Capítulo 20

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Axel.

Mientras que Nael, se baja y va hacia el mini market por unas galletitas de chocolate según me dijo cuando veníamos a toda velocidad en la moto, aprovecho para llamar a Rick otra vez. Rick quería decirme algo, algo que no alcance a escuchar cuando le colgué al ver a Nael en la mañana al salir de su cuarto.

-¡Te vienes ahora mismo, maldito. Las peleas se han adelantado! -la voz de ese inútil gritándome me inundó los oídos-. ¡Te reservé la última pelea y como no vengas tu preciosa hermana se va a enterar de lo que es bueno, idiota!

Respiré fuertemente y conté mentalmente hasta diez, odio que me den ordenes.

-Y una cosa más... ni se te ocurra contarle a tu noviecita, bastante tiene con su madre muerta y su padre por el mismo camino  -soltó con una risa amarga y colgó al instante.

Sentí como si mil pedazos de cristal se estuviesen rompiendo de haber contenido el liquido de ira que circulaba por mis venas.

No lo pensé mucho, me coloqué el casco y encendí la moto y salí a toda carrera por la autopista. 

Tenía planeado llevar a Nael a un lugar muy especial, muy lejos de la ciudad y quedarme con ella hasta la noche, hasta que llegase el momento de enfrentarme otra vez a mi pasado. Pero este me seguía con mucha fuerza y yo era incapaz de mantenerlo alejado, se me está escapando de las manos esta situación, debo hacer algo, esta puta angustia de no saber como proteger a mis seres queridos me estaba matando.

Las peleas serían donde siempre se había hecho. En un hotel abandonado al otro lado de donde dejé tirada a Nael. Tendría serios problemas con ella, pero mejor eso a que le hagan daño. No me lo perdonaría.

Al llegar, me bajo de la moto y enseguida uno de los hombres de Rick viene hasta mi y me indica donde estaba el muy cabrón ya que quiere hablar conmigo. Sigo por el camino que me ha indicado ese otro idiota y abro la última puerta de un solo empujón haciendo que esta choque contra la pared.

-Son diez mil dólares en juego, mas te vale que ganes o la primera en morir será tu hermosa hermanita -el asqueroso de Rick me tira sobre la mesa un teléfono móvil.

Me acerco con cautela hacia el escritorio en el que está sentado ese hijo de puta y cojo el teléfono, observo la pantalla y  lo que veo me deja con la boca abierta y la respiración paralizada.

Es Milliam, riéndose con un grupo de amigas en un café y tambien Alish, se puede apreciar que ellas no están enteradas, que la foto la han tomado desde el otro lado de la calle. ¡Las tiene vigiladas! El muy hijo de puta ha mandado a seguir a mi hermana y a Alish.

Sentí tanta rabia que sin darme cuenta tenía mis manos sobre su asquerosa camisa sujetándolo por el cuello y él con una sonrisa en su semblante.

-¡Déjalas en paz, maldito. Ellas no tienen nada que ver con esto! -le grito y en seguida le escupo en el rostro de hijo de perra que tiene.

-Sueltame, idiota -unas manos que cogen por los hombros y me veo obligado a soltarlo-. Ve allá fuera, hijo de perra. Tu hermana necesita que hagas unos billetes para mi. 

Salgo de inmediato, me quito la chaqueta y la camisa en el camino hasta el ring y las dejo sobre una mesa de la cual pocas personas tienen acceso de vista. Abro la doble puerta que me separa entre el presente y el pasado y luego todo esta hecho.

La gente al verme empiezan a gritar y al mismo tiempo a abuchear, mi corazón ha tomado un ritmo muy rápido que soy incapaz de controlar. Camino entre la gente con la vista centrada en mi oponente que espera en el ring. Un tipo corpulento con una cicatriz en la mejilla derecha y tatuado en el cuello y los brazos enteros. No me intimida, me he topado con hombres así, pero en este había algo diferente... mas seguridad. 

Subo a la lona y el arbitro de la pelea nos presenta a ambos, no escucho el nombre, mi cuerpo solo reacciona cuando tocan la campanilla y empieza la pelea.

Me abalanzo sobre aquel tipo y empiezo a propinar golpes en el rostro a puño cerrado. Siento tanta ira por dentro, tanta impotencia de no ser lo suficiente bueno, de no cumplir con mi propia promesa de cambiar por ella, de ser un completo idiota.

El hombre se esquiva con los brazos y de repente, entrelaza sus piernas con mi abdomen y mi espalda choca contra la lona, repite mi proceso pero no dejo que haga mucho porque se detiene un momento y aprovecho para asestarle un golpe en la nariz y cae otra vez a la lona, la sangre empieza a salir de su nariz y me mira con odio infinito, me pongo de pie y espero que él lo haga también, se vuelve a acercar y le doy con la rodilla en el estomago haciendo que este expulse el aire que lleva dentro, se encorva pero rápidamente se coloca detrás de mi y aprisiona mi cuello con sus brazos, es entonces cuando con el codo le vuelvo a pegar en el estomago, pero casi no se mueve. Con mis brazos lo tomo también por el cuello y con la fuerza que aplico en aquel movimiento logro que este pase por encima de mi y caiga en el piso. Esta vez no pierdo el tiempo y empiezo a asestar golpes por todo su cuerpo con mucha velocidad, unas manos me detienen por los hombros y me separan de aquel hombre.

-¡Ya ganaste. No sigas. Lo vas a matar! -me grita el arbitro.

No me di cuenta de nada, el hombre ya casi no respiraba y mis nudillos estaban rotos.

Salgo del ring y voy a donde dejé mis cosas, las recojo. Antes de llegar a la salida Rick se coloca ante la puerta.

-Bien, mi muchacho. Me alegro que vuelvas a donde perteneces -dice con esa sonrisa burlona que lo caracteriza al muy idiota. 

Le aparté de un empujón y salí de ese lugar. El pasado... el maldito pasado.

***

Cuando llego a mi apartamento, lo primero que hago es darme un baño. No aguanto esta situación. 

Dudo un momento si llamar o no a Nael, pero finalmente lo hago.

Hago muchas llamadas pero no contesta, ya es tarde el sol se ha ido y solo queda la fría noche.

Decido ir a buscarla a su casa, pero cuando llego, no están prendidas ni las luces.

Me empiezo a preocupar, no sé donde está, el coraje empieza a hacer presencia dentro de mi, no tengo idea de donde puede estar.

Se me ocurre que podría estar en el hospital visitando a su padre y allí es donde voy.

Cuando llego hasta la planta en la que se encuentra su padre, logro verla y ahora puedo respirar con tranquilidad. Esta sentada sola en un banco, hecha un ovillo, alza sus preciosos ojos al frente y luego voltea en mi dirección y esta llorando.

Sus ojos oscuros me miraban desconsolados y con una evidente decepción recorriendo su rostro. Me sentí como el ser más detestable de la tierra. ¡Joder! Le mentí, incumplí mi palabra y me prometí a mí mismo que iba a cambiar por ella.

Me acerco hasta ella a paso lento.

-¡Lárgate, Axel. No me vuelvas a hablar en tu puta vida! -me grita.

Aparece el imbécil del doctor y le pide que se calme entonces entran juntos en la habitación del padre de Nael.

La seguiría, pero el odio que vi en sus ojos me dejó muy en claro lo serio que iban sus palabras.

Me dolieron pero es mi castigo por ser tan idiota.

Solo míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora