Capítulo 53

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—¡Akira! —gritaba su madre—. ¡Al teléfono!

—Voy, voy, tampoco hace falta gritar tanto.

La madre de Akira le pasó el teléfono mirándole el pelo y suspirando, no se acostumbraba aún a verle así, él sujetó el auricular con bastante desgana y contestó.

—¿Si?

—Akira, soy Karura.

—Hola ¿Como estás?

—Bien ¿tú que tal?

—Bien, bien —contestó mientras se tocaba el pelo, seguía notándose muy raro.

—Oye, Aki ¿tienes algo que hacer esta tarde?

—Pues la verdad es que sí.

—Qué pena, quería invitarte a merendar.

Akira miró el auricular del teléfono como si este objeto fuera el que había hablado y después al techo de su casa, eso sin duda era un "deja vu" ¿cómo podía ser que volviese a pasar? le pide una cita Akane y ese mismo día Karura de nuevo le invita ¿es que ha viajado en el tiempo o qué? Sería que el universo le ponía a prueba para comprobar que ahora era capaz de hacerlo bien.

—Lo siento, Karura, pero créeme que no puedo cambiar mis planes ¿Es que te pasa algo?

—No... Me apetecía hablar contigo.

—No sabes cuánto lo siento pero Akane me ha pedido una cita.

—¿Akane te pidió una cita? ¿Es que está enferma o qué?

—Yo creo que sí, que algo le pasa. Lo siento, pero compréndeme, no puedo...

—¡Por supuesto de no! Vamos te mato si lo haces.

—Ya, pero ahora me quedo preocupado por ti.

—Pues por mí no tienes que preocuparte, a mí no me pasa nada, solo quería charlar un poco.

—Karura...

—Que sí, que es cierto. Quejica, cada día eres un poco más tonto ¿Y dónde vais a ir?

—Ah pues no lo sé, de eso se encarga ella, es la que ha pedido la cita y además ya sabes que no me gusta complicarme mucho la vida.

—Menos mal que esta vez has hecho lo que debías y me lo has dicho, aprendes a base de golpes. Bueno, que me tengo que ir, un día de estos te llamo ¿vale? Adiós, un beso, hasta luego.

Y antes de que Akira pudiese decir nada Karura ya había colgado.

Akira se apoyó en la pared y cruzó los brazos por delante de su pecho, aquello no le gustaba nada, a Karura le pasaba algo

El timbre del teléfono volviendo a sonar de forma impertinente le hizo sobresaltarse.

—Ya contesto yo —dijo en voz alta—. ¿Dígame?

—¿Akira?

—Sí, soy yo.

—Que soy yo, Akane.

—¿Akane? —Akira volvió a mirar el techo, esto sin duda era "algo" que se entretenía jugando con él y le ponía a prueba; seguro que era una confabulación del universo—. ¿Llamas para decirme dónde vamos a ir?

—No, más bien no.

—Entonces llamas por si he quedado con otra ¿a qué si?

—No te burles. Akira... no podemos quedar esta tarde.

Hola, cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora