Blanco

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Haymitch me miró con su típico sarcasmo.

-Si no dejas ese pie quieto, vas a acabar haciéndole un agujero al suelo - Me dijo, sentado frente a mí. Yo, con los brazos apoyados en las piernas y las manos sujetando mis mejillas, le ignoré y resoplé.

-Cariño, no le hagas caso - Me dijo Effie, a mi lado, acariciándome el pelo - Es normal que estés nervioso.

-Lo que no es normal es que llevemos tanto rato aquí y no nos digan nada - Dije yo, girando la cabeza hacia la derecha. Era mi gesto desde hacía más de media hora. Katniss se había puesto de parto hacía varias, y no me habían dejado entrar con ella a la habitación en donde se suponía que estaba. No sabía si mi hija estaba naciendo o si ocurría alguna otra cosa. El caso es que estaba más nervioso que durante la cosecha en la que fui elegido, más nervioso que antes de las entrevistas, más que cuando Katniss me besó en la cueva, más que el día de mi boda, más que en toda, toda, toda mi vida. Además, estaba enfadado. No sabía en qué lugar refugiarme para no sentir aquella mezcla de euforia y rabia. Solo sabía que quería estar con Katniss y ver por fin a nuestra niña, y que no podía esperar más.

-Ella es fuerte - Dijo otra voz. Anne, la que se había quedado con nosotros en casa después de una fuerte discusión mía con Katniss, en la que por una vez yo había adoptado la opción de la terquedad y no había permitido que se marchara. Era la abuela de mi hija, ante todo y ante todos -, así que no te preocupes. Estarán examinándola, y a la niña. Te avisarán para que entres con ella cuando vaya a dar a luz.

-¿Cómo estás tan segura de eso? - Le dije yo, mirándola desde mi sitio.

-Porque eres el padre y no creo que no te dejen pasar si todo está bien. Entiendo de estas cosas.

-Hubiera preferido que hubieras atendido tú el parto, Anne. Confío en ti y además estaría mucho más tranquilo.

Ella sonrió.

-No estés tan seguro de que yo te hubiera dejado estar con Katniss todo el tiempo - Dijo, yo esperaba que bromeando.

Me levanté y empecé a caminar por el pasillo, de un lado a otro, hasta que volví a sentarme y a morderme las uñas mientras no le quitaba ojo a la puerta del fondo.

-¡Peeta! - Me regañó Effie - Tú no te muerdes las uñas. No empieces ahora.

-Estoy de los nervios. Necesito saber algo ya.

-Vas a ser padre…

-O lo estoy siendo y no me estoy enterando.

-Tranquilízate, chico - Dijo Haymitch - Aprovecha que todavía te queda algo de tiempo para no levantarte en medio de la noche a calmar llantos…

-Claro, tú lo haces tanto, Haymitch - Dijo Effie, con Simone abrazada.

-¡Lo hago!

-No discutáis ahora, por favor. Estoy teniendo una hija.

-Y yo una nieta.

-Peeta, ¡el médico!

Efectivamente, el doctor Aurelius salió por la puerta del fondo y se me acercó. Me puse de pie de golpe y antes de que dijera nada, me calmó.

-Eh, no te preocupes, Katniss y la niña están bien.

-¿Pero ya ha nacido?

-No, todavía no. Le falta muy poco para dilatar lo suficiente y que la niña salga. Vengo a llamarte porque no deja de pedir que te dejemos estar con ella. Así que vente por aquí.

No me lo podía creer. Miré a los demás, que me sonrieron, y corrí detrás del doctor Aurelius a través de la célebre puerta del fondo. Después de otro pasillo y otras dos puertas, llegamos a la habitación de Katniss.

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