Akira miraba el techo de su habitación cuando escuchó a su padre llamarle desde la planta baja de la casa. Se levantó pesadamente y se dirigió, con bastante desgana, al cuarto que su padre solía utilizar para meditar, hacer caligrafía y esas cosas que hacía su padre cuando quería librarse de su madre. Encontró a su padre preparando el tablero de ajedrez.
—¿Qué quieres?
—Ven, vamos a jugar.
Akira suspiró. Eso quería decir que su padre iba a iniciar una charla sobre algo; su padre era demasiado previsible, siempre hacía lo mismo. Se sentó frente a él y abrió la partida.
—¿Hoy no sales con tus amigos?
—No tengo ganas.
—Tu madre ha dicho que tengo que hablar contigo.
—Típico de ella.
—Dice que hoy estás muy raro.
—Se me pasará.
—¿Es por Akane, verdad?
—Supongo.
—¿Es porque no sabes que hacer para ayudarla?
Akira se llevó una de más manos a la frente y parecía dejar caer su peso sobre ella.
—No, no es eso... es una tontería.
—¿Te ha rechazado?
—No es eso. Es que hoy ha salido con el imbécil del Kaguya, el tipo más engreído del instituto.
—¿Es su novio?
—No. No lo es, ni siquiera están saliendo, al menos no de forma habitual. Hoy se supone que han ido a preparar un debate, les ha tocado hacer equipo porque el universo me odia.
—Entonces ¿Cuál es el problema?
—Que él quiere tirársela.
—¿Tirársela?
—Si, ya sabes ¿me entiendes o no?
—Ah, y eso te pone celoso.
—Me pone rabioso.
—¿Temes que suceda?
—¿Con Akane? No, pero me da miedo que ella se deje impresionar por él o que no se llegue a dar cuenta de que... de que...
—De que tú la quieres de verdad. Es eso ¿no? Crees que él no está enamorado de ella —Akira guardó silencio—. Ya veo. En realidad tienes miedo de que si esté enamorado de ella, que sus intenciones no sean las que tu pienses.
Akira siguió sin contestar.
—Estás asustado, celoso y rabioso. Tienes miedo a que te quiten lo que crees que debe ser tuyo —Akira hizo un gesto como si estuviese conteniendo sus lágrimas—- Puedes llorar si quieres, no vas a ser menos hombre por hacerlo.
—Ya lo sé. Ya sabes que siempre he sido un llorica así que ya he llorado también por... ella.
—¿Cuando has llorado?
—Cuando supe lo que le pasaba, cuando siento que no la puedo ayudar, que soy un crío inútil que no se hacer nada, que no sé cómo...
—Eso es llorar de impotencia, has llorado por ella pero ¿Has llorado por amor? ¿Has llorado por ti mismo?
Akira la miró interrogativo. Akito se levantó.
—Ahora voy a salir, cuando lo haga, enciérrate y busca dentro de ti tu propio dolor, el tuyo, no el de ella, no el dolor por sentirte impotente por no poder cambiar el pasado, por querer ayudarla y no poder hacerlo todo lo deprisa que quisieras, no el dolor por querer que confíe en ti o porque sientas que no puedes hacerlo. Busca el tuyo, ese dolor que sientes al pensar que te la pueden quitar, esa rabia que te haga gritar de celos, no los reprimas, siéntelo, siente el miedo, los celos que te torturan y sácalo todo. Llora con todas tus ganas, grita, golpea... haz lo que sea pero no lo mantengas dentro de ti porque te terminará pudriendo. Por una vez piensa en ti mismo.
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Hola, cielo
Novela JuvenilSegunda parte de la novela "Con sabor a mandarina" Bastante complicado era para Akira, relajado y perezoso, intentar recuperar la confianza de Akane como para que llegase el popular y guapo Kamui a interesarse también por ella. Además el haber aver...