Capítulo 15

19.9K 858 51
                                        

Nael.

Unas peludas patitas tocaban mi cara y enseguida supe que era Algodón. Por suerte ayer cuando lo llevé al veterinario me dijo que era macho y que tenía unas tres semanas de haber nacido. Si no hubiera tenido que cambiar su nombre y Algodón es un nombre muy bonito, no lo cambiaría.

Abrí los ojos y me incorporé rápidamente. Había un sol radiante entrando por mi ventana.

-Espérame aquí iré a ducharme y en seguida bajamos a desayunar –planté un beso en su cabecita y lo arropé con mis suaves sábanas blancas.

Me levanté y caminé descalza hasta el cuarto de baño, abrí el grifo para que se llenara la bañera mientras que yo veía en el espejo las enormes ojeras que se habían instalado debajo de mis ojos, debido a la mala noche que tuve.

No podía dormir. El detective Ross me informó que había huellas dactilares en coche con el cual choqué y que estas respondían a Tony Coswell. Lo que no sabían era cómo había escapado del impacto, casi cometiendo un crimen perfecto. Ahora estaba siendo buscado por la policía. Maldito Tony. ¿Por qué tuvo que llegar a nuestras vidas?. Quizá quiere vengarse por lo que sucedió conmigo hace años pero no sabía que él podía llegar a esos extremos. En esos momentos extrañaba a Alish, ella hubiera venido a pasar la noche conmigo.

Me introduje en el agua caliente y lavé mi cuerpo.

Cinco niños del orfanato ya encontraron padres y cinco siguen ahí. Ayer que los fui a visitar estaban tristes porque se habían ido sus hermanitos. Un matrimonio de cuatro años se llevó a los cinco. Según me informó la señorita Dell, ellos tenían el dinero suficiente para mantenerlos. Bien por ellos. Espero que sean felices mis niños. La pequeña Samantha estaba muy triste.

Salí de la bañera, sequé mi cabello y me dirigí a mi cuarto de closet.

Me coloqué una vestido de color Beige y me calcé unos zapatos altos de color negro.

-Ven a mi, hermoso Algodón –caminé hasta mi cama y busqué entre las sábanas a mi bello hurón.

No estaba, busqué debajo de mi cama y en todos los rincones de mi habitación y no estaba. Bajé rápidamente las escaleras y busqué por toda la sala, el comedor, el despacho de mi padre, el patio y no estaba. Solo me quedaba buscar en un lugar.

-Lucy... -caminé hasta la cocina-. ¿Has visto a Algodón?

Entré y lo primero que vi, fue a mi hurón encima de la isla de la cocina comiendo fruta... sin mí.

-Aquí está, mi niña. Buen día –depositó un beso en mi mejilla mientras yo me sentaba.

-Buen día Lucy...

-Tu desayuno, mi niña.

Uhm... tarta de manzana.

Dejé a Algodón con Lucy, me subí en mi coche y emprendí el viaje hasta el centro de Miami, la mañana estaba fresca y no había mucho tráfico, mientras conducía me preguntaba por Axel, él había quedado en llamarme y no lo hizo, sabía que estaría ocupado porque me lo dijo en el aeropuerto pero si no quería hablar conmigo era mejor que no me hubiera dicho nada. Hoy llegaría muy puntual a la empresa, así que decidí que quería pasar por un café primero y luego por una librería para comprar una novela.

Entré por la acristalada puerta del café más cercano a la empresa y una campanilla sonó de inmediato.

Me senté en una de las mesas y rápidamente una señorita de cabello afro se acercó a pedir mi orden.

-Un mocachino para llevar por favor –le regalé una sonrisa.

La señorita se alejó y entró en una gran puerta de color blanco. Empecé a mirar la decoración del lugar y era muy moderno. Muebles color beige, mesas redondas y blancas, ventanas de vidrio, muy limpio por cierto.

Solo míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora