Capítulo 7

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Nael.

Estaba en la panadería comprando unos bizcochos para los pequeñines antes de irlos a visitar.

-Deme 10 de chocolate y 10 de frutilla.

-¿Para llevar o para servir? -preguntó amablemente una chica bastante joven.

-Pues no creo que me pueda comer sola todo eso, deme para llevar -la chica soltó una pequeña risita por mi comentario.

-Como diga -atendió mi orden y me entregó lo que le pedí en dos bolsas grandes de papel. Le dí el dinero y salí.

Iba buscando las llaves de mi descapotable en el bolso cuando sentí un empujón y luego un dolor inmenso en mi trasero cuando caí al suelo junto con lo que había comprado.

El gilipollas que me hizo esto, las iba a pagar.

-Lo siento mucho, no fue intencionalmente... ¿Nael? -me extendió la mano y empezó a carcajear.

-Que bonita manera de saludar a alguien, Lorenn -no tomé su mano, me levanté sola y acomodé mi falda. Seguía riendo el muy descarado.

-De verdad lo siento mucho, es sólo que venía a comprar un jugo y me distraje viendo ese precioso descapotable.

-¡Eh! Deja de ver mi auto, tu tienes el tuyo y deberías ser más cuidadoso cuando andas por la calle -me fijé en los bizcochos estropeados en el piso-. ¡Mira lo que hiciste!

hizo caso omiso a mi reclamo y continuó mirando el auto.

-Así que este es tu carro nuevo. Felicidades, buena elección Laúz.

-Gracias y ahora si me permites, tengo cosas importantes que hacer -cogí mi bolso que se había caído y caminé otra vez hacia la panadería.

-¡Espera! -sentí su mano en mi brazo y me giró para que lo mirara.

-¡Suéltame, tengo que irme!

-Deja que compre los dulces, para reparar el daño -dijo señalando el piso donde yacían los dulces-. Son para los niños ¿verdad?

-Sí. Pensé que te habías olvidado.

-No, no, para nada. Fui a tu oficina y no estabas, luego vine a comprar un jugo porque yo no se donde queda el orfanato, entonces supuse que no te vería hoy.

-¿A mí o a los niños?

-A los niños y a ti para que me lleves con ellos -lo miré a los ojos azul intenso que tiene y estaba un poco nervioso-. Deja que compre las golosinas, por favor.

-Que más da -sonrió satisfecho y entramos a la panadería.

Luego de comprar otro tipo de dulces, fuimos al orfanato, él en su carro y yo en el mío. Nos recibió la señorita Dell con una gran sonrisa y entramos al patio donde estaban jugando mis niños. Axel lucía muy contento.

-¡Miren... Es Nael! -dijo el travieso Thomas y todos corrieron hacia mí y me abrazaron.

-Tranquilos mis niños. Hoy traje un cuento muy bonito -los miré con ternura-. ¿quieren escuchar?

Todos soltaron un ¡Eh! acompañado de un ¡Sí!.

-¿El es tu novio, Nael? ¿Dónde compro uno? ¿Quiero uno guapo como él? -dijo la extrovertida Samanta halandome la falda de abajo hacia arriba en repetidas ocasiones. Solté una carcajada y Axel hizo lo mismo mirándome divertido.

-No, mi niña. Es un amiguito nuevo que traje para ustedes, su nombre es Axel -me agaché para darle un beso en la frente a la pequeña pelinegra.

-¡Tenemos nuevo amigo, se llama Axel! -grito Samanta y todos los niños corrieron hacia él y lo empezaron a abrazar.

Solo míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora