Sorpresas en la estacion

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Nunca olvidaré aquellas palabras de Katniss. Me senté en el borde de la cama, sin decir nada. Noté que me temblaban las manos y que el corazón me latía tan deprisa que me recordó al nerviosismo que sentía la primera vez que estuve con ella. Y aunque de eso solo hiciera poco más de un año… ¿Un niño? ¿Mis anhelos paternales se habían cumplido, por algún azar del destino? Sentía una mezcla de felicidad y terror, ambos sentimientos tan grandes que a Katniss le costó sacarme de mis pensamientos.
-Peeta - Me dijo, zarandeándome por el hombro -, ¡Peeta! - Por fin la miré, y juro que fui incapaz de no ver a una Katniss mamá - ¿Estás bien? Te has quedado como traspuesto. Y estás muy pálido - Abrí la boca para hablar, pero ella, que ya no lloraba, me interrumpió -. Escucha, solo es una suposición. No he ido al médico ni nada, porque pensé que se debería a los nervios de los exámenes, o vete tú a saber qué otra cosa.
Por fin hablé yo.
-Creía que te tomabas la pastilla anticonceptiva…
-Y me la tomo. Espero no haber tenido descuidos, porque no podemos tener un niño, y menos justo ahora - Volvieron a saltársele las lágrimas -. Estoy muy asustada. A veces me siento mareada y he vomitado. Si fuese una falsa alarma no tendría también esos síntomas - Y rompió a llorar de nuevo.
-Eh, tranquila, ¿vale? - Le dije, abrazándola y besándole la cabeza -. Deberías habérmelo dicho en cuanto lo sospechaste, Katniss…
-Me daba mucho miedo. Y sabía que te ibas a hacer ilusiones. Sé que estás deseando que algo así pase.
-Pero no así, Kat. Quiero que cuando ocurra sea porque los dos estemos deseándolo con todas nuestras fuerzas.
-¿Entonces qué pasará si…?
-Mira… Si resulta ser cierto, es nuestro hijo. Yo le voy a querer exactamente igual que si lo hubiéramos tenido en otras circunstancias.
-Ya, pero no podemos… No podemos, Peeta. Y menos justo ahora.
-Deja de repetir eso y tranquilízate. Lo primero que tienes que hacer es ir al médico.
-¿Vendrás conmigo? Estoy muerta de miedo.
-Pues claro que iré contigo. Estamos juntos en esto y en todo. Este niño es tan tuyo como mío.
-No digas eso, no hables de él como si de verdad existiera.
-Tranquila. Mira, es muy tarde. Mañana por la mañana iremos al hospital, ¿vale? - Asintió y yo le sequé las lágrimas con el dorso de una de mis manos - No te voy a dejar sola ni en esto ni en nada. Te quiero. Y si vamos a tener un niño, a él le quiero también. Con toda mi alma te querré, u os querré, siempre, Katniss. Siempre. Ahora mejor duerme.
-No quiero irme sola a mi habitación.
-Pues no te vayas. Ven, quédate aquí conmigo. Deja que te abrace - Nos tumbamos en mi cama y yo acaricié el pelo castaño que se le arremolinaba por encima de las orejas, poniéndoselo detrás, hasta que se durmió. Aún suspiraba de forma extraña, por su reciente llantina. Por supuesto, yo no pude conciliar el sueño en toda la noche. Pasé horas y horas sin poder evitar fantasear con las posibilidades de que Katniss y yo fuéramos a ser padres. A ser padres… Me di cuenta de lo jóvenes que éramos, de lo difícil que iba a ser, de cómo iba a cambiar nuestra vida, pero fui tan feliz, tan feliz, imaginando que podíamos haber creado una vida, a nuestro hijo…
A la mañana siguiente empezó a llover. Katniss se había dormido tarde y no quise despertarla. Aún era muy temprano. Teníamos pensado saltarnos las clases de esa mañana para ir al médico. Al final pude dormir, pero un rato después su voz me despertó.
-Peeta - Todavía tenía los ojos cerrados, pero su voz me sonó alegre.
-¿Qué?
Me movió el brazo para que abriera los ojos y vi una gran sonrisa en su rostro. Se señaló el pantalón del pijama.
-¡No estoy embarazada!
Eso me hizo incorporarme de un respingo. Vi a lo que se refería. Tenía los pantalones del pijama manchados de sangre. Era obvio lo que eso quería decir.
-Un susto menos - Dije yo, aunque con cierta desilusión.
-¡No estoy embarazada! ¡No lo estoy! ¡No lo estoy! - Se puso a danzar por toda la habitación y después me besó contentísima. - Arreglaré este estropicio y nos veremos abajo a la hora de desayunar. ¡Te quiero! - Y se marchó a su habitación.
Varios días más tarde, y con el consentimiento de Paylor, viajamos al distrito 12.
Effie y Haymitch nos recibieron en la estación. Querían decirnos algo importante: Effie estaba embarazada.

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