Capítulo 38: Mi fuerza sale de tu amor (1/2)

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Rin y Yuki seguían fundidas en su abrazo. Ahora ambas estaban felices, pues habían aclarado sus sentimientos. Yuki sabía que Shippo no amaba a Rin, y ella tampoco a él, así pues, su destino no estaba escrito, podrían tener una oportunidad.

Por otra parte, Rin por fin había comprendido lo que su corazón llevaba tanto tiempo diciéndole. Era como si se hubiera abierto una puerta y la luz hubiera bañado la estancia, permitiéndole conocer al fin todos los sentimientos que se habían estado mezclando en su ser. Ahora lo sabía, sabía que Shippo era como su hermano, un amor fraternal, tan intenso que podía hasta doler, hasta quemar la piel, pero sólo era eso, amor fraternal.

Sin embargo, el amor que sentía hacia Sesshomaru no se parecía en nada a lo que sentía por su amigo el demonio zorro. Era un sentimiento poderoso que crecía desde la boca de su estómago y le atravesaba el cuerpo, era como si su sangre fuera un río de lava que la derretía cada vez que tenía al joven albino cerca, una explosión de mariposas que giraban en bandada dentro de sus entrañas, haciéndole sentir vértigo cada vez que el joven la miraba, y más intenso era cuando este la tocaba.

Lo que antes había sido respeto, agradecimiento, admiración... ahora era amor puro, pasional, incontrolable, un amor que supera barreras y devora mundos, un amor que la llevaba a dejar de ser una niña para convertirse en una mujer guerrera, en una leona salvaje, fuerte, valiente, poderosa y, sobretodo, enamorada, enamorada de un hombre al que no le quedaba más remedio que confesarle lo que sentía. ¡Sí, tenía que decírselo! ¡Debía declararle su amor! De no ser así, todo lo que sentía por Sesshomaru le iba a estallar en las venas. Tenía que verlo ¡Necesitaba verlo! Y entonces le confesaría lo que hacía tantos años llevaba sintiendo por él y, pasara lo que pasase, lo sentiría siempre.

«Ahora y siempre», se dijo mentalmente Rin. «Le amo.¡Estoy segura!».

De repente, las chicas vieron una figura apoyada en el marco de la puerta que daba acceso a la sala. Ambas se volvieron sobresaltadas.

- ¡¿Shippo?! – dijeron las dos a coro – ¿Cuándo has llegado?

El chico dio unos pasos hacia ellas.

- ¿Qué has oído? – continuó Rin, entrecerrando los ojos – Lo has oído, ¿verdad?

El demonio zorro asintió.

- Todo. Desde lo de que Yuki sabía lo del beso hasta... bueno, hasta lo que has dicho sobre lo que tú y yo sentimos.

Las dos muchachas miraron al suelo, nerviosas. Yuki estaba avergonzada porque el chico la hubiera visto en brazos Rin, llorando por él, y Rin, aunque no se sentía incómoda porque Shippo las hubiera visto así, sí que estaba algo asustada por cómo pudiera ahora reaccionar su amigo. Tal vez se había precipitado al afirmar que ninguno de los dos amaba al otro. Ella tenía claro que, por su parte, no había amor y había dado por supuesto que por la de Shippo tampoco, pero... ¿se habría equivocado?

Ninguna lo miraba, esperando su reacción, pero entonces el chico se acercó a Yuki y le dio un fuerte abrazo. La chica estaba totalmente desprevenida y se quedó de piedra, sin saber qué hacer. No podía creerse que Shippo la estuviera abrazando, a ella, la joven Yuki, la hija pequeña del pescador.

- Siento que vieras eso – le confesó el chico en un susurro – No quería hacerte daño. A ninguna de las dos – dijo mirando a Rin, aunque sin deshacer el abrazo que tenía con la joven Yuki.

Rin le colocó una mano en el hombro a su amigo en señal de afecto y lo miró comprensiva.

- Yo también lo siento – se disculpó.

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora