Hablé largo y tendido con Haymitch sobre la reconstrucción de mi panadería. Me ofreció varias veces una copa, pero yo la rechacé, no solamente porque yo nunca había bebido alcohol ni tenía intención de hacerlo, sino porque además me pareció que las once de la mañana no era el momento más adecuado del día para ingerir anís en cantidades Haymitch (la "cantidad Haymitch" era una expresión que yo utilizaba para referirme a unidades grandes o desproporcionadas, sobre todo en lo que se refería a líquidos). Hablamos sobre que lo más oportuno sería buscar ayuda para las obras, pero yo indiqué que primero seguramente me costaría trabajo adquirir de nuevo las escrituras de propiedad del terreno. El papeleo, como ya he dicho, se había vuelto un caos desde el fin de los conflictos bélicos.
Después de un rato, Haymitch se dedicó a dar de comer a Katniss y Peeta y yo me marché, dándome cuenta de que era la hora de almorzar. Sería mejor que le echase un vistazo a Katniss para comprobar que no tiraba la comida por el desagüe. No era la primera vez que lo hacía.
Encontré abierta la puerta de la calle y me asusté. Entré despacio. No había rastro de Sae, ni siquiera de Buttercup. Estaba a punto de llamar a Katniss para comprobar que se encontraba en casa cuando escuché su voz. El sonido provenía de la habitación contigua al salón: el estudio. Sonaba alterada y me acerqué. Mis nudillos rozaban ya la madera cuando me quedé quieto de golpe. Katniss no estaba sola.
-Quita esa cara de víctima, porque no lo eres. ¡No lo eres! ¿Me oyes? - gritaba, dentro de la habitación - No sé si alguna vez me recuperaré, pero tu presencia no me ayuda, como bien comprenderás.
Y al escuchar la voz masculina que le respondió, sentí un vuelco al corazón: era Gale.
-¿Y tú, me comprendes a mí? - decía él, con un deje de tristeza en la voz.
-¿Quieres que te comprenda? Mataste a mi hermana, idiota, mi hermana Prim, ¿te acuerdas? Pues está bajo tierra por tu asquerosa culpa.
-Catnip, yo...
-¡No vuelvas a llamarme Catnip! ¡Lárgate de mi casa!
-No me iré hasta que me escuches. ¿Por qué me culpas? Entiendo que tengas que pagar el sufrimiento con alguien, pero yo jamás habría hecho daño a Prim deliberadamente, no sé cómo desconfías de mí de una manera tan descarada.
Escuché a Katniss reír con amargura.
-Me das asco - dijo, con rabia - Tú y todos los que habéis tenido que luchar en la guerra. Asco. Y en especial Coin. Incluso más que el propio Snow. Se suponía que Coin quería ayudar, y fue la más hipócrita de todas las personas que nos involucramos en aquello. Mi hermana seguiría viva de no ser por ella.
-Y lo comprendo. Coin no tenía buenas intenciones. Pero tú también has matado, Katniss.
-¿Cómo puedes utilizar los Juegos para justificarte?
-No lo hago, pero es la verdad.
-¡Yo maté en defensa propia, maté porque tuve que sobrevivir, y lo sabes de sobra!
-¿No te estás justificando tú ahora?
-¡Eres un cerdo!
-Probablemente, pero no quiero que las cosas entre nosotros queden así, ya te lo he dicho. Ya te he dicho que yo no sabía que Coin iba a utilizar la bomba contra unos niños y menos que entre esos niños iba a estar Prim.
-¡Es que las cosas entre nosotros ya no existen! ¡Y no me creo una sola de tus palabras! ¡Tú mataste a Prim! ¡Y tú te largaste al 2 sin ni siquiera venir a pedirnos perdón a mi madre y a mí! ¿Para qué vienes ahora? Si lo que quieres es escucharme decir que te perdono, por aliviar tu conciencia, nunca lo haré.
Hubo un silencio.
-Está bien, supongo que tienes razón - Dijo Gale, finalmente - No necesito pedir perdón por lo de Prim, porque creo que me conoces lo suficiente para saber que no fue culpa mía, ni para saber cuánto lo siento.
-¿Y si Prim no hubiera muerto? ¿Lo sentirías por todos los demás niños que murieron en el bombardeo?
Otro largo silencio.
-Me voy, Katniss, no sé si volveré al 2 o...
-No me importa lo que hagas. Simplemente vete. No quiero volver a verte nunca más.
Yo supuse que la conversación había terminado y me aparté de la puerta rápidamente, con la intención de aparentar que me encontraba en otra habitación. Corrí a sentarme en el sofá del salón y tres segundos después Gale salió de la casa como una exhalación, dando un portazo y sin darse cuenta de que yo me encontraba al otro lado del pasillo.