-Sabía que mi padre había querido a tu madre, él me lo contó cuando era yo era pequeño, pero no me imaginaba esto - Murmuré, temblando de pronto - Creía que mi padre se había casado con mi madre por amor.
Katniss me había puesto la mano en el hombro. Su expresión era grave, no sabía qué decirme.
-Peeta, tú...
-¿Mis padres se querían, real o no? - Pregunté, sintiéndome desesperado. No podía creer que el matrimonio de las dos personas que me habían dado la vida fuera una farsa.
-Yo... Eso no lo sé, Peeta - Sollozó Katniss, con culpabilidad por no poder responder lo que yo quería escuchar. Noté que ella sentía ganas de llorar. Yo cada vez me enfurecía más.
-¿Es por eso por lo que mi madre nos trataba mal a mis hermanos y a mí? - Continué - ¿Porque encontró esa carta y sabía que mi padre no la quería? ¿Nos tuvo sin amor? ¿Mi madre no me quería, Katniss? - Yo me había levantado del sofá y estaba gritándole, a esa pobre chica que ahora sí había empezado a llorar, asustada. Como no contestaba, mi rabia aumentó y llegó un momento en el que debí perder el control, porque mis recuerdos de esa situación no están muy claros. Creo recordar que agarré a Katniss por los hombros, haciendo que se levantara del sofá, y le grité mucho. Unos gritos de los que me arrepentí toda mi vida.
-Tengo mucho miedo, Peeta - Lagrimeaba ella, intentando zafarse de mí.
-¡Lárgate, estúpida! Tú no tendrías que haber existido. Mi padre y tu madre deberían haber estado juntos. Nada habría sido una mentira de ese modo. ¡Vete, Katniss!
Y lo siguiente que recuerdo fue que desperté en mi cama, y que al abrir los ojos la encontré a mi lado.
-Gracias al cielo que estás bien, Peeta - Fue lo primero que me dijo cuando me vio despertar. Estaba sentada a mi lado, en el borde de la cama, y me acariciaba el pelo con una mano. Sus ojos estaban enrojecidos. Por mi culpa debía haber estado toda la noche llorando.
-¿Qué haces? No deberías estar aquí. Anoche te traté como a un trapo - Dije yo, odiándome a mí mismo por no haber sido capaz de controlarme - Vete, Katniss. Puedo hacerte mucho daño, incluso...
-¿Matarme? - Terminó ella, sin sonreír - No serías capaz, Peeta. Eres bueno. Eres mi amigo.
-Los amigos no...
-Por favor - Me interrumpió ella - Hace mucho tiempo que prometí que te cuidaría, y mi opinión sobre eso no ha cambiado. Vas a salir de esta.
Yo la miré profundamente. Me sentía sucio, me daba asco a mí mismo. Ella era la persona que más quería en el mundo, era lo único que tenía claro sobre mí, y sin embargo era capaz de humillarla, vejarla, destruirla. ¿Por qué seguía a mi lado?
-Lo siento mucho, Katniss - Dije, mientras unas lágrimas descendían por mis mejillas - No quiero volver a sufrir otra crisis. Estoy harto de este muto que me domina. Solamente quiero ser feliz - Ella me abrazó y yo lloré hasta desahogarme, lo que supuso bastante tiempo. Después, ella me soltó y limpió mis lágrimas con el borde de su jersey.
-No, Katniss. No te manches la ropa por mí - No me hizo caso y recorrió mi rostro con la manga, observándome con cuidado. Y de nuevo, su mirada extraña.
-Tu madre te quería, Peeta - Me dijo - Estoy segura.
-Nunca me trató bien. Ni a mis hermanos. Ni a mi padre. Mi madre no era capaz de tratar bien a nadie, Katniss.
Ella negó con la cabeza sin dejar de mirarme a los ojos.
-Estoy segura de que te equivocas. Probablemente su amargura se debía a que sabía que tu padre no estaba enamorado...
Yo fruncí el ceño.
-Mi padre sí estaba enamorado - Dije, mirando al frente - De tu madre.
Katniss bajó su mirada en ese momento y yo me di cuenta de que estaba culpándola.
-Perdona - Me disculpé - Estoy siendo un miserable. Un auténtico impresentable.
-No es tu culpa. Snow te hizo esto - Y me acarició la mejilla con ternura. Sus ojos grises me obligaron a terminar con mis dudas.
-¿Qué ocurre, Katniss? Llevas desde ayer mirándome de una forma muy extraña - Ella abrió los ojos y se sonrojó, a la vez que hizo un gesto para empezar a explicarse, pero yo la interrumpí - No lo niegues, venga. ¿Qué pasa?
Ella dudó unos instantes y al final se rindió.
-Hace dos días que me llamaron del Capitolio - Respondió - Paylor en persona. Me pidió que me mudase allí.
Mi corazón dio un vuelco.
-¿Qué Paylor te llamó? ¿Por qué quiere que te vayas?
-Quiere que sea parte de su equipo de gobierno.
Hubo una pausa y yo hablé.
-Tú no quieres saber nada de política.
-Es cierto - Respondió ella - Pero confío en lo que Paylor propone. Una democracia de verdad, Peeta. Ahora creo que es posible.
-¿Eso quiere decir que has aceptado?
-Me debo a Panem, Peeta.
Yo me senté en la cama.
-Me parece muy bien - Mentí. Separarme de Katniss. No volver a pasar aquellos ratos con ella. Era lo que me faltaba para terminar de romperme.
-¿De verdad? - Dijo - Peeta, no quiero irme dejándote así. Quiero ayudarte.
Katniss se iba. Era la prueba definitiva de que ni correspondía ni jamás correspondería mi amor. Yo no podía hacer nada.
-Es que tienes razón - Dije - Tu sitio está ayudando, eres el Sinsajo y lo serás siempre.
-¿Y dónde quieres que esté tu sitio, Peeta? - Era obvio que aquella conversación no le agradaba.
Yo la miré directamente y no vacilé.
-En una panadería que tengo que ir a abrir, Katniss.