a mamá! - Y saltó de la cama para salir corriendo de la habitación.
Yo miraba a Katniss con incredulidad.
-No me mires así, le ha gustado - Y dicho eso, se tumbó de lado en la cama y se volvió a dormir. Tuve la momentánea sensación de que estaba molesta conmigo, pero tenía tanto sueño que no le di importancia.
Algunas horas después, me desperté con el sol bien alto en el cielo y lo primero que comprobé fue que Katniss no estaba. Escuché voces en el piso de abajo, así que me vestí, hice la cama y bajé a la cocina, donde efectivamente estaban desayunando. Annie tenía la discusión con Finnick, que no quería beberse la leche.
-Me va a volver loca - Decía, mientras Katniss le quitaba al niño una magdalena de la mano y le señalaba el vaso - ¿Por qué se comporta peor cuando hay invitados? Me tengo que ir y voy a llegar tarde, Finnick.
-No quiero desayunar, quiero ir a jugar.
-No irás a jugar hasta que hayas desayunado, Finnick, y lo sabes - Aseguró Annie.
-Déjamelo a mí, Annie, yo me encargo de que se tome toda la leche - Dijo Katniss.
-No, Katniss, es un desastre. No habrá manera de convencerle más que castigándole. No se merece el libro que le has regalado.
-Déjamelo a mí, Annie - Insistió Katniss, sentándose al lado de Finnick - Y vete a trabajar tranquila. Se lo va a tomar todo, porque si lo hace, Peeta y yo le llevaremos con nosotros a la playa, ¿verdad, Finn?
-¡Sí! ¡Sí, por favor! - Se entusiasmó el niño.
-Pues entonces ya sabes lo que hay que hacer. Misión vaso de leche, Finnick. Vete, Annie, vete - le murmuró Katniss a Annie con un gesto, que sorprendida cogió el bolso y salió por la puerta, mirándome a mí con desconcierto.
Se me hizo raro ver a Katniss convenciendo fácilmente al niño de que desayunara, sin provocar protestas, y de que después subiera a vestirse para ir a la playa los tres juntos.
-Pareces una madre - Le dije, cuando Finnick salió corriendo a ponerse el bañador, mientras yo me comía mi tostada. Me miró con reproche y siguió fregando lo que habíamos utilizado para el desayuno.
-Déjame eso, anda - Le dije, apartándola en el fregadero - Y dime qué te pasa. No te hagas de rogar.
-No me pasa nada - Dijo ella, cruzada de brazos detrás de mí, enfurruñada como siempre - Pero que sepas que, ya que últimamente hablas tanto de hijos y de madres, tengo una interesante información para ti.
No me esperaba aquella frase y me di la vuelta.
-¿Cómo?
-Los niños se hacen teniendo sexo - Soltó.
Esa frase en su boca me descolocó tanto que se me resbaló un vaso de cristal de las manos y casi se parte dentro del fregadero. Ahora lo entendía todo, Katniss estaba molesta por lo que había pasado la noche anterior. O mejor dicho, por lo que no había pasado.
-No me lo puedo creer, Katniss - Le dije, cerrando el grifo y volviendo a mirarla - ¿Estás enfadada por lo de anoche?
Ella cambió su tono al hablar.
-No estoy enfadada - Me aclaró -, pero me sentí un poco ridícula. En fin, ha sido la única vez que le he hecho caso a mis impulsos y tú me has rechazado.
Yo me reí.
-Katniss, el día en que yo te rechace ya podrás mandarme al manicomio del Capitolio para que no regrese nunca más.
-¿Entonces? - Me dijo, con pena.
Yo miré a mi alrededor y bajé la voz.
-Pues que... Primero, yo me puse nervioso. Tengo la misma experiencia que tú en eso, o sea, ninguna. Y segundo, no creo que la casa de Annie sea el lugar más adecuado... Con el niño y todo... Y además no me esperaba que tú quisieras eso - Katniss me miró con incredulidad - Bueno, quiero decir, que no creo que eso se te fuese a ocurrir así tan... Pronto.
-Peeta, yo no sé lo que quiero. Te quiero a ti. Eso solamente fue un impulso, no te obsesiones. Esas cosas...
-Ya, que surgen solas, pero...
Pero nos tuvimos que callar porque Finnick entró a la cocina, más que dispuesto a la aventura.
Pasamos un buen día en la playa, construimos castillos de arena y nos bañamos montones de veces. A la vuelta, Katniss se reía de mí mientras llevaba al niño en brazos.
-Tienes las mejillas rojas. Te has quemado - Decía, haciendo que Finnick me señalara y también se riera. Yo me toqué la cara y noté que me dolía.
-Ahora hablamos de tu precioso moreno playa, Kat.
-Pero no te enfades, tonto, si estás muy guapo - Se me acercó y me besó. Yo casi nunca me enfadaba con ella, pero desde luego merecía la pena fingirlo.
-¡Sois novios! ¿Sois novios, vosotros? - Dijo Finnick, al vernos besándonos.
-Un poco, Finn - Dijo Katniss. Llamamos a la puerta y no nos esperábamos que nos fuera a abrir quien lo hizo.
Era Johanna.