Capítulo 57: El poder de la luna (1/1)

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Sesshomaru llevaba un día entero merodeando por el monte Fuji. Por desgracia para él, Inuyasha, Kagome y Shippo también estaban allí. Los cuatro, por separado, buscaban a la joven Rin para asegurarse de que estuviera a salvo y llevarla de regreso a la aldea.

Sesshomaru se había sentado en lo alto de unas rocas, semioculto por unos frondosos árboles de copas verdes. Desde esa posición podía ver perfectamente la entrada de la cueva en donde sabía que se encontraba custodiada la esfera.

Por una parte, se moría de ganas por entrar y acabar con su misión de una vez por todas, pero no podía. No, porque Rin podía llegar en cualquier momento y él tenía que impedirlo. ¿Cómo habían podido llegar a esa situación? Rin siempre había sido una niña un poco rebelde y desde siempre supo que su espíritu no podía ser atado; era libre. Pero al margen de eso, era una chica obediente que hacía caso de lo que se le decía.

«¿Cuándo cambió eso?», se preguntaba el demonio en silencio. «¿En qué momento creció y se convirtió en la mujer que es ahora?».

El demonio se tocó los labios suavemente y cerró los ojos un instante. Recordó el momento en que Rin se había sincerado con él, en que le había dicho que lo había amado desde siempre, que quería estar a su lado.

No pudo creerse que realmente su pequeña amiga le hubiera dicho eso. Había sido tan pequeña hasta hacía tan sólo unos años, pero ya nunca más lo sería. Recordó sus labios, sus mejillas, sus caricias, su cuerpo... Recordó cómo sus cálidas manos le recorrían la espalda y lo apretaban hacia ella. Y también pensó en sus propias manos, acariciando su cuello, su cintura, sus muslos... cosas que él nunca había experimentado antes. Pero estaba seguro de que no hubiera sido lo mismo con otra humana, ni con ninguna otra mujer.

«Con otra no», se dijo. «Ninguna me atrae, excepto ella...».

Se preguntó cuánto tiempo llevaba deseándola sin saberlo.

«Cuando era pequeña no, desde luego. Ni se me hubiera ocurrido».

Entonces ¿cuándo había empezado a sentir algo por Rin? ¿Cuándo empezó a mirarla de forma diferente y a sentir que él mismo era luego diferente? No lo sabía. No tenía ni idea de cómo esa joven había conseguido colarse entre su máscara de frialdad y su verdadero rostro para llegarle directo al corazón. Y tampoco entendía cómo había sido capaz de desarmarlo de esa manera. Él, el que no se deja mandar por nadie, el que no escucha a nadie, el que conserva la calma incluso en las peores situaciones, había sucumbido ante ella.

No se refería a que hubiera perdido los papeles. No lo había hecho. En realidad, hacía literalmente siglos que no había perdido su calma y serenidad en ningún momento. Podía enfadarse, podía gritar, pero no era nada comparado con un verdadero enfado. No. Sesshomaru no se refería a perder los estribos, se refería a que Rin había conseguido, involuntariamente, despertar al animal demoníaco que llevaba dentro. ¿Cómo era eso posible? Nunca le había pasado algo así.

Hay demonios que no son capaces de controlar su verdadera forma y se convierten en bestias salvajes de un instante a otro, pero Sesshomaru era una leyenda entre los suyos. Era todo un poderoso al que no se le escapaba una y, desde luego, su parte demoníaca quedaba totalmente bajo su control.

Pero cuando Rin le había devuelto el beso, cuando sus finas manos se habían posado en su cabello albino y los había acariciado, cuando él la empujó contra el árbol y ella, en lugar de quejarse, se dejó llevar y lo abrazó con fuerza, como si pidiera más... En ese momento sí que perdió la autoridad sobre sí mismo, y hubiera deseado dejarse llevar del todo y permitirle a su demonio interior que saliera. Pero entonces pensó en ella, y supo que no podía permitirse ese lujo sin que Rin saliera herida.

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora