Capítulo 49: Lucha por lo que quieres (2/2)

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Megumi miró a Kohaku con enojo y se cruzó de brazos.

- ¿De qué te ríes? – espetó ella, molesta.

- Tienes agallas – la alagó él – Y mucho genio.

La chica también se cruzó de brazos.

- ¿Y qué tienes que decir respecto a lo que te he dicho? ¿No te avergüenzas de lo que has hecho?

El joven no contestó. Se limitó a mirar la oscuridad que los rodeaba y pensó en las palabras de la chica, en Rin, su adorada Rin. Encantadora pero salvaje. Hermosa pero enjaulada, y ahora quería correr libre por el bosque y vivir su propia vida, y eso implicaba que estaría lejos de él.

Volvió a mirar a la chica que tenía delante, pero ahora más serio.

- Te llamas Megumi, ¿verdad?

La chica asintió.

- Pues bien, Megumi, no deberías meterte en lo que no entiendes – y se dispuso a saltar a la primera rama que vio. Pero Megumi le agarró de la manga.

- ¡No te atrevas a seguir a Rin!

- ¿Tanto te importa? El destino ya está escrito. Lo que tenga que pasar, pasará. Intervengas tú o no intervengas.

- ¡Eso no es cierto! – Megumi seguía sin soltarlo – Nada está escrito en esta vida. Podemos cambiar nuestro destino. Es posible luchar por lo que uno quiere, y conseguirlo.

- En ese caso, si me sueltas, podré ir a luchar por lo que yo quiero.

Intentó seguir, pero ahora Megumi se abrazó fuertemente a todo su brazo.

- No dejaré que te vayas – le espetó – Puestos a hacer realidad lo que uno quiere, yo no quiero que la encuentres.

Kohaku suspiró y soltó el brazo que ya tenía enganchado al árbol.

- Esto no puede seguir así, Megumi. Me estás cansando.

- Mejor – sonrió – Era lo que quería – y le sacó la lengua.

* * *

Varios metros más allá de donde dormían Jaken y A-Un, se encontraba el señor Sesshomaru. Había dejado su parte de arriba del escudo y sus espadas junto a la orilla del río, perfectamente a mano por si aparecía algún peligro, y se había sumergido tan sólo con los pantalones en el agua cristalina. Su torso estaba desnudo y el agua purificaba la herida del costado, de la que le brotaba humo ponzoñoso. Tenía los brazos extendidos, a ambos lados de la orilla, y estaba apoyado así, intentando relajarse y curarse lo más pronto posible.

Quería irse de allí, de ese lugar, de ese bosque, de esa aldea de mala muerte que nunca le había gustado. La única razón por la que había vuelto, una y otra vez, era para ver a Rin crecer, para que ella supiera que no la había abandonado, que aunque tuviera sus propios asuntos que atender, siempre pensaba en ella. Siempre.

Así había sido desde que la dejó. Iba a visitarla a menudo, normalmente con algún regalo, pues se le hacía extraño venir a ver a alguien de vacío. Prefería llevar alguna cosa, como si fuera un encargo, en lugar de que se hiciera obvio que venía a visitar a una humana.

Sí, una humana. ¡Quién lo hubiera dicho! Su propia madre se lo dijo una vez: «Parece que has heredado el mismo cariño por los humanos que tu padre. Jamás lo entenderé». No era exactamente cierto que Sesshomaru apreciara a los humanos. De hecho, casi no podía soportar a ninguno, pero ese casi era Rin, la niña que conoció con siete años y le trajo comida humana cuando él estaba herido. La niña que no se asustó de él, que lo visitó cada día. Nunca nadie había hecho nada así por él, ni siquiera su propio hermanastro. Esa pequeña humana, desde siempre, le había parecido algo sobrenatural, fascinante.

Y lo que en un principio había sido como un juego – cuidar a un humano para ver qué ocurría, cómo eran – se había convertido en algo mucho más importante, más fuerte, más intenso. Había aprendido a quererla como a una hermana pequeña, como a una hija. La quería a su manera fría y silenciosa, pero la quería.

Desde un principio había sabido que esa relación no duraría para siempre. Él era un demonio, pero Rin... ella era mortal. Los demonios no viven eternamente, por supuesto, pero pueden llegar a vivir varios miles de años. Por su parte, el joven y apuesto Sesshomaru, que ya tenía más de cien, aparentaba el aspecto de un joven de veintiún años. Y todavía tardaría una década más en aparentar los veintidós. Sin embargo, Rin, en esos mismos años en los que él apenas envejecía, ella había llegado a la edad de dieciocho, y con eso, se había convertido en toda una mujer.

Sesshomaru nunca pensó que la vería de esa forma. Para él siempre había sido la pequeña Rin, la humana que lo acompañaba. Pero ahora no tenía nada de pequeña. Era hermosa, todavía más de lo que había sido en su niñez, y había madurado, conservando una pizca de su carácter curioso y hablador, pero mezclado con la sensatez y el valor que había descubierto que poseía.

Cuando la miraba, la veía ahora distinta y una extraña sensación le invadía el estómago y el pecho. No había acertado en averiguar lo que era y tampoco sabía cómo evitarlo. Pero al verla allí, en medio de toda esa multitud, con su precioso kimono blanco y su velo transparente. Al verla allí, con su ramo rojo de novia y sus ojos caramelo mirando las estrellas, a punto de casarse con... Kohaku... ¡No! No pudo evitar enfurecerse. O tal vez entristecerse. Aún no tenía claro cómo se había sentido en ese instante. Sólo sabía que, cuando los vio juntos, fue como si algo se rompiera dentro de él, y en ese instante se dio cuenta de que la idea de llevarla a la aldea para que se integrara con otros humanos realmente había funcionado.

Su armadura y sus espadas estaban detrás de él, en la tierra, y Sesshomaru se encontraba sumergido hasta medio torso. La luz hacía brillar su piel pálida y sus cabellos albinos. Las gotas de su torso caían lentamente hasta volverse a meter en el agua. De un costado salía agua violácea y algunas burbujas humeantes del mismo color: estaba herido.

De repente, una suave brisa le meció los cabellos a la chica y recorrió el río. Sesshomaru aspiró el aire y la reconoció de inmediato.

- Rin – dijo sin volverse. Estaba sorprendido. No se esperaba que ella fuera a por él.

Rin se sobresaltó. El demonio estaba de espaldas y aún así la había reconocido. Se acercó a él con pasos vacilantes y se arrodilló junto a la orilla, pero todavía sin acercarse demasiado.

- Quería verte – dijo ella en un susurro – Lo necesitaba.

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El próximo capítulo se llama: "¿No lo entiendes? ¡Te quiero!", y estará lleno de confesiones y revelaciones. Lo subiré o el miércoles por la noche o el jueves por la mañana. Kisses XXX 

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora