En la puerta de la casa de Akane, Akira tiraba la colilla de su cigarro al suelo y la pisaba pensando que en serio debía dejar de fumar, estaba comprobado que el tabaco no es relajante, al contrario, se trataba de un estimulante y a lo mejor era por eso que fumaba, para "insuflarse energía", nunca se lo había planteado... bueno, eso ahora daba igual. Metió las manos en sus bolsillos y se dio media vuelta mientras aún le parecía sentir el aliento de Ayesa en su cuello y los dientes de la chica mordisqueando su oreja.
"La mirada de Ayesa siempre era entre pícara y malvada y conseguía poner nervioso a Akira, pero lo peor era esos susurros a su oído y ese aliento recorriendo su cuello.
—Ayesa, aléjate un poco... por favor.
—¿Me tienes miedo?
—Ayesa, no, no quiero hacerte daño.
—¿Me vas a hacer daño? Que chico tan duro.
—Quiero decir que...
—¿Crees que lloraré si me rechazas?
—No, no es eso.
—Entonces no me rechazas, te gusta ¿Me tienes miedo a mi o a ti mismo?
Al final había aparecido Ayesa, lo había hecho porque le había dado la gana, como siempre. Akane y Akira paseaban despacio, en silencio, agarrados de la mano por el parque. Después de la repentina petición de Akane ninguno de los dos se atrevía a hablar, Akira porque pensaba que si hablaba Akane le iba a gruñir, a decir que era tonto y que todo era una equivocación y Akane porque no sabía si había sido buena idea ¿qué pensaría ahora Akira de ella? Es que no estaba segura si las cosas que Akira decían eran ciertas, no porque mintiese, sino porque estuviese confundido.
Y en medio de las dudas de Akane, quizás para que no lo pensase más, Ayesa decidió que también quería decir algo.
Akane empezó a sentirse extraña, como mareada, se sentó en el primer banco que vio, cerró un momento los ojos y cuando los abrió Akira ya sabía que era Ayesa.
"— No olvides cerrar bien la puerta de tu habitación, cielo, si la encuentro abierta lo tomaré como una invitación —había dicho como despedida"
Akira se estremeció, esa chica era demasiado maliciosa. Mientras comenzaba a andar también comenzó a recordar la conversación que habían tenido.
"—¿Tú sabes como se siente ella? —había preguntado Akira después de que Ayesa afirmara que para Akane mudarse de casa era algo duro.
—Claro. Siento lo que ella siente, bueno no lo siento pero lo percibo. Es ella la que no siento lo mismo que yo.
—¿Y tú que tienes?
—¿A qué te refieres?
—Ella tiene un padre, una madre, unos hermano ¿y tú?
—Todo lo que yo tengo es prestado, salvo mis amigos, no tengo muchos pero son míos.
—Debe ser triste.
—No creas, es la vida que he elegido. Podría luchar con Akane por vivir pero me gusta así. Al principio yo solo era una idea en el mente de Akane, algo que vivía en su imaginación, algo creado por una niña triste para vivir feliz en un mundo imaginario; pero sus ganas, sus deseos, su ansia de vivir, hicieron que esa imaginación controlara su mente. Nací para ayudarla, para que se olvidara de lo que la agobiaba, obtuve mi propia conciencia pero la premisa de que tengo que ayudarla permanece en mí, es como algo que me impide hacerla daño, lo cual significaría hacerme daño a mí misma. Creo que es porque sé que en el fondo ella ganaría si tuviéramos que luchar porque ella tiene, como tú has dicho, una familia, unos amigos y algo por lo que luchar.
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Hola, cielo
Teen FictionSegunda parte de la novela "Con sabor a mandarina" Bastante complicado era para Akira, relajado y perezoso, intentar recuperar la confianza de Akane como para que llegase el popular y guapo Kamui a interesarse también por ella. Además el haber aver...