Capítulo 36

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Yusuke puso en una bandeja tres vasos, rojo para Akane, verde para Hisoka y azul para Kamui, que en ese momento estaban juntos.

—Tomad, probad.

—Parece que a Karura le ha gustado —comentó Hisoka.

—Akane, el tuyo es el rojo.

—¿Algún capricho?

—Os hemos puesto colores a todos, el tuyo el rojo de la pasión.

—¿No le habrás echado veneno, pequeño demonio?

—Agarra el rojo y calla.

Ayesa tomó el vaso rojo y bebió un poco. Todos la miraban.

—Está bueno —paladeó la bebida.

Antes de que Yusuke pudiera indicar que el verde era para Hisoka, Kamui lo cogió y Hisoka el azul. Yusuke estaba a punto de protestar pero como resultaría una queja muy tonta y a lo mejor evidente, se calló.

"¡Mierda!" pensó.

Hisoka y Kamui también alabaron la bebida.

—¿Os gusta? Pues os relleno los vasos.

Se llevó a toda prisa los vasos, casi los arrancó de sus manos.

—Maldito, Kaguya —gruñía—. Por suerte está aquí el frasco.

Rellenó los vasos y procedió a echar las cinco gotas ahora en el azul. Miró el frasco, mejor echaría dos gotitas en el de Akane, eso no parecía que hiciese efecto.

Regresó a llevarles los vasos.

Takato volvía al lugar donde estaba hecho el ponche, el frasco estaba muy a la vista, desde luego, que inconscientes eran todos. Lo cogió, tenía curiosidad por saber si realmente eso no olía a nada como había dicho Hotaru. Lo abrió y lo llevó a su nariz.

—¿Que haces? —preguntó de improviso Sumomo.

Takato dio un respingo y el frasco calló dentro del ponche.

—¡Ala! ¿Que has hecho? —gritó la niña.

—¡Ha sido tu culpa! ¡Me has asustado!

—¿Y ahora que hacemos?

—Pues sacarlo.

Takato metió los dedos y sacó el frasco, al hacerlo todo el líquido se derramó dentro.

—¡Madre mía! —Volvió a gritar la niña—. Hotaru te va a matar.

—¡Y a ti también! ¡La culpa es tuya! —Lloriqueó el niño.

—¿Y si lo lavamos y lo rellenamos de agua? A lo mejor no se da cuenta.

—¿Y qué hacemos con el ponche?

—¿Y si lo tiramos "por accidente"?

—Si, va a ser lo mejor.

—¿Que estáis tramando vosotros? —habló de pronto Hizashi que se había acercado a ellos sin que lo notaran.

—¿Nosotros? No, nada —contestó Sumomo—. Es que parece que ha caído algo en el ponche... a lo mejor una mosca.

—O una polilla —añadió Takato escondiendo la botellita.

—A ver —Hizashi cogió el cacito con el que lo servían y removió.

—Aquí no se ve nada, bueno, voy a servirme más.

—Pero...

—A Karura se la encantado.

Y Hizashi llenó los dos vasos. Sumomo y Takato sentían que estaban a punto de entrar en estado de pánico.

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