Pasearon de la mano casi en silencio. Akira miraba a Akane de reojo, no es que le molestase ese silencio, es que le resultaba sospechoso, no estaba acostumbrado a que las mujeres estuviesen tanto tiempo calladas, al menos su madre, su hermana, Yuri y por supuesto Akane, tanto silencio no podía ser bueno.
Primero pensó que Akane estaba nerviosa, lo que no entendía era por qué, no era la primera vez que estaban a solas, tenían confianza. Veía como Akane se mordía las uñas de vez en cuando, eso quería decir que estaba nerviosa pero también parecía como absorta en sus pensamientos, así que llegó a la conclusión de que más que nerviosa estaba preocupada.
—Así que aquí es donde traes a tus conquistas —dijo Akane cuando se detuvieron unos metros antes de llegar a una sitio muy conocido por ella.
—Uy, si, ya ves. Como tenga que contar las chicas que he traído aquí...
—¿Qué? ¿No tienes dedos suficientes en las manos?
—Más bien me sobran, con los muñones me vale ¿Te acuerdas de este sitio? Era nuestro rincón.
—Era tu rincón, aquí es donde te gusta venir a ver el cielo.
—No desde que tú no vienes.
—¿Te quieres poner en modo "moña" conmigo?
—No, lo siento, pensé que... no sé lo que pensé.
—¿Se supone que me has traído aquí para que nos enrollemos?
—No se me había ocurrido, no es que me disguste pero no tienes cara de querer enrollarte conmigo.
—¿No has hecho todo esto para enseñarles a tus amigos lo bien que te lo montas?
—Aggggg ¿Así que eso es lo que piensas? ¿Qué he hecho todo para tirarme un farol? Mira que eres desconfiada y retorcida. No sé por qué pude pensar siquiera en que llegases a entenderlo. No quiero enrollarme contigo, quiero que hagamos las paces y que sepas que me importas.
—Es que es muy difícil de entender. Lo que pasó fue hace ya tiempo, el Akira dulce y cariñoso que decía cosas tiernas y la Akane soñadora que lo escuchaba han sido borrados del juego, eran un error de programación, ahora somos tú y yo, un par de amigos con más amigos en común, ya vamos a dejarlo de una vez.
—¿Y eso lo dices tú? ¿Tú, la que no deja de reprocharme cosas? ¿Tú, la que no olvida nada de nada? Eres la chica mas extraña que he conocido en mi vida, te juro que me vuelves loco, nunca sé que decirte, no sé si amanecerás con ganas de ser mi amiga o de matarme, si hablo me miras raro, si no hablo, te enfadas. Eres cabezota, no quieres escuchar, te gusta agredirme física y dialécticamente... eres insoportable.
—¿Así que soy insoportable? ¡Mira qué bien!
—No, no empieces a malinterpretarlo, quiero decir que...
—Se lo que soy. Soy insoportable, cabezota, egoísta, rencorosa, soberbia, inestable y muchas cosas más.
Akane se sentó en el suelo y dobló las rodillas para abrazarse a ellas. A Akira le hubiese dado pena o compasión de ella en una situación normal, el problema era que se había sentado sin ningún cuidado y la falda del vestido se había quedado arrugada, que se le vieran las piernas no era lo malo, lo malo era que, desde su posición, Akira también podía ver algo que no debería ver. Trató de desviar la mirada pero no podía, las malditas hormonas que a esa edad se tienen circulando son más fuertes de lo que uno se piensa y eso era problemático, muy problemático, porque si le decía a Akane lo que pasaba seguramente ella pensaría que es un maldito pervertido y se enfadará y si no se lo decía se terminaría dando cuenta ella solita y pensará que es un pervertido que no lo ha dicho para mirarla y se enfadará. Claro que puede no se diera cuenta, cosa muy improbable porque él seguirá mirando y ella le verá mirarla y ya no lo pensará, estará segura de que es un pervertido.
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Hola, cielo
Ficção AdolescenteSegunda parte de la novela "Con sabor a mandarina" Bastante complicado era para Akira, relajado y perezoso, intentar recuperar la confianza de Akane como para que llegase el popular y guapo Kamui a interesarse también por ella. Además el haber aver...