Abatimiento

1.3K 212 51
                                    

Ian me deja en mi casa, como mis padres no están por el fin de semana, me acomodo en el sillón después de darme una ducha para dormir una siesta, ya que la noche anterior no dormí una mierda. Ian está en su estudio, algo que le tenía que dejar a Thiago antes de venir a casa a dormir.

Es cuando el atardecer se empieza a poner detrás del horizonte de mi ventana que me despierto con un golpe en la entrada. Me levanto del sillón en mis shorts y mi remera cómoda esperando a Ian del otro lado de la puerta, es por eso que la abro sin preguntar quién es. Cuando me encuentro a Ray parado con un ojo negro, amago a cerrarla con fuerzas, pero él me detiene en el momento clave con su pie contra el umbral.

—¿Qué haces acá?

—Quería verte.

—Ya me viste.

Pateo su pie con fuerzas, pero no se mueve ni un milímetro, su brazo empieza a colarse por la pequeña abertura y sin que lo pueda evitar termina entrando en mi casa, haciéndome retroceder con una mano en el hombro.

—Te estuve esperando todo el puto fin de semana. ¿Dónde estabas?

—Andate, Ray.

—Hablemos...

Pide él y su aliento apesta tanto a alcohol que me dan ganas de vomitar. Él está borracho, rabiando de enojo y no lo veo desde la noche que me dejó en el hospital. No son buenas noticias. No son buenas para nada.

—No hay nada de lo que tengamos que hablar.

Ray se inclina sobre mí y tengo que retroceder para que no me sofoque con su aliento.

—No hagas esto, Berni.

—Me dejaste en el hospital, Ray ¿Qué más querés?

Él se ríe ladrando una sonrisa y agarrando un mechón de mi pelo para enroscarlo sobre su dedo como generalmente hago.

—¿Otra vez me dejaste por el otro? ¿Te llevó de nuevo de compras? ¿Te compró otra vez?

—Ya Ray, estás borracho...

Lo empujó del pelo, pero él ahora sujeta el mechón con el puño cerrado para tirar de él e intentar darme un beso.

—Berni... despertate.

Evito su beso doblando la cadera. Él se encarga de apretar su cuerpo contra el mío sujetándome de la cintura y sin soltar mi pelo.

—Ya lo hice. Tenés que dejarme, Ray. ¡Soltame, mierda!

Forcejeo con él tratando de no ser brusca y convertir esto en otra pelea física, cuando ya sé cómo puede llegar a terminar, me escurro por sus brazos con indiferencia y cuando no estoy más entre sus brazos, él avanza hacia mí tropezando. Empiezo a caminar hacia la cocina para darme el espacio que necesito maldiciendo.

—Te vas, Ray.

Digo firme a la distancia, señalando la puerta.

—Berni, Berni... ¿Por qué te resistís a nosotros?

Pregunta inclinándose hacia adelante, señalándose el pecho y con más luz noto que tiene manchado los pantalones color caqui, seguramente algún trago que se tiró encima el idiota.

—Ray, ya está, ya fue.

Él intenta volver a agarrarme, pero doy una vuelta cual bailarina de salsa y me corro de su rango.

—Te gusta hacerte la difícil.

Susurra mordiéndose el labio inferior.

—Oh, satanás dame fuerzas.

CínicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora