Esa misma tarde, Rin y Kohaku se reunieron en un claro del bosque. El chico llevaba ya varios minutos esperando cuando apareció la chica de entre los árboles. Él sonrió. Realmente estaba a solas con ella.
- Llegas tarde – le dijo a modo de saludo.
- Estaba ayudando a Kaede; ha nacido otro niño – dijo con su tierna sonrisa. En sus ojos aún podía verse el brillo de ternura que Rin había sentido al ver a la criatura en brazos de su madre.
Kohaku tembló ligeramente al observar su dulce mirada perdida en el recuerdo del bebé y sintió que su lugar estaba ahí, junto a ella. De repente, se sintió abrumado. ¿Sentiría ella lo mismo por él?
- Bueno, ¿empezamos? – continuó sin embargo, sin mostrar ni un atisbo de sentimentalismo. Sus pensamientos serían tiernos, pero su voz, siempre altiva y soberbia.
Al oír las palabras del joven, Rin salió de su ensoñación.
- Por supuesto. Cuando quieras.
Kohaku asintió y la señaló con la mano.
- Lo primero es... - se paró de repente. Acababa de fijarse en la ropa de Rin. Llevaba su habitual kimono naranja y verde a cuadros y el pelo liso le caía abundante y suelto sobre los hombros.
- ¿Qué sucede? – dijo la chica, notando que el joven se la había quedado mirando.
- No llevas la ropa adecuada – dijo él tajante – Así no puedes aprender nada.
Kohaku se cruzó de brazos, pensativo. ¿Cómo iba a enseñarle a pelear si llevaba un kimono? Era absurdo. Cerró los ojos y se tomó un instante para reflexionar. ¿Dónde podría conseguirle ropa de combate?
- Kohaku – llamó la morena a su amigo.
El chico abrió los ojos para mirarla y vio cómo ésta se deshacía el lazo que ajustaba el kimono a su cintura. Las mejillas de Kohaku enrojecieron de repente. ¿Por qué se lo desabrochaba? ¿Acaso iba a desnudarse?
- Rin, yo... - empezó a decir, muy nervioso. Pero antes de que acabara, el kimono de la joven había caído al suelo y dejaba al descubierto un bonito traje de exterminadora - ¡Guau! – exclamó él - ¿De dónde lo has sacado?
- Me lo he ido confeccionando yo poco a poco. En realidad, iba a ser para cuando me adentro en el bosque, pero con unos arreglos, ha quedado como los vuestros.
Kohaku no podía apartar los ojos de Rin. Llevaba una camisa negra ceñida y unos pantalones ajustados que enmarcaban perfectamente sus curvas. Llevaba un lazo blanco en la cintura para sujetarse bien el traje y en lugar de sandalias, unas botas negras altas que le permitían moverse con total libertad. Se preguntaba dónde las habría conseguido.
- Las botas son un regalo – le dijo a Kohaku adivinando sus pensamientos.
- ¿De quién? – preguntó él, con curiosidad. ¿Quién podría haberle hecho un regalo tan bueno y valioso? Y además, elegante.
Ella se sonrojó ligeramente y bajó la mirada.
- Del señor Sesshomaru – dijo simplemente.
Kohaku se sintió extrañamente molesto, pero no supo bien por qué. Sabía que Sesshomaru había cuidado de Rin durante muchos años, y que era como un hermano mayor para ella o, al menos, siempre lo había parecido. Pero ahora que se paraba a pensar, la diferencia de edad ya no era tan grande como lo había sido antaño. Sesshomaru seguía teniendo la apariencia de un humano de veintidós años, puesto que los demonios envejecen con mayor lentitud, y ahora Rin tenía ya diecisiete años. Sintió una punzada en el estómago y se volvió molesto hacia ella.
- ¡Empecemos!
- Em... sí.
Lo primero que hicieron fue correr varias veces alrededor del claro y estirar los músculos. Nada que Rin no supiera hacer ya.
- ¿Por qué hacemos esto? ¿No deberías enseñarme cómo usar una espada y esas cosas?
Kohaku se rió por lo bajo.
- Rin – dijo mirándola con benevolencia. Era una chica tan inocente... – No puedes sostener una espada hasta que no adquieras más fuerza. Te harías daño si lo intentaras ahora.
- No es cierto – se cruzó de brazos y bufó enfadada – Podría hacerlo sin problemas –aseguró.
Kohaku soltó una sonora carcajada e ignoró su comentario.
- Por el momento, te enseñaré a ser rápida, a caminar con ligereza, a ser silenciosa y a volar por los árboles, ¿te parece bien?
Rin olvidó el enfado y esbozó una sonrisa alegre. Ese era el tipo de cosas que quería aprender: a ser un pájaro, a ser un guerrero. Y llegaría el día en el que volara con Sesshomaru, el día en que estarían juntos para siempre. Para siempre.
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Chicos, siento el día de retraso. Hoy he tenido un examen y he estado toda la semana estudiando. Nos vemos el domingo/lunes y espero que os haya gustado el capítulo. Besos <3
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Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]
FanfictionDespués de acabar con Naraku, Inuyasha y su grupo viven pacíficamente en la aldea de la anciana Kaede, combatiendo demonios menores y viviendo aventuras. Sin embargo, para Rin las cosas son muy diferentes: ahora que es una joven adolescente y vive c...