Por fin Kenta se había quedado dormido. A Akane y a Akira les había costado conseguir que se durmiera, no quería hacerlo, él solo quería jugar pero accedió a meterse en la cama y escuchar un cuento, claro que el niño exigió que fuera Akira quien se lo leyera. Haciendo gala de la paciencia que le caracterizaba, Akira tomó el enorme libro de cuentos y comenzó a leer. Antes de terminarlo el pequeño ya estaba dormido.
—Los niños dan mucho trabajo —murmuró Akira al salir de la habitación.
—Ya te digo ¿Entiendes por qué siempre digo que yo no voy a tener hijos?
—¿Y ahora que hacemos?
—Esperar a mis padres, no creo que ya tarden mucho ¿Vemos la tele un poco?
—Bueno.
—Gracias por hacer la cena, estaba riquísima.
—¿Te das cuenta de que hemos sido como una familia? ¿Cuando nos casemos y tengamos hijos será así nuestra vida?
—¡Cállate! —Akane golpeó con el dorso de la mano en el pecho del chico, era ya un gesto que empezaba a ser rutinario.
—¡Ahú! Un día me vas a romper algo —Se quejó tocándose.
Se sentaron y Akane encendió con el mando la televisión.
—¿Que vemos?
—¿Que hay?
Akane pasó por distintos canales, no parecía haber nada interesante, al final se detuvo en uno que echaba una película en blanco y negro que parecía haber atraído su atención. Akira pasó el brazo por el respaldo del sofá como si fuese a rodear a Akane.
—¿Me vas a meter mano con hacen algunos en el cine?
Akira se echó a reír.
—Si, así, disimuladamente. No mujer, no quiero morir tan joven.
Al cabo de un rato la película dejó de atraer la atención de Akane. Estaban en silencio, se giró y vio a Akira recostado en el sofá con los ojos cerrados ¿tanto se había aburrido que se había quedado dormido? Bueno, no se enfadaría con él, se había comportado muy bien, había hecho la cena, puesto la mesa y hasta fregado los platos, además que había estado toda la tarde con ella aguantando a su hermano y seguro que aburriéndose bastante, no había sido una tarde demasiado divertida.
Apagó la televisión, no tenía ganas de ver nada, incluso se quitó las gafas y las dejó en un mueble cercano, a ver si su madre llegaba pronto porque estaba deseando irse a dormir, quizás esta noche lo conseguiría, conseguiría no meterse en la cama de Akira porque mira que no quería pero terminaba haciéndolo, no lo podía evitar, lo hacía sin pensarlo, casi instintivamente y eso no estaba bien, no estaba bien para nada.
Miró el foco de luz encima de la televisión y recordó a Akira jugando a las sombras con Kenta ¿Cómo era eso que hacía? Akane intentó poner las manos de forma que su sombra se pareciera a... ¿a que se parecía? No se parecía a nada, lo intentó de nuevo... ¿Cómo conseguía Akira que pareciese tan fácil? A lo mejor es que ella era muy torpe.
Pero como Akane era muy cabezota no se rendía, ella nunca se daba por vencida, así que volvió a intentarlo. Estaba concentrada en mirarse las manos y las sombras que hacían en la pared cuando de pronto vio otras sombras que atraparon las suyas.
—Déjame que te enseñe —susurró Akira acariciando sus manos.
—¿No estabas dormido?
—No soy tan maleducado como para dormirme en la casa en donde estoy de visita ¿Te enseño a hacer conejitos?
ESTÁS LEYENDO
Hola, cielo
Teen FictionSegunda parte de la novela "Con sabor a mandarina" Bastante complicado era para Akira, relajado y perezoso, intentar recuperar la confianza de Akane como para que llegase el popular y guapo Kamui a interesarse también por ella. Además el haber aver...