Un brindis por ti

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Cuando recuerdo ese momento de mi vida, parece que estoy viendo a Katniss diciendo aquella frase, frente a mí, con los ojos húmedos en la penumbra de nuestro dormitorio. Creo que siempre será el recuerdo más nítido de toda mi vida. Y desde luego, uno de los más felices.

-Te estás quedando conmigo - Le dije, temblando de miedo.

-No, no me estoy quedando contigo, Peeta. Esta misma tarde el médico me lo ha confirmado: estoy embarazada de dos semanas y media.

-¿Pero cómo vas a estar embarazada? ¿Y la discusión? ¿Y la pastilla?

Katniss frunció los labios. Yo me había quedado completamente en blanco.

-Después de volver del Capitolio y de que me pidieras que nos casáramos, estuve pensando un poco y decidí que no habíamos sobrevivido para dejar que el miedo dominase nuestras vidas. Que protegeríamos a nuestro hijo con nuestra vida. Y como confío en eso y no soy una cobarde… Y como te quiero tanto, Peeta… Y como sé que tú me quieres tanto a mí… Dejé de tomarme la pastilla.

-¿Dejaste de tomarte la pastilla? ¿Después de todo?

-Sí. Hace tres semanas que dejé de tomármela.

-¿Y te has quedado embarazada tan pronto? ¿Esto es en serio?

-Se llama juventud, Peeta… El médico dice que es normal que me haya quedado embarazada tan rápido, dada nuestra edad. No quería decírtelo porque quería que fuera una sorpresa, y para que te dieras cuenta, cuando ocurriera, de que no lo hago por ti. Lo hago por los dos. Y por este niño. Por los tres. Bueno, ¿di algo, no? Estoy terriblemente asustada, confusa, a la vez eufórica, no sé qué pensar…

Lo único que yo hacía era mirarla. Después, ocurrió algo tan simple como que nos unimos en un abrazo largo, muy largo. Sentíamos que habíamos llegado al final de una larga marcha. Que por fin teníamos nuestra recompensa.

-¿No vas a decir nada?

-Es que no me lo puedo creer. Esta es la culminación de todo, Katniss. Cómo te quiero.

Me besó dulcemente y yo le toqué la barriga despacio. No sé qué esperaba sentir, si por aquel entonces nuestro hijo debía ser de un tamaño más pequeño que el de una gota de agua. Pero aún así, estaba vivo, allí mismo, creciendo. Y era de los dos. De mi Katniss y mío. Algo perfecto.

-¿Notas algo? - Le pregunté, sin apartar la mano de su vientre.

-No. Noto que me duele el pecho, me siento un poco más sensible de lo normal… Pero sobre todo tengo miedo.

-Eh, pues eso tiene que terminar. ¿Te das cuenta? Vamos a ser padres. Ahora en esta casa solo puede haber amor y alegría. No sé cómo voy a aguantar los meses que quedan para cogerle en brazos.

-Yo tampoco. Solo cuando pueda sujetarle me quedaré tranquila.

-¡Hay que hacer muchas cosas! Preparar su cuarto, pensar su nombre, comprarle juguetes y ropa…

-Peeta, ni siquiera sabemos si va a ser un niño o una niña. Hay tiempo.

-No puedo tomármelo con calma. Estoy demasiado contento. Ven, corre, tenemos que ir a decírselo a todo el mundo - Y la agarré de la mano y la llevé hasta casa de Haymitch y Effie, después hasta la de Delicate, hasta la de Jane. Se reía y se dejaba hacer. Creo que aquella noche, haciendo planes, no dormimos en absoluto. Katniss acababa de convertirme, oficialmente, en el hombre más feliz que existía en el mundo.

El hecho de ser padre. Recordaba perfectamente la época en la que mi cuerpo empezó a desarrollarse. Mi voz y mi constitución dejaron de ser las de un niño, experimenté sensaciones y sentimientos completamente nuevos. La adolescencia para mí fue difícil como lo es para todo el mundo. Pero cuando uno cumple quince o dieciséis años y está empezando a acostumbrarse a su nuevo aspecto y pensamientos, a su nueva etapa vital, no es consciente de que todo eso significa, en realidad, que la naturaleza le está preparando para en un futuro ser padre. Por eso, cuando yo veía a Katniss todos los días, después de saber que estaba embarazada, cuando la miraba, pensaba en lo maravilloso que era todo aquello en realidad. Porque el ser humano está preparado para hacer cosas extraordinarias, pero la más extraordinaria, paradójicamente, es la más arraigada al propio ser. Crear una vida. Pensaba en todo eso, en cómo el ser humano había evolucionado para crear un mundo tan artificial, a través de mecanismos tan complejos, pero cómo para crear vida lo hacía regresando al estado primitivo, al natural, a ese en el que ni siquiera las ropas eran necesarias. La evolución me parecía algo muy pero que muy curioso.

Y hablando de todo eso, Katniss, cerca de ser bióloga, había cambiado su matrícula para terminar el último año de su carrera a distancia. Pretendía hacerlo antes de que el niño naciera, porque después quería estar con él de forma continua.

-No pienso dejarle solo ni un momento - Dijo -. No solo porque es un niño pequeño y hay que cuidarle durante todo el tiempo, sino también porque necesito hacerlo. Necesito entregarme a mi nueva labor como madre.

Yo le recordé que no era necesario que dejara de dar clase en el colegio, que si ella quería seguir trabajando allí, yo dejaría de hacerlo para cuidar del niño, pero ella insistió - De momento seguiré dando clase en la escuela, a pesar de que empiezo a sentirme un poco pesada.

Una anécdota divertida se sucedió de ese hecho. Cuando Katniss empezó a tener tripa y sus alumnos más pequeños le preguntaron si iba a tener un niño, ella les dijo que sí, y ellos insistieron en que les explicara cómo había hecho para tener un niño en la barriga.

-He intentado explicarles el tema de una manera natural y comprensiva, pero no sabes lo difícil que es hablarle de estas cosas a unos niños de seis años.

Nos casamos pronto. Katniss ya empezaba a tener problemas para entrar en el vestido, pero pudo hacerlo. Ya lo creo que sí. Cuando la vi aparecer por el salón, en donde habíamos puesto las sillas y las flores para la ceremonia del tueste, la tradicional en el distrito 12, con el vestido blanco de encaje que Cinna le había hecho, con el pelo recogido a medias y del cuello colgando la pequeña perla que le había regalado en la playa del Vasallaje… No me imaginaba que Katniss había hecho encadenar la perla, pero ese detalle me encantó. No puedo decir que estaba preciosa, porque estaba deslumbrante. Tan sencilla pero tan bonita. El brillo especial de su mirada iluminaba la mía. Effie decía que era el brillo de la mujer que va a ser madre. Yo no sabía si eso era cierto, pero sabía que de nuevo mi imaginación se quedaba muy corta con respecto a la realidad. Porque aquel era el día de mi boda con Katniss, el verdadero día. Una hermosa tarde de finales de otoño en la que por fin iba a ocurrir. Y por eso nos intercambiamos los anillos, a ella le temblaban las manos, lo noté cuando le puse el suyo. Después recitamos nuestros votos.

-Katniss Jane Everdeen, con este anillo y este pan represento mi fidelidad y mi amor hacia ti, así como mi inmenso deseo de hacerte feliz y cuidarte por el resto de mis días.

-Peeta James Mellark, con este anillo y este pan represento mi fidelidad y mi amor hacia ti, así como mi inmenso deseo de hacerte feliz y cuidarte por el resto de mis días.

Tostamos el pan y nos lo dimos el uno al otro, momento en el que oficialmente nos convertíamos en marido y mujer.

-¡Daos un beso! - Gritó Finnick desde una de las sillas, llevándose una reprimenda de Annie. Todos los demás se rieron y Katniss me cogió delicadamente de las mejillas y me besó, me besó durante mucho rato, hasta que los demás tuvieron que separarnos. Era la hora de la fiesta.

Bailamos hasta que empezó a amanecer, bebimos, nos reímos, Finnick se quedó dormido en nuestra cama, Gale se empeñó en hacer un brindis por Katniss y por mí. Habían hecho las paces, sí, y resulta que él estaba saliendo con una chica del distrito 2, en donde vivía. Se llamaba Elizabeth y también era militar. Fue una ceremonia preciosa, con una fiesta preciosa, pero más precioso aún fue saber, al mes siguiente, que Katniss y yo íbamos a tener una niña.

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