Rin se encontraba en casa de Kagome. Sango y ella le habían colocado el vestido de boda mientras Kaede iba a buscar una antigua diadema suya con flores para ponerle en el pelo.
Rin se volvió y contempló su reflejo por última vez en ese espejo grande que le habían traído. Estaba radiante. De pies a cabeza, era toda una mujer, una hermosa mujer a punto de casarse. Ya no llevaría más los pies descalzos, pues le habían regalado unas babuchas plateadas que contrastaban con el vestido. Éste era en realidad un kimono blanco de seda con bordados de estrellas color plata: el kimono que Sesshomaru le había traído el día en que se dio cuenta de que no era tan fuerte como ella había creído, el día en que la atacó el demonio-oso.
«¡Qué ironía!», pensó entristecida. «Voy a casarme con el vestido que él mismo me regaló».
Kaede le colocó la diadema con el velo y le tapó el rostro.
- Vamos, querida. Es la hora.
Los invitados estaban dispuestos a modo que quedara un amplio pasillo entre ellos para que las dos parejas pudieran pasar. Ya se había hecho de noche, de manera que la luz venía directamente de la luna y de las antorchas que se habían colocado a ambos lados del altar.
Las flores sobre las mesas brillaban como si tuvieran cien ojos tintineantes antes las llamaradas del fuego. Los grillos chistaban en la distancia, desafiando al silencio. Lo único que interrumpía su melodía era el murmullo de los invitados, que hablaban sin cesar mientras esperaban la aparición de la primera novia. Y allí estaba Shippo, elegantemente vestido a un lado del altar con un kimono negro y con el pelo anaranjado cubriéndole parte de un ojo. Ese bucle rebelde... Sus ojos buscaban los de su querida y pequeña rubia, tan nerviosa como él. El corazón le temblaba, como si fuera a salírsele por la boca en lugar de permanecer guardado en la musculosa caja de su tórax.
Se oyeron unas palmadas. Kaede estaba en el centro del escenario ricamente ornamentado que habían improvisado para la ocasión. Al ser la sacerdotisa de la aldea, tenía plenos poderes para oficiar la ceremonia y unir en santo matrimonio a los aldeanos que residían en su aldea. Entonces se oyó el resonar de unas campanas y todo el público se volvió hacia la puerta de la casa más cercana, situada justo a unos seis o siete metros de distancia del escenario. La cortina se retiró. La joven rubia de dieciséis años llevaba un precioso kimono blanco con flores doradas que se ajustaba perfectamente a su figura, dejando entrever dos bonitas sandalias tan doradas como el vestido. Y las uñas... las uñas brillaban como si llevara el mismo cielo en sus dedos.
Su padre le tendió el brazo y la música empezó a sonar mientras ambos caminaban por un camino de flores blancas hacia donde les esperaba el apuesto novio, temblando de los nervios. Yuki caminó con elegancia, sin que ningún tropiezo entorpeciera sus movimientos.
Shippo cogió su velo con suavidad y le destapó el rostro, dejando así al descubierto al maravilloso ángel del que se había enamorado. Se dieron la mano y se volvieron hacia la anciana sacerdotisa.
- Hermanos, hermanas. Estamos aquí reunidos para unir en santo matrimonio a esta joven pareja de enamorados. El voto del matrimonio es algo sagrado y una vez que dos almas se unen, ya nada puede separarlas. Así pues, sin más dilación, pronunciad los votos después de mí – miró a Shippo – Shippo, el demonio-zorro, ¿deseas unirte en santo matrimonio a esta joven para amarla y respetarla en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe?
Shippo la miró a los ojos, con ojos serios y decididos.
- Sí, quiero – dijo con determinación.
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Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]
FanfictionDespués de acabar con Naraku, Inuyasha y su grupo viven pacíficamente en la aldea de la anciana Kaede, combatiendo demonios menores y viviendo aventuras. Sin embargo, para Rin las cosas son muy diferentes: ahora que es una joven adolescente y vive c...