Me costó reconocer a Effie al principio. Aquella mujer de la peluca chillona, el maquillaje exagerado y la ropa estrafalaria, ahora solo conservaba sus perspicaces ojos azules, ya sin el efecto de las sombras de tono exótico. Por otro lado, ahora, su cabello natural, de un rubio claro, se dejaba caer por encima de sus hombros, liso y suave, y como vestimenta solo llevaba unos pantalones oscuros, zapatos planos y una camisa de manga corta de color beige. Nunca habría dicho que Effie era en realidad una mujer tan guapa.
En cuanto abrí la puerta de la panadería se abalanzó sobre mí y me fundió en su abrazo. Yo me dejé querer. Rápidamente me di cuenta de la gran falta que ella me había estado haciendo durante todo ese tiempo. Porque sí, Effie era muy peculiar, pero su protección y calidez, por encima de sus manías perfeccionistas, se percibían.
-¿Pero qué te han hecho, jovencito? - Seguía conservando su remilgada manera capitolina de hablar, comprobé mientras me miraba de arriba abajo y alternaba entre besarme, abrazarme y evaluar mi aspecto - ¡Estás altísimo! Nos separamos de ti solo dos años y te conviertes en un hombre. No, no, no.
-¿Y tú? - Le seguí yo el juego - ¿Quién se atrevería ahora a decir que eres la misma persona que nos eligió el día de la Cosecha? - Mis palabras no fueron pronunciadas con ninguna intención excepto la de seguir intercambiando sorpresa con Effie, pero crearon un silencio incómodo que sobre todo fue patente en una Katniss que dejó de sonreír, lacónica. Cambié de tema, mirando mi nuevo reloj - ¿Qué hacéis aquí a las seis y media de la mañana? - Haymitch y Katniss se miraron.
-Venimos de recoger a Effie de la estación - Respondió él. Yo resoplé.
-¿Vosotros sabíais que Effie iba a venir? ¿Y no me lo habíais dicho? - Fingí enfadarme. Todos rieron.
-Fue idea mía que fuese una sorpresa - Dijo ella - Tampoco quería que Katniss lo supiera hasta que llegara, pero a alguien se le escapó - Terminó, haciendo retintín en la última palabra.
-No empecemos, Effie Trinket - Dijo Haymitch, vacilando.
Yo les miré. Katniss, Haymitch, Effie... Estaban allí, los tres, vivos, delante de mí. Me costaba creerlo y no pude evitar abrazar a Effie con todas mis fuerzas. Ella me besó en la cabeza.
-Te he echado de menos - Murmuré yo, con la cabeza en su cuello mientras ella me mecía y reía.
-Y yo a ti, pequeño gran héroe - Dijo - Pero ya no nos separaremos nunca más.
-¿Cómo? - Exclamé apartándome - ¿Vas a quedarte a vivir aquí?
-Así es - Dijo Katniss - En una casa de la Aldea de los Vencedores.
-¡Por fin la convencí! - Bufó Haymitch.
Effie y yo volvimos a abrazarnos con todas nuestras ganas.
Durante las siguientes semanas la temperatura en el Distrito aumentó considerablemente. Era imposible salir de casa a ciertas horas de la mañana sin volver empapado en el propio sudor, y por las noches todos los vecinos dejaban las ventanas y las puertas de las casas abiertas, en busca de una brisa que nunca llegaba. El verano estaba a pocos días de comenzar.
Nosotros disfrutábamos de la compañía de Effie y Haymitch, con los que habíamos empezado a reunirnos por las noches, después de cenar, en el porche de la casa de Katniss, en donde los dos nos contaban montones de historias sobre lo que habían estado haciendo durante aquellos dos años, y yo me encargaba de preparar algún postre fresco. La panadería cada vez funcionaba mejor, y yo veía a Katniss alegre y feliz, a pesar de rondarle Buttercup.
A pesar del calor insoportable, aquellos fueron unos días inolvidables.
Una mañana de finales de junio, aún temprano, me escapé un momento de la panadería para ir a verla. Simplemente había sentido que lo necesitaba.
Dejé a Delicate canturreando una antigua canción estival al unísono, mientras una se encargaba de amasar pan y otra de recibir unos pedidos, y me acerqué hasta su casa.
Al llamar varias veces al timbre comprendí que no estaba, así que pensé que estaría cazando. Me pregunté cómo se atrevería, bajo el sol abrasador, y entonces tuve una idea.
Fui hasta mi casa y metí en una bolsa un tarro de un producto que había llegado hacía muy poco al Quemador, y que nunca antes había probado, pero que había descubierto que me gustaba mucho y ayudaba a superar los días bochornosos. Se llamaba "helado" y pensé que estaría bien llevarle algo a Katniss, que estaría asándose a fuego lento en el bosque.