Capítulo 29

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El ruido de un helicóptero sobrevolando el cielo rompió los sonidos del bosque. Akira levantó la vista, ya venía su padre de vuelta, se llevó una mano a la cara e intentó secarse los ojos porque había llorado y no se avergonzaba de haberlo hecho, tener a Akane así, tan desvalida entre sus brazos, buscando su protección y sintiéndose tan impotente y furioso con el mundo había conseguido que llorase. Akane no se movió, estaba dormida, se había dormido en sus brazos y a él le dolía la espalda por estar en esa misma posición sin moverse pero no le importaba. Con toda la delicadeza que pudo la recostó en el suelo y se levantó, cogió una de las toallas que había colgadas y se la echó por encima... su pequeña muñeca rota.

Kohaku y Himeko habían encendido el camping-gas y estaban cocinando algo. Se acercó a ellos.

—¿Estáis haciendo la comida?

—Claro —contestó Himeko—. Fíjate que horas son ya ¿No tienes hambre?

—La verdad es que si ¿Y mi hermana y los demás? ¿Aún no han vuelto?

—No, ni rastro de ellos —habló Kohaku—. Van a traer tanta hambre que si no hay comida lo mismo nos comen a nosotros.

—¿Y qué estáis haciendo? ¿Curry? Huele bien.

—Es el curry que me enseñó a hacer mi madre —explicó Himeko.

—Ya te vale, Kohaku, mira que hacer trabajar a una dama en vacaciones...

—Ha sido ella la que ha insistido, yo le dije que el curry de mi madre es el mejor del mundo.

—De eso nada, es el de mi madre. Pero mira, te he dejado cocer el arroz.

—No sabía que los Girei cocinaban —dijo Akira—. Quiero decir que sois una familia de abolengo, pensé que teníais sirvientes y cocineros.

—Y los tenemos pero mi madre me ha enseñado a ser una buena ama de casa, vamos, lo que ella considera que debe saber una mujer.

—A mi también me ha enseñado mi madre eso —El comentario de Akira hizo que los tres riesen—. Kohaku, yo quería darte las gracias y a ti también, Himeko, siento que te he hecho recordar malos momentos.

—No, no pasa nada. Son recuerdos que deberían estar ya enterrados pero creo que no les he echado aún suficiente tierra encima.

—No sabía que lo habías pasado tan mal. Se que lo había pasado mal, Nowaki comenta cosas, ya sabes que se pone a hablar y se le va la lengua pero no imaginaba lo mal que lo has debido pasar.

—No te preocupes, no tengo problema en reconocerlo, dicen mi padre sufría una especie de esquizofrenia, que tenía alucinaciones paranoides pero para mí simplemente era un energúmeno con complejo de inferioridad que pegaba a mi madre solo porque tenía mucha más fuerza que ella.

—No puedo imaginarme el miedo que pasaste.

—Vivía continuamente aterrado, no sabía en qué momento iba a empezar a pegar gritos y... A mí me odiaba, decía que yo no era su hijo, supongo que era su estúpida excusa para decir que mi madre era mala, pero no lo era, mi madre ha sufrido muchísimo...

Kohaku apretó la mandíbula, hablar de su padre era algo que siempre se le hacía muy difícil. No encontraba ninguna excusa para lo que su padre hacía, ni siguiera esa idiotez que le habían vendido de la esquizofrenia, para él su padre era malo y punto.

—Mi padre siempre fue un asqueroso —continuó hablando con rabia—, de esos que piensan que su mujer es su esclava, que no sirve para nada, solo para... —Kohaku apretó aún más la mandíbula—, yo le odiaba... Por lo visto fue malo siempre, siempre trató mal a mi madre y no me digas que no entiendes por qué mi madre le aguantaba, las circunstancias a veces se ponen en nuestra contra.

Hola, cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora