Capítulo 33

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Nael.

-No me hagas daño, por favor -suplico con voz temblorosa.

-Cállate -se acerca a mi y tira de mi cabello hacia atrás-. No hagas ruido, porque si nos descubren la vas a pasar realmente mal.

Ahogo un grito cuando aquel hombre que me ha atrapado al intentar salir del edificio me tira al piso. Las lágrimas no paran de salir de mis ojos y las piernas me tiemblan del miedo. Todo es oscuro y no puedo diferenciar el rostro del sujeto. Mi corazón parece querer salir de mi pecho y yo solo me quedo en un lugar de esta inhóspita habitación hecha un ovillo mientras que el sujeto se queda en la puerta. Puedo escuchar gritos y disparos. Aún no puedo creer que me encuentre en esta situación.

Axel... Espero que estés bien, no me lo perdonaría, no me lo perdonaría ni en un millón de años si algo te llega a suceder, mi amor. 

Si tan solo no hubiera hecho caso a aquel mensaje que recibí hace unas horas diciéndome que Axel estaría aquí quizá no estaría en esta situación... Pero él si...

Escucho muchas voces gritar entre ellas la de Axel, pero no entiendo lo que dicen. Cada minuto que pasa parece eterno y no veo la hora de salir de aquí. Unos disparos me sobresaltan después de un buen rato de no haber escuchado ninguno.

El sujeto se acerca a mi y me coge del brazo con fuerza lo que provoca que me queje y rápidamente este azota mi rostro con una fuerte palmada.

-Te dije que te callaras -dice con rabia y siento un frio metal sobre mi cintura-. Ven conmigo y no hables, que ni se te ocurra querer escapar, guapita.

Asiento aún sabiendo que no me puede ver. Mi cuerpo parece el de un títere que aquel tipo maneja a su antojo. Salimos de la habitación y recorremos un pasillo oscuro que da miedo, bajamos por las escaleras por las que he subido antes y nos detenemos al escuchar unos murmullos.

-Tu ve por allá -es Axel, suspiro aliviada al escuchar su voz-. Yo me encargo de esta zona.

La ganas de pedir ayuda me delatan y cuando abro la boca para gritar el sujeto rápidamente la cubre con su mano y presiona aún más el arma.

-No hables, dije -susurra en mi oído muy cerca, tanto que su boca roza mi lóbulo-. Ven -ordena y tira de mi brazo. No se a donde nos dirigimos pero mi ansiedad crece y me tropiezo constantemente por la prisa en la que caminamos.

Llegamos otra vez a un lugar sólido y muy oscuro. Me aterra... Cierra la puerta y el silencio se apodera de la estancia.

-Si no salgo vivo de esta, por lo menos voy a disfrutar un poco contigo -me estrecha contra él y empieza a besar mi cuello.

Asco... Eso es lo que siento en este momento, ya ni me salen lágrimas, creo que he votado todas. Sus manos empiezan a recorrer mi cuerpo y no puedo evitar sentirme sucia, muy sucia. Lo aparto con las manos pero vuelve a insistir acercándose más.

-No me hagas daño, por favor -susurro en un hilo de voz.

-Eres muy guapa como para desperdiciarte -besa mi cuello nuevamente y toma mi rostro para besarme.

Antes de que sus labios toquen los míos levanto mi rodilla y le pego en su masculinidad. Se retuerce y lo tiro al piso, rápidamente busco la puerta entre la oscuridad.

-¡Ayuda! -golpeo la puerta con fuerza repetidas veces al no poder abrirla.

El hombre consigue levantarse y me agarra por el cabello para luego hacer que caiga al piso.

-Maldita zorra, he sido bueno contigo pero ya no más -murmura sobre mi cuerpo.

Cuando creí que ya no tenía más lágrimas para llorar estas vuelven a aparecer y lloro en silencio.

Solo míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora