Capítulo 61: En la boca del lobo (1/1)

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Rin pasó una pierna sobre A-Un, quedándose sentada de lado sobre él, y luego bajó al suelo de un salto.

- ¿Estáis seguros de que esta es la cueva? – susurró en voz baja – De camino aquí hemos visto unas cuantas.

A-Un relinchó ligeramente y clavó las pezuñas en el suelo con fuerza.

- ¡Vale, vale, está bien! – dijo Rin, acariciándole el lomo para que se calmara – Esta es la cueva – consintió.

Rin dio un par de pasos cautelosos para acercarse a la entrada. Aunque fuera plena tarde, la cueva se encontraba sumida en una inquietante oscuridad.

- Sesshomaru, ¿estás ahí? – dijo ella en voz baja, temerosa de lo que pudiera encontrarse – ¿Señor Sesshomaru?

Pero nadie contestó. Sólo el eco de su propia voz le fue devuelto como respuesta. La joven dio un par de pasos más y penetró definitivamente en el umbral de la cueva.

- ¿Sesshomaru?

Nadie contestó

- ¿Hay alguien?

Sólo silencio.

A-Un la seguía de cerca y se posicionó justo detrás, atento a cualquier signo de peligro para defenderla. Sin embargo, empezó a jadear de repente y se derrumbó en el suelo con un gran estrépito. Rin se volvió en el acto.

- A-Un, ¿estás bien? – lo miró horrorizada – ¿Qué te pasa?

El caballo volador se encontraba tumbado en el suelo. Respiraba con dificultad y jadeaba.

- ¡Oh, Dios mío! ¡No sé qué hacer!

Miró al pobre animal, impotente, observando cómo relinchaba y resoplaba dolorido. La chica se agachó junto a él y tiró de sus riendas para ponerlo en pie de nuevo.

- Vamos, pequeño, vamos a alejarte de la cueva.

* * *

Shippo, Kagome e Inuyasha corrían a toda velocidad por el bosque que subía a la Montaña Fuji.

- ¿Creéis que llegaremos a tiempo de detenerla? – preguntó Kagome, visiblemente preocupada – Pensad que nos lleva quince minutos de ventaja. Y ella iba volando.

- Ya habrá entrado – aseguró Shippo – La conozco. Si cree que la vida de Sesshomaru peligra, lo va a dar todo por él, incluso su vida.

Una sombra apareció de repente e Inuyasha se chocó contra ella de forma brusca. Ambos cayeron al suelo.

- ¡Maldita sea! – dijo el semi-demonio levantándose – ¿Quién puñetas...? ¿Sesshomaru?

El demonio de la luna lo miró con hostilidad y se levantó elegantemente del suelo.

- ¡No me estorbes, híbrido! Tengo prisa.

- ¿Cómo que híbrido? ¿Me estás insultando?

- Sesshomaru – Kagome posó una mano en el brazo de su marido para que se calmara mientras se dirigía al demonio – Un anciano nos ha dicho que han visto a una muchacha joven y a un caballo volador llegando al monte.

- Lo sé – respondió Sesshomaru secamente – Los he olido. No perdamos tiempo.

Y siguieron corriendo desesperadamente hacia la cima. Lo que ellos no sabían es que ya nadie podría ayudarla.

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora