Yuri se plantó delante de Ayesa con los brazos en jarra.
—¿Qué? ¿Soy capaz o no? ¿Te atreves a competir conmigo, cabeza de zanahoria?
—Uy lo que le ha dicho —susurró Sumire a Hikari—. Akane solo deja que la llame así Akira.
—No —dijo tranquilamente Ayesa mientras se miraba las uñas y pensaba que debía hacer algo para que Akane dejase de morderselas—. Yo no compito con nadie por conseguir besos, no necesito esos juegos para conseguir que un chico me bese.
—Nadie va a jugar a ese juego —dijo rotunda Momoka—, ni a ninguno de besos. Akane tiene razón, son ridículos.
—Mejor voy a traer algunos juegos de mesa —propuso Kamui.
Sumire miraba a Akane sin poder creerse muy bien lo que había hecho, eso no parecía normal, Akane era muy decidida algunas veces pero ahora se había pasado, era como si no fuese ella.
Mientras todos comentaban que era cierto, parecía ridículo jugar a esos juegos teniendo ya la edad que tenían y que parecían críos buscando besos, Kamui se marchó y no tardó en aparecer con unas cuentas cajas.
—Kamui —Ayesa se acercó a él con cara de querer pedirle algo mientras Akira la miraba frunciendo el ceño—. ¿Podrías traerme un helado? Ahora me apetece algo ácido ¿Tienes alguno de fresa?
—Claro, sin problemas. Voy a por él.
—Te acompaño —dijo Momoka—. Tengo que ir al baño.
Mientras los demás revisaban los juegos, ellos dos se dirigieron en silencio hacia la casa de la piscina. Nada más entrar, Momoka cerró la puerta y se apoyó en ella.
—¿Te pasa algo?
—Yo quería agradecerte el que nos hayas invitado.
—Mejor no lo hagas.
—Eres muy amable y generoso.
—No, no lo soy, nunca lo he sido. Todo lo he hecho por puro egoísmo, créeme.
Momoka abrazó a Kamui fuertemente. Este se encontró con que no sabía como reaccionar ante aquel gesto aparentemente espontáneo, o quizás no lo era tanto, quizás Momoka era algo que ya tenía planeado hacer.
—Momoka... esto... yo...
—Estás empezando a ser el chico que siempre supe que llegarías a ser.
—No, eso no es así, yo no soy el chico que tú crees.
—Se que ahora estás confundido, pero yo te ayudaré.
—Es cierto que estoy confundido y tú también. Te repito que todo lo hago por puro egoísmo y tendrías que ver los pensamientos que tengo últimamente.
—No seas tan duro contigo mismo.
Momoka le miró, sus ojos estaban llenos de lágrimas.
—Por favor, Momoka no llores, nadie como yo merece que llores tanto.
—Lo siento, es que no sé qué me ha pasado de pronto.
—No quiero hacerte daño pero me gustaría que dejaras de idealizarme, es una carga muy pesada para mí, al final terminarás odiándome. Deberías saber algo de mí...
—¡No! —Casi gritó interrumpiéndole, tenía mucho miedo de que fuese a confesar que le gustaba Sumire y ella no estaba preparada para tal confesión—. No quiero saberlo, no necesito saberlo.
—Pero Momoka yo quiero ser sincero contigo.
—No me digas nada, no quiero saberlo.
Momoka se acercó a él de una forma sugerente y sensual, Kamui pensó que estaba insinuándole que la besase y que si lo hacía seguramente ella no se opondría pero ¿quería él besarla? Aquello era muy provocador y él quería, después del beso que había recibido deseaba besar de nuevo y sentir lo mismo pero es que no era exactamente lo que esperaba y si ahora la besaba quizás solo querría significar lo egoísta que era.
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Hola, cielo
Teen FictionSegunda parte de la novela "Con sabor a mandarina" Bastante complicado era para Akira, relajado y perezoso, intentar recuperar la confianza de Akane como para que llegase el popular y guapo Kamui a interesarse también por ella. Además el haber aver...