Solo había una persona a la que Momoka se atrevía a recurrir.
Puede que no fuera la persona adecuada, ella no lo tenía muy claro, seguramente había opciones mejores pero era la persona que le inspiraba más confianza.
Necesitó decírselo varias veces a si misma. No estaba muy segura de lo que hacía pero de lo que si estaba segura es de que ella sola no podía hacer nada así que había decidido que ese mismo día le pediría ayuda, quizás lo estropease todo... no, que tontería, seguro que no.
Pasó la mañana dándole mil vueltas a todo. No se dio cuenta de lo nerviosa que estaba hasta que durante un intercambio de clases, mientras seguía inmersa en sus pensamientos, Takumi dio un golpe seco en su mesa.
—¡Deja ya de olerte el pelo! —dijo muy serio—. ¡Me estás poniendo nervioso!
Momoka le miró sorprendida. El chico, sin decir nada más, se levantó de su asiento. Momoka se miró las manos, era cierto que tenía agarrado un mechón de pelo y se lo había acercado a la nariz; sabía que cuando se ponía nerviosa tenía la manía de agarrarse el pelo pero eso de olérselo era nuevo, quizás era porque el champó olía a mora y le gustaba el olor que quedaba en su pelo.
No dijo nada, ni protestó o se quejó de lo maleducado que había sido el chico, no tenía ganas de gastar su tiempo en una discusión que no le solucionaría nada.
Suspiró. Tenía que centrarse en Yuri, en intentar comprenderla y ayudarla, ahora eso era lo más importante.
Yuri y ella habían sido amigas desde pequeñas. Empezó a recordar aquellos pequeños detalles llenos de significado, esas risas cómplices entre ellas, esas noches que pasaban juntas contándose historias, la primera vez que ambas vieron a Kamui y su primera rivalidad, esas lágrimas que compartieron, las tardes hablando de sus sueños para el futuro, la ropa que se intercambiaban o la primera vez que se maquillaron.
Eran más que amigas, eran como hermanas y ahora su hermana estaba distanciándose de ella y no quería, no quería perderla, se había dado cuenta de que era más importante que Kamui y que cualquier otro chico, ella era su alma gemela, tan distintas las dos pero tan iguales, más allá del amor, del romanticismo, de los sueños estaba un lazo que las unía y que Momoka no estaba dispuesta a dejar que se rompiera.
"...
—Bueno, dime que te pasa, Momoka —había dicho Yuri esa misma mañana cuando, como cada día, las dos caminaban juntas hacia el instituto.
—Nada, no me pasa nada.
—No, si te pasa algo, te lo noto ¿Que te ha pasado?
—No es nada.
—Vamos, somos amigas ¿por qué nunca me cuentas lo que te pasa? siempre tengo que estar sonsacándote ¿Es que has tenido algún problema con Kamui?
—No, pero ya que hablas de no contar nada ¿a ti que te pasa?
—¿A qué viene eso ahora?
—Viene a lo que viene. Sé que te pasa algo y tampoco tú me lo quieres contar.
—No sé a lo que te refieres. Espero que no vengas ahora tú también a preguntar que por qué salgo con Kenshi.
—¡No me refiero a Kenshi! ¡Me refiero a ti! ¿Que te pasa?
—¿Qué me pasa de qué?
—Hace un tiempo que no eres la misma, has cambiado.
—¿Que he cambiado?
—Yuri, si tienes algún problema puedes contármelo.
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Hola, cielo
Genç KurguSegunda parte de la novela "Con sabor a mandarina" Bastante complicado era para Akira, relajado y perezoso, intentar recuperar la confianza de Akane como para que llegase el popular y guapo Kamui a interesarse también por ella. Además el haber aver...