Capítulo 21

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Nael.
La separo un momento con mis manos para mirarla.
Se me encoje el estómago. Una idea retorcida pasa por mi mente al ver aquella mujer.

-Eres tú mi tartita de manzana -dice y acuna mi rostro entre sus manos, las lagrimas siguen haciendo su aparición.

Al escuchar esas palabras el corazón se me paraliza... Ella no puede ser mi madre. Mi madre está muerta. Murió hace cinco años. Ella no puede ser mi madre...

-Háblame hija... di algo... -me mira con desesperación y dolor en sus bellos ojos color café oscuro como los míos.

-No eres mi madre... mi madre murió hace cinco años -se escapan sin permiso las lágrimas.

-No estoy muerta, mi tartita... mírame, preciosa -hace que fije mi mirada en sus ojos-. Soy tu mamá y estoy aqui.

No me cabe duda, es ella. Mi corazón ahora late muy rápido antes ni siquiera parecía tener vida. Pero... ¿Cómo es posible? Yo vi sus cenizas... pero nunca su cadáver...

De repente me flaquean las piernas y lo siguiente que veo es todo del color de la noche.

***

-Despierte, señorita -un olor fuerte capta mi sentido del olfato.

Los parpados me pesan y cuando intento abrirlos veo aquello que pensé era un sueño.

-Esta reaccionando -mi mamá me mira con alivio pero al mismo tiempo preocupación.

Trato de incorporarme y me siento sobre una cama, en donde no sé como he llegado.

-¿Donde estoy? -arrastro las palabras.

-Está usted en el cuarto de servicio de la estación, señorita -me habla la chica que me había atendido cuando llegué al mini market, sostiene en una mano algodón y en la otra alcohol, supongo que eso fue lo que olí.

-¿Cuanto tiempo he estado inconsciente? 

-Aproximadamente diez minutos, señorita -contesta muy cortes.

Miro a mi alrededor y me vuelvo a fijar en ella... en mi madre.

¿Por qué está aquí? He vivido engañada. La he echado tanto de menos, que me cuesta creer que esté viva. Cinco años... cinco años viviendo una mentira.

Y ahí está ella, con los ojos llorosos y unas ojeras enormes en el contorno. Está mas delgada de lo que yo recordaba y el cabello está muy largo... pero muy largo que le llega por las rodillas. 

La sigo mirando, no sé que decir. Ni siquiera sé como me siento en este momento. Estoy feliz pero a la vez muy alterada... Amanda Linos. Mi madre. Está viva.

-No sé que decir... mamá.

-No digas nada preciosa, ahora no. Necesito que me ayudes, mi amor -dice un poco desesperada.

-¿Qué sucede, mamá? -pregunto rápidamente.

-Necesito llegar a la ciudad pronto. Tengo que avisarle a la policía -se rompe en llanto-. Necesito... hablar con la policía.

-Tranquila mamá -la abrazo y sigo sin creer que la tengo entre mis brazos... viva.

Recuerdo que Axel está afuera esperándome... madre mía, ha pasado mucho tiempo... me pregunto que opinará de lo de mi madre.

-Mamá, vamos -la tomo de la mano, esta fría-. Hay alguien que nos puede ayudar a llegar a la ciudad.

Bajo de la cama y tiro de ella. Al salir del cuartito, vemos que está muy ocupada la chica atendiendo varios clientes, me acerco a ella, le doy un fuerte abrazo y le susurro un gracias.

Solo míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora