Capítulo 7: No eres tan fuerte (2/2)

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- ¿Falta mucho? – se quejó Shippo cansado – No me habías dicho que estuvieran tan lejos. En esta zona hay muchos demonios peligrosos.

- No todos sois peligrosos – hizo notar Rin.

Shippo arqueó una ceja.

- Ya sabes a qué me refiero. Yo sé defenderme solo, pero tú no.

- ¿Cómo que no? – Rin hizo una mueca, molesta – Soy tan fuerte como cualquiera. No me juzgues así sólo por ser mujer.

- No es por eso – negó el chico – El resto de aldeanos y aldeanas tampoco sabrían defenderse, y entre ellos cuento a todos los hombres que tenemos.

Rin no parecía convencida. Ella sabía que no era ninguna guerrera, pero estaba segura de que tampoco era una debilucha como el resto de los del pueblo. Aunque, bien mirado, si los hombres no eran capaces de acabar con sus propias manos con los demonios, ¿sería ella capaz de tales hazañas? Ya no estaba tan segura.

- Aquí es – anunció con una sonrisa – Mira, son todas rojas.

- Seguro que a Yuki le gustarán – y empezaron a recogerlas.

De repente, Rin notó una suave corriente de aire y un sonido familiar a lo lejos. Parecía como un gruñido. ¿De qué le sonaba ese ruido?

Miró a Shippo, pero él no parecía haber oído nada. Estaba muy concentrado en el ramo de rosas que estaba recogiendo para la joven que tanto le gustaba.

Otra vez el gruñido. Se le paró el corazón ¿Sería... sería A-Un, el caballo volador de dos cabezas del señor Sesshomaru?

Escrutó el cielo nocturno con la mirada, pero no pudo ver nada.

- ¿Qué haces?

- En realidad... nada – dijo, mirando el cielo por última vez y continuando con las rosas.

- Ya tenemos suficientes – anunció el zorro – Regresemos.

Estaban tan sólo a medio camino de la aldea cuando un nuevo ruido les sobresaltó. No era el gruñido que Rin había oído hacía un rato, sino el crujir de ramas y hojas secas.

- ¿Qué ha sido eso? – exclamó la joven, asustada.

Shippo se tensó a su lado.

- No estamos solos.

Al instante, aparecieron tres extrañas figuras que se acercaron con rapidez. No fue difícil distinguirlas. Eran tres enormes bestias, similares a los osos, pero con unos ojos gigantes y rojos, y unas zarpas que se asemejaban a cuchillas. Tenían el pelo erizado y gruñían de forma salvaje. No eran animales, sino demonios.

- ¡Corre! – le ordenó Shippo poniéndose frente a ella para defenderla.

La muchacha quería ayudarle, de verdad que sí, pero por el momento, obedeció y empezó a correr. Al verla, los tres demonio-osos embistieron contra los chicos, pero Shippo golpeó en la cabeza a uno de ellos y consiguió distraerlo. Pronto, el segundo también tenía la mirada fija en Shippo y el zorro los alejó del lugar, guiándolos hacia las profundidades del bosque. No obstante, no consiguió que el tercero lo siguiera.

Rin estaba escondida entre unos arbustos. Había agarrado una piedra grande por si se veía obligada a ir a ayudar a su amigo, pero sabía que, de momento, se las apañaría sin problemas. Rin no era ninguna cobarde, todo lo contrario, era una joven de gran valor y coraje, pero debía admitir que, al verse frente a frente con esos diablos, se había sentido pequeña y asustada. Tal vez no fuera tan fuerte como ella creía.

Estaba envuelta en esos pensamientos cuando oyó crujir una rama. Se volvió en el acto.

- ¿Shippo? ¿Eres tú?

No hubo respuesta.

- ¡Shippo, no es momento para bromas! – gritó la chica, cada vez más asustada.

Otro crujido.

- ¿Shippo? ¡Oh, Dios mío!

El más grande y fiero de los tres demonio-osos la había seguido y ahora estaba justo delante de ella, abriendo sus fauces mientras mostraba sus enormes dientes.

- ¡¡Ahhhh!!

Rin dio un ágil salto y se colgó de la rama más baja del árbol. A duras penas consiguió subirse a la rama y no caerse. Pero el diablo no se dejó sorprender; se acercó al tronco del árbol y empezó a escalarlo.

- ¡Estoy perdida! ¡Sabe trepar! – pensó en ese instante la pobre joven.

Antes de que el oso le diera un zarpazo, Rin dio otro salto y se agarró a la siguiente rama del árbol. No sabía hacia donde huir.

- ¡¡Grrrr!! – fue el sonido de la bestia. Intentó darle otro zarpazo, pero Rin había vuelto a trepar a la siguiente rama.

Se habían adentrado tanto en el bosque que no los oiría nadie en la aldea. Estaban solos e indefensos. No había nada que hacer. "Ojalá Shippo vuelva pronto" pensaba la chica, viendo que su final estaba cerca.

El oso continuaba en las mismas. Se dio impulso y consiguió alcanzar con la pata delantera la rama en la que estaba la pobre Rin. Con gran brutalidad, le dio un manotazo en la pierna a la joven. Ésta sintió el dolor de la herida y el correr de su propia sangre. Se sintió desfallecer y casi cae de la rama.

Otro zarpazo le dio en el brazo y perdió el equilibrio. Ahora tan sólo se sujetaba de una mano. ¡Estaba colgada de la rama solamente de un brazo!

Sin poder evitarlo, empezó a llorar. "¡Es el fin!" pensó "Lo siento mucho, Shippo. Kaede, Kagome, Sango, Inuyasha, Miroku, Kirara... Adiós"

Y se resbaló de la rama.

- ¡¡Señor Sesshomaru!! – gritó mientras caía del árbol sin poder remediarlo.

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Espero que os haya gustado. La cosa se pone intrigante. Besos y hasta el domingo <3

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora