Finalmente, acabé llorando. Pero no por el sentimiento de ilusión y felicidad que momentos antes me embargaba, sino por una rabia y una humillación tan grandes que tuve que gritar para evitar acabar teniendo otro episodio. Las palabras de Katniss, su voz diciendo que nosotros dos no éramos nada... Contrastaban con los besos que me había dado la tarde anterior, aquellos besos a escondidas, de película, y me sentía terriblemente engañado y confundido. No quería saber qué se traían entre manos ella y Gale. No quería ni tan siquiera saber si alguna vez ella se había traído algo conmigo entre manos. Me asomé a la ventana de la cocina, a través de la cuál veía su casa, y no vi nada. Las ventanas estaban cerradas y las cortinas echadas. Solo Buttercup era visible, estirándose al sol de la mañana sobre el césped del pequeño jardín.
Cerré furioso la ventana y deseé que ella llamara a mi puerta solo para no abrirle.
Subí al cuarto de baño y me duché, pero procuré no mirarme al espejo. Me daba vergüenza a mí mismo. No me dolía tanto que el guaperas de Gale volviese a la carga tratando de conquistar a Katniss. Lo que me dolía era que ella, de una vez por todas, no me dejase claro qué era lo que pretendía conmigo.
La respuesta me llegó en forma de Haymitch.
-¿Estás loco? - Me dijo, un rato después, sentado en la mesa de mi cocina - Ha venido a mi casa hecha un mar de lágrimas y me lo ha contado todo. ¿Por qué la tratas así?
Yo apoyé las manos en el borde de la mesa y le miré.
-¿Te ha contado también lo que pasó ayer en el cine?
-Todo, Peeta. Parece mentira. ¿No te das cuenta de lo absurdo que es todo esto? Estoy harto. Habéis pasado un infierno, y seguís vivos. ¿Será por algo, no? ¿Por qué no disfrutáis de una vez?
-¿Ella te ha pedido que vengas?
-No, Peeta. He venido porque me ha dado la gana. Una vez le dije a Katniss que no se merecería estar contigo ni aunque viviese cien vidas. No hagas que me arrepienta. ¿Ya no la quieres?
Yo reí con sarcasmo.
-Con todo mi corazón.
-¿Pues entonces qué haces? Tienes a la chica de tu vida llorando porque se cree lo contrario. Eres idiota, chico.
-No creo que esté llorando por eso.
-No voy a meterme más en esto. Solucionad vuestros problemas de críos, porque yo no estaré siempre para cuidaros.
Y dicho esto, Haymitch se levantó y salió de mi casa. Pensé que podría encerrarme a pintar, pero a los cinco minutos escuché unas quejas en la calle y a continuación el timbre de la puerta. Cuando abrí, Haymitch me lanzó a una llorosa Katniss dentro y me hizo un gesto para indicarme que si no lo arreglábamos me cortaría el cuello.
-¡Haymitch! - Le llamó ella, para que no se fuera, pero él, obviamente, hizo caso omiso.
-¿Qué? - Dije yo, orgulloso, pero pasándolo fatal. No soportaba ver a Katniss así. Por fin se dignó a mirarme. Era evidente que acababa de hincharse de llorar.
-La de Gale no es la única carta que me ha llegado - Dijo, y me tendió un papel. Antes de cogerlo la miré con severidad. Cuando lo leí, me quedé asombrado.
-¿Otra vez el Capitolio?
-Sí. Y me extraña que tú no hayas recibido una igual.
Al oír eso pensé que con nuestra pelea no me había acordado del correo. Efectivamente, junto a la puerta había un sobre. Lo abrí y leí su contenido.
-Es verdad... También me lo han mandado a mí - Katniss se secó las lágrimas con el dorso de una mano - ¿Qué vas a hacer?
-No lo sé - Respondió - Por el momento, darte la explicación que te debo.
-No me debes nada, Katniss. Soy yo el que se comporta como un cretino y no sé por qué.
-No es cierto. Y sí te la debo, Peeta.
-¿Por qué?
-Porque no he sabido cómo decírtelo, pero yo volví del Capitolio por ti.