Fue en una tarde de primavera, no hacía ni calor, ni frío y una suave brisa primaveral traía perfume de flores...
Así era como Akira recordaba aquel día. Miraba con melancolía ese trozo de césped donde había vivido tantas sensaciones nuevas. Aquel día él estaba recostado en ese rincón medio escondido del parque, allí los niños que jugaban no le molestaban demasiado y él podía dedicarse a mirar el cielo relajadamente cuando una presencia fue a irrumpir en su paz, su mente y su vida.
"...Cerró los ojos dejándose llevar por esa sensación de paz. Oyó unos pasos que se acercaban a él, se pararon a su lado y aquella presencia se sentó junto a él. No le hacía falta abrir los ojos, sabía quién era.
—¿Akane? —dijo casi con miedo.
—¿Cómo sabes que soy yo?
Abrió un ojo y se giró a mirarla, allí estaba, sentada a su lado abrazándose las piernas.
—He reconocido tu colonia, hueles a jazmín.
—Es verdad —Akane sonrió.
Es curioso como cuando una persona te interesa se te agudizan los sentidos y eres capaz de verla en la lejanía entre una multitud, reconoces su voz, sus pasos, su perfume; curiosas facultades que de pronto se nos desarrollan.
—¿Que haces aquí? —preguntó a su amiga.
—He venido a ver el cielo contigo ¿te molesta?
—No.
Akira volvió a cerrar los ojos. Akane se recostó a su lado.
—¿Te puedo hacer una pregunta, Aki?
—Si.
—¿Me vas a contestar?
—No.
—¿Sabes lo que te voy a preguntar?
—Sí.
—¿Qué ves de especial en el cielo
Akira sonrió levemente.
—Nunca te rindes, pero no te lo voy a decir.
—¿Por qué?
—¿Has venido aquí solo por eso?
—Pensé que mirando el cielo contigo podría entenderlo. Siempre dices que no lo comprenderé.
—Eres cabezota para todo.
Guardaron unos minutos de silencio.
—Akira...
—¿Humh?
—Tú también eres bien cabezota ¿Por qué no me quieres decir que ves que te gusta tanto en el cielo?
—En realidad me gusta más mirar el cielo de noche, me gustan las estrellas, ese es todo el misterio.
—¿Y qué haces mirándolo de día?
—No lo miro, lo que estoy haciendo en vaguear, me encanta no hacer nada, ya sabes, si algo puedo no hacerlo mejor no lo hago.
De nuevo el silencio.
Akira sonreía, lo hacía porque se acordaba que cuando conoció a Akane lo hizo solo porque era amiga de Ryuko, la chica que le gustaba a su mejor amigo. Akane no era perfecta, no era la chica más guapa del mundo, se metía con él porque decía que era un vago, discutían sobre cualquier cosa y siempre estaba organizándolo todo, vale, Akane no era perfecta pero al fin y al cabo él siempre pensó que la perfección era muy problemática.
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Hola, cielo
Подростковая литератураSegunda parte de la novela "Con sabor a mandarina" Bastante complicado era para Akira, relajado y perezoso, intentar recuperar la confianza de Akane como para que llegase el popular y guapo Kamui a interesarse también por ella. Además el haber aver...