Capítulo 13

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—Se que no me estás contando todo —Sumire, sentada en el sofá, miraba a Jisei apenada—, pero es normal, son cosas de Akane y no van a andar contándome lo que a lo mejor Akane no quiere que sepa nadie.

—Eso me hace suponer que te estás imaginando cosas peores.

—¡Pues claro! Me imagino lo peor de lo peor, pero no me digas nada, no, no quiero saberlo. Lo único que importa es que ahora Akane está angustiada porque no quiere vivir con esa señora ¡normal! ¡Yo tampoco querría! ¡Y tenemos que hacer algo para ayudarla!

—Os traigo las infusiones esas que me ha dicho Jisei —Kisuke entró con una bandeja que dejó en la pequeña mesa que había frente al sofá—, a saber que serán estas hierbas

—Son pócimas de brujas —afirmó Sumire abriendo mucho los ojos.

—No digáis más tonterías, son solo tila alpina, ayudará a calmar los nervios. Llévale también una taza a Ryuko, por favor, Kisuke.

—Yo estoy en todo y ya la tengo lista. Vaya, tenemos visita —dijo al oír el timbre de la casa—, supongo que será Hisoka.

—¿Y tus padres, Jisei? —preguntaba Sumire mientras Kisuke iba a abrir la puerta.

—Trabajando. Mi madre trabaja también.

—Ah, claro, porque pensaba yo que todo este les iba a resultar raro, quiero decir, lo de traer a Akane en ese estado.

—No creas, mis padres quieren mucho a Akane, se hubiesen preocupado por ella, eso sí.

—Lo que yo decía —dijo Kisuke—, es Hisoka.

—¿No vienen Akira y Kyojin? —Se interesó Jisei.

—Sí, van a venir. Les he dejado un rato a solas para que asimilen todo lo que les he contado.

—¿Les has contado todo?

—He contado bastante ¿Y tú a Sumire?

—Hola, Hisoka, es que me daba la impresión de que pasaba algo y he venido. No me ha contado mucho, pero tampoco hace falta para que yo entienda ¿Sabéis lo que tenemos que hacer? Lo he estado pensando y ya lo sé.

—No sirve hablar con su familia —habló Jisei.

—Pero Maron es muy maja, aunque de todas formas yo tengo otra idea; voy a hablar con mis padres para que Akane se venga a vivir a mi casa.

—No creo que Akane quiera molestar a tu familia —dijo Hisoka.

—No sería ninguna molestia, si lo que angustia a Akane es tener que mudarse a casa de su padre pues que se venga a mi casa.

—No es ninguna tontería —intervino Kisuke—, yo también lo he estado pensando y tiene razón, la solución es sencilla. Akane podría mudarse a vivir aquí, con nosotros. Nuestros padres no van a decir que no, al contrario.

Mientras en el comedor comenzaban a discutir sobre las ideas de Sumire y Kisuke, Ryuko, sentada en la cama donde estaba tumbada Akane, había cogido una de las manos de su amiga y se la acariciaba.

Aún estaba somnolienta, miraba el techo de la habitación de Jisei mareada y desorientada.

—No estés triste, Ryuko, no me gusta verte triste.

—No lo puedo evitar, he pasado mucho miedo.

—No quiero que llores, eres mi princesa.

—¡Mira que eres tonta!

—¿Te acuerdas? Yo era el caballero que te defendía y Jisei el hada mágica que se disfrazaba de campesina para que no la reconociesen.

—Eras el caballero más valiente del reino.

Hola, cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora