Capítulo 30

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Al regresar a la playa, Momoka y Kamui, no encontraron a nadie, todos había regresado a la casa. En silencio dirigieron sus pasos hacia allí.

Yuri y Jisei estaban sentadas en la entrada de la casa.

—¿Dónde está todo el mundo? —preguntó Momoka.

—Se han ido de exploración del lugar —contestó Yuri—. Eso han dicho.

—Bueno —habló Kamui—, yo voy a darme una ducha, ahora os veo.

Momoka miraba a Yuri con cara de desear contarle algo y la verdad, Yuri no tenía muchas ganas de oírla hablar de su triunfo, era su amiga y se contaban casi todo, se supone que te gusta contarle a tu amiga cosas emocionantes y compartir tu alegría con ella pero es que Yuri no veía nada emocionante en que Kamui se hubiese dado cuenta de que Momoka existía, bastante tenía ella con sus problemas. De todas formas ¿que podía haber pasado? ¿Que Kamui la había pedido salir o algo así? pues vaya cosa.

Yuri no quería reconocerlo pero la idea de que Momoka saliese con Kamui la llenaba de envidia, no porque fuera Kamui que eso ya le daba igual si no porque ella no estaba saliendo con ningún chico.

—Bueno, yo también me marcho —dijo Jisei notando que su presencia parecía molestar.

—Quédate —repuso Yuri—. ¿Has traído tus cartas?

—Siempre van conmigo, como mi sombra.

—Entonces ¿Me las echas? Anda, por favor, échamelas.

—Y a mi también —añadió Momoka—, por favor, es muy importante.

Jisei las miró de hito en hito, ambas parecían preocupadas. Se encogió de hombros.

—Está bien, vamos a la habitación.

La que mas disfrutaba de aquellas vacaciones era Sumire, sería porque era una chica que no pedía nada especial, que disfrutaba por igual cualquier actividad, bueno había algo de lo que no disfrutaba tanto: el paseo en barco que Kamui les ofreció por la tarde.

Inclinada en la barandilla, asomándose, casi sacando medio cuerpo fuera, no paraba de vomitar.

—¿Te encuentras mejor? —preguntaba Karasu.

—Me estoy muriendo —Se quejaba lastimosamente.

—Ya estamos regresando —dijo Xu-Xu.

—Por mí no lo hagáis.

—¿Cómo qué no? ¿No pretenderás que carguemos contigo todo el rato?

Y Sumire volvía a vomitar.

—¿Cuánto tiene esta chica en el estómago? —comentó Kenshi.

—Anda, túmbate a ver si así te encuentras mejor —sugirió Momoka.

—Siento fastidiaros el paseo.

—¡Bah, ya ves tú! —dijo Karasu—. Como si importase mucho.

—¿Me odiáis?

—¿Pero qué dices, tonta? ¿Por qué te íbamos a odiar?

—¿Te vas sintiendo mejor? —preguntó Jisei.

Sumire no contestó, Kenshi se acercó a ella.

—Creo que Sumire... ha muerto.

—No —Levantó pesadamente una mano—. Aún no.

Xu-Xu vio de repente a Genki, algo alejado, mirando absorto el mar. Se acercó a él.

—¿Qué haces tan separado de todos?

Hola, cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora