El joven bajó del cadáver de un ágil salto y se posó ligero en el suelo, frente a los aldeanos.
- ¡Viva! ¡¡Hurra!! – vitoreaban unos y otros, mientras ayudaban a los heridos, y las mujeres y niños salían de sus escondites.
El joven ignoró los vítores, que acogió simplemente con una sonrisa alegre, y se acercó a Rin, que continuaba tendida en el suelo debido al golpe que el demonio le había dado.
- ¿Te encuentras bien, Rin? – preguntó el chico con una sonrisa pícara bailando en sus labios.
- Gr...gracias, Kohaku – farfulló la joven, sorprendida de que él aún recordara su nombre – Me has salvado la vida.
- Siempre es un placer – y le besó la mano.
De repente, fueron interrumpidos por una oleada de mujeres, tanto jóvenes como adultas, que se acercaron corriendo al lugar con gran alboroto.
- ¡¡Kohaku!! ¡¡Qué alegría verte de nuevo!!
- ¿Cómo estás? ¿Te quedarás mucho tiempo? Espero que sí.
- ¿Cómo te va el entrenamiento?
- ¿Ya tienes esposa?
- ¡Kohaku, ven a mi casa hoy a comer! Nos has salvado a todos.
- No, vendrá a mi casa.
- Ni hablar, se viene conmigo...
Rin decidió alejarse de ese huracán de actividad y se apresuró a ver cómo estaba Kaede. Por fortuna, no le había pasado nada. Gracias a la valiente intervención de Rin, ella se había salvado. Sin embargo, Rin acababa de darse cuenta de algo: por muy valiente que hubiera sido, si Kohaku no hubiera llegado en ese instante, la rata gigante la habría devorado, de la misma manera que si Sesshomaru no la hubiera salvado al caer del árbol, ella estaría ya muerta.
Suspiró sonoramente, decepcionada de sí misma. Quizás Sesshomaru tenía razón, ella nunca podría acompañarle, porque era débil e inútil.
Se llevó las manos al corazón y se apretó el pecho. Podía sentir cómo le latía el corazón y cada golpe era el recordatorio de su tristeza.
- Nunca podré defenderme – pensó con amargura – Mi destino es estar alejada de ti, Sesshomaru.
Esa misma tarde, Rin subió a la pendiente rocosa que tanto le gustaba, donde veía a menudo morir el día y observaba la aldea desde lo alto. Estuvo mirando cómo arreglaban las casas caídas entre todos los hombres. Un poco más allá, Kohaku hacía algunos ejercicios de fuerza y entrenaba sus habilidades de combate con algunos de los jóvenes. Algunas chicas se entretenían en observarlo y comentar su impresionante atractivo, como cada vez que se pasaba por la aldea. Sí, Kohaku era el muchacho del que una vez hablaron Shippo y ella. Era el hermano menor de Sango. Tenía veinte años y era todo un hombre, un joven guapísimo, aunque quizás un tanto presuntuoso. En realidad era bastante humilde, pues el pasado que habían vivido él y su hermana Sango era muy complicado – véase la serie anime – pero el tiempo lo había convertido en un exterminador de demonios de éxito y, aunque no presumía de su fama, podía notarse que la agradecía y la disfrutaba, pero desde el silencio. Tal vez fuera ese su único signo de humildad.
En ese instante, Kohaku levantó la vista hacia el saliente rocoso y divisó a Rin en lo alto. El joven esbozó una sonrisa torcida y la joven desvió su mirada en el acto. Se había sonrojado.
_________________________________________
Hola a todos/as. Siento haber subido capi con un día de retraso. Como os comenté, ayer me fue imposible. En compensación, hoy subo capítulo doble. Espero que os guste :)
ESTÁS LEYENDO
Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]
FanfictionDespués de acabar con Naraku, Inuyasha y su grupo viven pacíficamente en la aldea de la anciana Kaede, combatiendo demonios menores y viviendo aventuras. Sin embargo, para Rin las cosas son muy diferentes: ahora que es una joven adolescente y vive c...