Capítulo 15

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De nuevo Akira estaba frente a la puerta de Akane. Suspiró y se resignó a lo que iba a pasar. Lo único que pedía es que no apareciese Ayesa y si aparecía confiaba en que se comportase delante de tanta gente.

Akane le había pedido que fuera a buscarla para ir juntos a la casa de Kamui, por lo visto su madre no quería que saliese tan temprano, la necesitaba para que ayudase con sus hermanos pero si iba también Akira entonces si le daba permiso, aquella era una familia muy complicada.

Nada más tocar el timbre la puerta se abrió y Akane salió casi arrollándole.

—¿Adónde vas, Akane? —Se oyó una voz masculina desde dentro de la casa. Akane se paró en seco—. Entra a despedirte de tu madre.

—Ya lo he hecho.

—Pues lo haces otra vez, entrad los dos.

Arrugando la cara en un gesto de enfado que a Akira le resultó muy gracioso, Akane se giró y volvió a entrar. Akira la siguió, sabía que le iban a obligar a entrar aunque Akane pusiese excusas.

—Con permiso —dijo.

La madre de Akane y su marido estaban sentados en el sofá con el niño pequeño, este al ver a Akira se tiró prácticamente al suelo y corrió a abrazarse a una de sus piernas.

—Aki, Aki ¿y el gatito?

"Este niño tiene ciertas fijación por los gatos" pensó Akira mientras sonreía y trataba de despegarlo de su pierna.

—¿Cómo estás, Kenta?

—¿A que no sabes que es esto? —dijo mostrándole orgulloso su manita abierta.

—No sé ¿qué es?

—¡Un cinco, tonto!

—Kenta, déjale —habló la madre, el niño se separó y corrió a subirse en su madre —. Bienvenido Akira. Así que vais a la piscina ¿no?

—Si señora, un compañero nos ha invitado a su casa.

—¡Que potra! —exclamó Ginta sentado en un sillón mirando la televisión—. ¿No puedo ir yo?

—Akane —Takato se acercó a ella que, con los brazos cruzados parecía bastante molesta por la situación—. Recuerda mojarte la cabeza antes de meterte y no olvides la crema protectora ¿llevas la gorra? No te tumbes al sol y...

—Ya, ya, ya lo sé, no me des tú también la brasa.

—¡Encima que me preocupo por ti! —Takato comenzó a hacer pucheros—. ¡No quiero que tengas cáncer! Prométeme que no te tumbarás al sol.

—No te preocupes, no tomaré el sol pero no empieces a llorar, por dios, no llores.

—Y tú —Señaló a Akira amenazante acercándose a él—. Prométeme que vigilarás que se pone la crema.

—Yo mismo se la pondré... no, no, eso no, yo no quería decir eso.

Akira miraba aterrado al padrastro de Akane.

—Tráela tal y como te la llevas ¿entendido? —habló severamente el hombre.

—Si, vale —dijo Akane con tono impaciente—. ¿Nos podemos ir ya?

—Ven, dame un beso —Exigió la madre.

—A mí también —dijo el pequeño—. Y tú también, Aki, dame también un beso — Kenta se acercó corriendo de nuevo a Akira—. Mira —mostró su mano con el puño cerrado y los dedos índice y corazón levantados—. ¿Qué es?

Hola, cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora