Era mediodía. El fuego crepitaba en el centro de la cabaña de la anciana Kaede. Rin y la sacerdotisa hacían sopa de verduras en una olla oxidada.
- Rin – la llamó Kaede – ¿Puedes ir a la fuente a por agua?
- Voy enseguida.
La muchacha cogió un cubo y se dirigió a la fuente de la plaza de la aldea. Había poca gente a esas horas, pues todo el mundo se encontraba en sus casas preparando la comida.
Mientras llenaba el cubo, vio una rápida sombra reflejada en el agua, demasiado veloz para distinguir lo que era. Se volvió con rapidez y pudo ver como lejos, en el aire, una especie de criatura desaparecía en el bosque.
- Un enemigo – pensó. Y, dejando el cubo en el suelo, desenvainó su espada y se perdió rápidamente entre los árboles.
* * *
- ¿Quién anda ahí? – inquirió la joven valientemente. Estaba ansiosa por probar si su entrenamiento estaba dando realmente fruto – ¡Muéstrate!
Se oyó un crujido de ramas a su espalda y la joven se sobresaltó, pero mantuvo el temple y no perdió el equilibrio.
- ¡Vamos! ¡Aquí me tienes! – y asió la espada con fuerza, colocándose en posición de ataque.
- ¿Rin? – preguntó una voz entre los árboles y una figura alta y esbelta surgió de entre las sombras.
- ¿Señor Sesshomaru? ¡Qué alegría verle! – dejó caer la espada y se acercó corriendo a abrazarle – Esta vez sí pensé que no regresaría.
Sesshomaru retrocedió un poco, no queriendo que ella notara su alegría al verla de nuevo. Se habían dicho demasiadas cosas la última vez que habían estado juntos, y él sabía que le había hecho daño. Rin no parecía recordar nada de eso en ese preciso instante, pero si no era entonces, lo recordaría luego. No podía quitarse el recuerdo de su cara de crispación al decirle a su pequeña que no quería que los acompañara.
Sacudió la cabeza e intentó olvidar también él por un rato la tensa situación de la última vez. Había otras cosas que le rondaban ahora por la cabeza.
- ¿Por qué tienes una espada? ¿Se la has quitado a algún demonio?
- ¿Eh? No – respondió ella, indignada – Es mía. Ahora soy una guerrera.
En cuanto pronunció las palabras, Rin se sintió estúpida. ¿Una guerrera? ¿Ella? Sin duda Sesshomaru se burlaría. No obstante, lejos de hacerlo, el apuesto demonio asintió serenamente y se acercó con decisión a la chica. Le tendió la mano y esperó a que ésta le prestara su espada. Rin se la cedió.
- Mmm... – murmuró el demonio sopesándola con cuidado y agitándola en el aire – Es una espada pesada para ti ¿Te manejas bien con ella? – dijo con su tono siempre calmado y solemne.
- Hago lo que puedo – respondió la chica con humildad.
- Tal vez necesites una espada más ligera.
Rin frunció el ceño. Había estado entrenando y estaba segura de que no era necesario que su espada pesara menos. Así que, se la tomó de las manos y la balanceó hábilmente en el aire con un solo brazo. Sesshomaru se fijó en la reciente fuerza de la chica y en su principio de músculos.
- Te dejo sola unas semanas y te conviertes en una guerrera – dijo con una mueca en los labios que podría categorizarse de sonrisa – Y en toda una mujer – esta vez ya no sonreía. La miraba con curiosidad, estudiando sus rasgos, sus facciones, el nuevo carácter de la muchacha.
Rin se sorprendió. El universo se detuvo en ese instante y el viento dejó de soplar. Ya no oía los pájaros, ni las hojas balancearse, ni el cric-cric de los grillos. Sólo estaban él y ella. ¿Toda una mujer? ¿Habían sido esas las palabras del hombre que tenía frente a frente? Nunca antes le había oído decir al demonio albino algo así, ni sonreírle ligeramente, como lo estaba haciendo ahora. ¿Qué había cambiado desde las otras veces a esta? Estaba claro que el joven ya no la consideraba ninguna niña. La cuestión era ¿por qué? ¿Sería eso fruto de su reciente madurez? ¿Realmente se estaba convirtiendo en una mujer?
Levantó la vista y la clavó en el demonio, decidida a entender la verdad. Sus ojos ya no eran los de una niña risueña e infantil. Ahora miraba a su demonio de una forma distinta, con un amor distinto, casi con... pasión, y esa chispa en la mirada de ella también la notó Sesshomaru, que no quiso apartar la vista, pues cada vez tenía más curiosidad por aquella pequeña humana que lo observaba impasible.
- ¡Anda, Rin! ¡Hola! – saludó de pronto Jaken, que llevaba las riendas de A-Un en la mano – ¿Cómo estás?
La conexión visual entre los dos se rompió en el acto y ambos miraron al pequeño demonio verde.
- Muy bien – sonrió la chica – ¿Y tú? ¿Alguna anécdota nueva?
Jaken llegó a su altura y soltó las riendas del caballo demonio, dejando que éste se tumbara junto a los árboles.
- En realidad, no – dijo el demonio verde – Estamos buscando una piedra, pero...
- ¡¡Jaken!! – intervino bruscamente Sesshomaru – ¡Llévate a A-Un a beber!
- Pero, señor...
- ¡¡Ahora!! – su tono era severo, más que de costumbre.
- Sí, sí, lo siento – refunfuñó el demonito – Voy enseguida – y se marchó.
Rin, que al principio no entendió nada, se fijó en la extraña reacción de su señor cuando Jaken había respondido a la pregunta.
- ¿Una piedra? – quiso saber, rescatando el detalle que se le había escapado al pequeño siervo.
- No es nada – respondió esquivo Sesshomaru, regresando a su mal humor y olvidando todo contacto visual que hubieran tenido – Tan sólo es algo que busco.
- Mmm...
Rin torció el rostro, sin estar muy convencida. Había algo que el señor Sesshomaru le estaba ocultando, y eso no iba a dejarlo escapar.
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He dejado capi doble porque tenía algo de tiempo libre. Hasta el finde <3
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Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]
FanfictionDespués de acabar con Naraku, Inuyasha y su grupo viven pacíficamente en la aldea de la anciana Kaede, combatiendo demonios menores y viviendo aventuras. Sin embargo, para Rin las cosas son muy diferentes: ahora que es una joven adolescente y vive c...