Capítulo 42: Por ti, lo que sea (1/2)

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Sesshomaru llevaba largo rato caminando en el interior de la cueva sin encontrar el camino correcto. Se había encontrado con espíritus rata que colgaban de las estalactitas del techo y los había fulminado con solo agitar la mano. Una especie de centauro habitaba el laberinto, mitad hombre mitad bestia, que lo había atacado osadamente para derribarlo, pero el demonio de la luna no se dejó sorprender. El espacio era reducido y no podía permitirse destruir la cueva con su espada, así que se llevó varias cornadas del animal, que le atravesaron el brazo y el vientre, pero no tardó en matarlo, al igual que había hecho con los espíritus murciélago.

Siguió caminado, sin mirar atrás, sin preocuparse por estar pisando territorio sagrado. Cualquier demonio que se hubiera acercado al lugar se habría, por lo menos, mareado o desmayado, como le había pasado a Jaken, pues tan sólo los demonios verdaderamente poderosos podían resistir la fuerza del campo de energía y de la tierra sagrada sin morir en el intento, y Sesshomaru era uno de esos, aunque su fuerza se debilitaba sobremanera y fuera más vulnerables. Tan sólo los humanos y los espíritus de los demonios podían entrar sin notar la fuerza del campo.

Otro espíritu salió de entre las sombras y otro y otro más. Un grupo de mujeres armadas con arcos apareció frente él y le apuntaron decididas.

- ¿Quién eres? – preguntó una, dando un paso al frente.

El demonio agitó la mano, dejando que salieran látigos verdes de sus dedos, y derribó a dos de ellas, que desaparecieron en el acto. Las de la primera fila le dispararon, pero el demonio fue más rápido y desvió las flechas con su látigo verdoso.

Las mujeres cargaron nuevamente los arcos y dispararon de nuevo, pero esta vez las de la segunda fila también se les unieron. Las primeras flechas se hicieron pedazos, pero las últimas, estando él tan débil, consiguieron alcanzarle en el brazo y en el torso. Sesshomaru tuvo que apoyarse de espaldas en la pared.

- He preguntado quién eres – repitió la mujer que le había hablado al principio. Llevaba una armadura de cobre, distinta al de todas las demás. Sin duda era quien las dirigía.

- Me llamo Sesshomaru, y he venido a llevarme la esfera.

La mujer rio.

- Los demonios no pueden entrar aquí. Tu presencia no está permitida – y le lanzaron otra lluvia de flechas.

El demonio se levantó para esquivarlas y corrió por la pared y por el techo, hasta colocarse detrás de ellas. Sacó el látigo y les cortó a todas la cabeza. Tan sólo quedó en pie la mujer que había hablado por dos veces.

- ¡Márchate de aquí o jamás saldrás con vida! – y le disparó al corazón.

Sesshomaru encajó la flecha en un costado y le cortó luego la cabeza con fiereza.

- A mí nadie me da órdenes – dijo cuando ella ya había desaparecido

* * *

Los aldeanos llevaban más de cuatro horas en la fiesta, hablando y divirtiéndose, cuando llamaron a Yuki y Shippo para prepararlos para la boda.

- Si necesitas cualquier cosa, avísame – le dijo amablemente a Rin la madre de Yuki – Pero creo que a ti sólo te falta cambiarte de vestido, ¿no es cierto?

Rin asintió.

- Bueno, si me necesitaras de todas formas, ya sabes dónde estoy – y le dirigió una amable sonrisa.

«Es tan dulce como su hija», pensó Rin cuando se hubo marchado.

Caminó hacia una mesa y decidió sentarse. La había saludado todo el mundo, había estrechado más de cincuenta manos y estaba realmente agotada de oír una y otra vez: "Felicidades y enhorabuena por tu noviazgo" No podía soportarlo. Cada felicitación, cada deseo de felicidad le partía el corazón y le recordaba lo cerca que había estado de confesarle todo su amor al demonio de la luna.

Pero ya nada tenía sentido. ¿Qué podía hacer? ¿Rebelarse? Le había dado muchas vueltas al asunto, y había estado tentada varias veces de escaparse de casa y no volver, de ir a buscarlo y suplicarle que se la llevara con él, que no volviera a dejarla en la aldea, que no volviera a abandonarla.

Pero no se había atrevido. El primer motivo era que no quería hacerle daño a nadie. Ni a Kaede, ni a Kagome, Inuyasha, Sango, Miroku, Megumi, Yuki o Shippo. No quería herirles, ni tampoco abandonarlos como si no significaran nada para ella. Significaban y mucho; eran su familia. Y por otra parte, estaba segura de que, si lo hacía, aparte de estropear la boda y todo el esfuerzo que habían puesto en ella, Sesshomaru le diría lo mismo que la última vez que le pidió que se la llevara con él: No puedes venir porque... yo no quiero que vengas.

Jamás olvidaría esas palabras. Jamás olvidaría cómo la única persona en el mundo que la había hecho feliz de verdad le había partido el corazón en mil pedazos. Pero no podía culparle, no podía hacerlo. No, porque Jaken le había explicado por qué la había rechazado esa vez. Lo había hecho para salvarla de los peligros a los que él se exponía constantemente, para que ella pudiera tener una vida feliz en una aldea humana, con gente como ella. Así que, nunca podría enfadarse por aquello, no con él.

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La hora de la boda está cada vez más cerca. En unas horas, Kohaku habrá llegado y, en cuanto caiga la noche... ¿Se casará Rin con él o se rebelará ante su destino? ¿Impedirá Sesshomaru la boda o no llegará a tiempo? ¿Por qué le importa tanto esa esfera a Sesshomaru hasta el punto de no ir a visitar a Rin? Y lo más importante... ¿se habrá olvidado Sesshomaru de que es el dieciocho cumpleaños de Rin?

Nos vemos el domingo <3 

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora