Habían pasado tres días desde que Shippo, Rin y Yuki arreglaron sus asuntos y pusieron en orden sus sentimientos. Y tanto Megumi como los dos enamorados se habían esforzado en averiguar dónde estaba el señor Sesshomaru, pero ninguno había tenido éxito. Todos deseaban que la joven Rin tuviera un final feliz, tanto como el de Shippo y Yuki, y que, a pesar de todo el dolor y todos los problemas que habían tenido que superar, Sesshomaru y Rin pudieran estar juntos para siempre. Pero las cartas del destino parecían apuntar a otro lugar, y el reloj del tiempo se negaba a frenar y a darle unos días más a la joven para conseguir que su vida no fuera tan odiosa el resto de su vida. Pero el tiempo, como es obvio, no se detuvo y, sin que nadie pudiera evitarlo, llegó el día en que Rin cumplía dieciocho años.
- Buenos días – saludó una amable voz por encima de su cabeza. Rin abrió los ojos – ¡Feliz cumpleaños!
Rin se enderezó sobresaltada y miró a la anciana con los ojos abiertos como platos.
- ¿Es hoy?
Kaede la miró, desconcertada.
- Claro. ¿Cuándo, sino? – y le tendió un cuenco con gachas y unos palillos de madera – Vamos, desayuna, que hoy te espera un gran día.
* * *
Kagome estaba arreglándole el pelo a la joven Rin. Con agua caliente y algunos tubos de madera le había ido rizando el cabello hasta conseguir unos hermosos bucles negros que le caían en cascada melena abajo. Sango le había lavado bien la cara y la había maquillado ligeramente, enrojeciéndole los labios como si fueran un rubí escarlata y le había decorado los ojos sombreándolos de azul. Rin contempló su rostro en un espejo y se dio cuenta de lo hermosa que en realidad había sido siempre. Más hermosa de lo que hubiera podido llegar a imaginar. Ahora entendía por qué lo jóvenes se volvían para verla al pasar, por qué le guiñaban el ojo, por qué la mitad se hubieran casado con ella de haber podido.
- Aquí tienes tu vestido – anunció Kaede tendiéndole un bonito kimono rosa fresa con dibujos de hojas verdes.
Rin volvió a mirarse en el espejo. Sí, era hermosa, pero nada de eso tenía importancia. Ella no era vanidosa, ni engreída. No deseaba ser deseada. No quería que los hombres se pelearan por ella. Simplemente quería a un hombre. El único hombre que le hacía sentir algo verdadero, el único que había despertado sentimientos tan intensos en ella que ya apenas podía respirar si no estaba él cerca. Pero todo eso iba a terminar esa noche. En cuanto se casara con Kohaku, la poca libertad que aún conservaba se habría acabado para siempre.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Kaede, sin sospechar nada – ¿No estás contenta? Mira lo guapa que estás.
- Es lo menos que podíamos hacer – dijo Sango, abrazándola – Al fin y al cabo, hoy es tu cumpleaños – le sonrió.
Rin también sonrió ligeramente, pero estaba claro que no era feliz. Había intentado explicárselo a su familia tantas veces que ya ni siquiera recordaba cuántas. Y, la hubieran o no la hubieran entendido, no pensaban siquiera cambiar de pretendiente. Todos estaban convencidos de que casarla con Kohaku era la decisión correcta y que, con el tiempo, ella aprendería a amarlo más que a nadie. Pero se equivocaban. Todos se equivocaban. Por más tiempo que pasara, por más años que viviera junto a Kohaku, jamás podría amarlo. Ni a él, ni a nadie.
* * *
Jaken y Sesshomaru se encontraban frente a una pequeña gruta del volcán Fuji. Aquel era el lugar del que les había hablado el Sabio Shanti. La cueva donde, según la leyenda, se encontraba La esfera prohibida.
- ¿Está seguro que es esta, señor? – preguntó el pequeño demonio, agotado de tanto caminar – Es la séptima cueva que visitamos. Tal vez el viejo nos mintió.
Sesshomaru no despegó los ojos de la gruta.
- No lo hizo – aseguró – Deberías aprender a entender cómo reaccionan los humanos ante el dolor.
Jaken se quedó callado, sin saber qué decir.
- Bueno, entonces, entremos – y echó a andar.
- ¡Jaken!
- ¿Sí, amo?
- ¡No te muevas! – ordenó y desenvainó una de sus espadas.
- ¿Qué piensa hacer, señor? ¿Hay algún peligro?
Sesshomaru ignoró a su pequeño acompañante y se acercó a paso lento hacia la cueva. Se paró justo ante el inicio de la gruta y escudriñó el arco de entrada. Aparentemente no había nada extraño.
Jaken se acercó corriendo hasta su amo.
- ¡Buff! Espero que hayamos acertado esta vez – y dio un paso al frente para entrar, pero entonces, la entrada brilló y una fuerza repelió al demonio verde, lanzándolo varios metros hacia atrás.
- Te dije que no te movieras – respondió su amo con pasividad – Me lo temía – dijo mientras seguía contemplando las piedras de la entrada – Hay dos opciones, o bien la fuerza sale del interior o hay un sello anti-demonios en alguna parte de la entrada.
Jaken se levantó, jadeante, y regresó con su señor.
- Buscaré el sello – y se puso manos a la obra.
Entretanto, el demonio de la luna levantó la espada ante su rostro y descargó un estoque ante el campo de fuerza. El hechizo repelió la espada, que salió volando por los aires, sin embargo, no pudo mover a Sesshomaru ni un centímetro.
- ¿Se encuentra bien, amo?
- Ve a por la espada. Esto será más difícil de lo que creía.
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Y este es el capi doble. Como iba diciendo, el domingo subiré el próximo. Espero que os guste :) ¡Buen finde!
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Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]
FanfictionDespués de acabar con Naraku, Inuyasha y su grupo viven pacíficamente en la aldea de la anciana Kaede, combatiendo demonios menores y viviendo aventuras. Sin embargo, para Rin las cosas son muy diferentes: ahora que es una joven adolescente y vive c...