Al llegar la noche Akira fue a recoger a Akane a casa de su madre para acompañarla a la suya. Akane no habló durante todo el camino, se encontraba muy frustrada, si había algo que odiaba era que siempre la ordenasen hacer cosas sin pedirle su opinión y no es que no quisiera hacerlas pero ¿tanto costaba consultárselo? ¿Por qué siempre organizaban su vida? ¿Por qué no podía decidir? Seguro que por eso tenía esa manía de, empeñarse en organizar ella la vida de los demás. Si su madre le dijera las cosas de otra forma ella accedería pero no, siempre era la misma historia y ya estaba muy cansada.
Se encontraba bastante mal y Akira se daba cuenta de eso, la miraba casi asustado, temiendo que de un momento a otro se bloquease o algo peor aún: apareciese Ayesa; aunque si aparecía Ayesa podría aprovechar para poner su plan en marcha y pedirle salir o algo así.
Pero Akane no reaccionó de ninguna manera, ni tampoco hablaba. Akira la miraba de hito en hito seguro de que algo malo le pasaba.
En silencio llegaron a su casa y casi ni hablaron para despedirse. Akira no sabía como decirle que fuera a la cocina, allí le había vuelto a preparar un chocolate caliente y puesto una flor así que esperó a que la chica entrara al servicio para poner el vaso y la flor en una bandeja y subirla y colocarla delante de la puerta de su habitación; después se metió en su cuarto y apagó la luz, estaba bastante cansado, había sido un día muy ajetreado.
Cuando Akane vio la bandeja en el suelo la recogió y entró en la habitación, allí volvió a ponerla en el suelo y se sentó de rodillas frente a ella y fue entonces cuando de repente se sintió sola, muy sola y las lágrimas resbalaron por sus mejillas.
Akira no sabía si había dormido mucho o poco pero de imprevisto se despertó, algo le había despertado aunque no sabía el qué, quizás eso que notaba a su lado, eso que parecía emanar calor. Se giró para toparse prácticamente con Akane.
¿Otra vez en su cama? ¿Después de la advertencia que le había dado volvía a meterse en su cama?
Pero no podía enfadarse o disgustarse, recordaba lo triste que había estado toda la tarde y ese gesto de impotencia. Se recostó a su lado, la abrazó con delicadeza y entonces notó como la chica se acurrucaba en su pecho, acarició su pelo... no, hoy no iba a disgustarse, es mas, creía que ni ella se disgustaría si se despertaba y le veía abrazado a ella porque lo necesitaba.
—Descansa —susurró pegando sus labios a su cabeza—, yo te protegeré.
—Si —murmuró la chica de forma que más bien parecía un gruñido—... lo sé.
Akira sonrió, así que Akane hablaba dormida y a él le gustaba pensar que su subconsciente confiaba en él.
Lo que Akira ignoraba era que Akane, aparte de hablar dormida solía hacer cosas más problemáticas, pero no tardaría en descubrirlo.
...
Kamui notaba un cuerpo situarse encima de él, percibía su calor y el roce de una piel suave junto a la suya y unos labios ardientes devorándole, atrapando los suyos con lujuria y haciéndole estallar dentro miles de sensaciones. Sentía unas piernas aprisionarle la cadera y un cuerpo contra el suyo sin despegar los labios y aumentando la intensidad de un beso que le quitaba la respiración.
Se despertó bruscamente y lleno de impotencia... otra vez ese maldito sueño pero ¿era un sueño o un recuerdo?
De nuevo estaba frustrado, con rabia encendió la luz de la mesilla y se levantó.
Desde que pasó aquello en las vacaciones ese maldito sueño le perseguía continuamente. Se despertaba acelerado y en una situación muy incómoda y lo peor de todo era no saber si era solo un sueño o parte de sus recuerdos, esos recuerdos que no querían aparecer en su mente.
ESTÁS LEYENDO
Hola, cielo
Teen FictionSegunda parte de la novela "Con sabor a mandarina" Bastante complicado era para Akira, relajado y perezoso, intentar recuperar la confianza de Akane como para que llegase el popular y guapo Kamui a interesarse también por ella. Además el haber aver...