Capítulo 51

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Axel.

-No puedo hacer esto -separo mis manos y mis labios de su cuerpo y me empiezo a abrochar la camisa.

-¿Por qué no? -se baja del escritorio-. Ya estás soltero y...

-Y sigo pensando en ella -le digo a la nueva recepcionista que contrató  mi padre hace unos días-. Te besé y te toqué pensando en ella.

Debo admitir que es una mujer muy guapa, con buenas curvas pero no me atrae de la manera que  Nael lo hace.

Esto es una despedida.

Han pasado ocho días y sus palabras siguen clavadas en mi corazón como un puñal.

Después de hacer el amor me devolvió el anillo de compromiso y me obligó a irme de su casa haciendome prometerle que no la volvería a buscar. Me sentí como el ser más destrozado del mundo. ¿Cómo puedes superar que la mujer que amas rechace tu propuesta de compromiso?

-Eres un idiota -planta una bofetada en mi mejilla y la verdad poco me interesa lo que haga.

-Y tú una cualquiera -me adelanto hasta la puerta y la abro para que ella se retire de mi despacho-. Hasta luego, María.

-Mi nombre es Mariam -me fulmina con la mirada y sale hecha una furia de mi oficina.

María o Mariam como sea que se llame es la nueva recepcionista y desde que entró a trabajar el jueves pasado no ha dejado de coquetearme hasta que llegamos a esto.

Cierro la puerta y acomodo bien mi traje. Me paso la tarde trabajando pero por culpa de los benditos pensamientos que rodeaban mi mente tuve que corregir errores garrafales en los planos que estaba diseñando.

Salgo del trabajo y lo único que quiero es ir a mi casa y descansar, dormir para olvidarme de todo por un rato. Ya son pasadas las siete de la noche y necesito estar bien para mañana volver al trabajo.

Al llegar a casa lo único que hago es tenderme sobre la cama y pensar en esos bellos ojos oscuros y ese corto cabello castaño. Aquella madrugada al ver sus piernas sentí un poco de lástima, ella no debió pasar por eso, es mi culpa. Si hubiese detenido a Kiara, no estuviésemos cómo ahora estamos. Le luce el cabello corto, le luce todo lo que se haga en el cabello. No la he visto, no hemos hablado, no nada desde aquella madrugada.

Me pregunto si me extraña como yo la extraño a ella.

Mi teléfono vibra en mis pantalones y no quiero contestar, pero es tanta la insistencia que luego de unos minutos descuelgo.

-Milliam...

-Hermanito -contesta alegre-. Necesito que vengas elegante a casa como siempre.

-¿Para qué?

-Cena familiar... Estará Zack con nosotros y... Puedes traer a Nael.

Golpe bajo.

-Ella y yo, ya no estamos juntos, se acabó -digo con pesar.

-No lo sabía -silencio-. Lo siento mucho.

-No te preocupes. Estoy bien.

-¿Seguro?

-No -me sincero.

-Hablaremos después, te quiero, hermanito.

-Y yo a ti -cuelgo.

Una idea cruza rápido por mi mente y entonces me pongo de pie y me quito la ropa de trabajo, me coloco una bermuda y una playera junto con unas chanclas de descanso. Agarro las llaves de mi coche y de un portazo cierro mi departamento. Subo al ascensor y marconpara bajar al estacionamiento. Entro en mi auto y lo pongo en marcha hacia mi casa del bosque.

Solo míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora