Habían pasado tres semanas desde que Rin había empezado a entrenar con el joven Kohaku. Ella y el apuesto chico se veían unas horas cada tarde y día a día, Rin iba aprendiendo más y más cosas sobre la defensa personal y la lucha. Puede que Kohaku aún no le hubiera dejado coger un arma, pero ahora ella era rápida, ágil y ligera como una pluma, silenciosa como un depredador acechando a su presa, como un animal salvaje que caza sin que pueda ser cazado, y eso le encantaba. Empezaba a sentirse útil en la lucha.
Sin embargo, esas horas le servían a Kohaku sobre todo para acercarse a la joven y conocerla mejor en un plano personal, cosa que le encantaba y le hacía enamorarse de ella cada vez con mayor intensidad.
- Rin – llamó el chico de entre las ramas de un arbusto – Mira allí arriba. ¿Lo ves?
- Lo veo – respondió la joven, entornando los ojos para ver mejor en la lejanía
Rin y Kohaku estaban escondidos tras unos arbustos. Era plena noche y el viento soplaba frío a través de los árboles, pero Rin no tenía miedo, porque estaba con Kohaku, y tampoco tenía frío. Después de esas semanas de entrenamiento, su sistema inmunológico se había vuelto más resistente.
Kohaku se acercó a su oído y susurró despacio.
- Pues atrápalo.
La morena trepó cautelosamente por el árbol con facilidad, como si fuera un gato salvaje que trepara con sus uñas. Se posó en la primera rama y fue tan ligera que ésta ni siquiera tembló. Sus movimientos eran elegantes y cautelosos y estaba la noche tan oscura que apenas podría verla alguien. Cuando llegó a la rama más alta, apartó con cuidado las hojas del árbol y contempló su objetivo: un pajarito, una preciosa lechuza joven y blanca. Sus ojos amarillentos brillaban y miraban en todas direcciones buscando a algún ratón o conejo que comer. Tenía una vista muy aguda, y un buen oído también. Pero Rin era mejor que el animal. Se acercó tanto como pudo sin levantar sospechas y, cuando lo tuvo suficientemente cerca, se abalanzó sobre él y lo agarró por las alas.
- ¡¡Gggrrr!!
El pájaro chillaba y piaba, pero ella, lejos de soltarlo, lo apretó con fuerza a su pecho y descendió de un ágil salto.
- Buen trabajo – la felicitó Kohaku – Excelente captura.
Rin sonrió satisfecha. Le había costado mucho ser capaz de hacer eso, pero al fin, lo había conseguido.
- Venga, regresemos a la aldea. Estarás cansada.
Ella asintió con vehemencia. Pero antes, miró al magnífico animal y le acarició las plumas blanquecinas con ternura. La lechuza se tranquilizó. Los ojos de Rin y los de la lechuza se encontraron, y entonces, abrió las manos para liberar a la criatura.
- Vuela, pequeña – dijo mientras el pájaro se alejaba aleteando con fuerza hacia el cielo nocturno, volando hacia su libertad.
Libertad... - ¡Qué deliciosa palabra! – pensó Rin. Ella, que estaba atrapada en una aldea a la que realmente no pertenecía, y privada de la compañía del único ser que despertaba algo realmente profundo y auténtico en ella, no podía más que admirar esa palabra y soñar con ella, sin saber lo que significaba realmente. ¡Quién podía!
- ¿No vienes?
- Sí, perdona – dijo la joven abandonando sus pensamientos – Vámonos.
Y Kohaku la tomó de la muñeca y tiró de ella, estableciendo así el inicio de un contacto físico que pretendía le llevara a conquistar su corazón, a enamorarla, a casarse con ella.
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Hasta el jueves, chicos <3. Espero que os haya gustado el capítulo.
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Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]
FanfictionDespués de acabar con Naraku, Inuyasha y su grupo viven pacíficamente en la aldea de la anciana Kaede, combatiendo demonios menores y viviendo aventuras. Sin embargo, para Rin las cosas son muy diferentes: ahora que es una joven adolescente y vive c...