Tranquilidad II

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Cuando ya creo que estoy por perder la conciencia, me siento en el espacio libre del sillón donde en la otra punta Teo y Katia dan todo un tutorial de besar con lengua. Tengo mucha tolerancia al alcohol, pero llega un punto donde mi cerebro decide apagarse y ya no puedo hacer nada en contra de eso.

Ian tira de mi mano torpemente y me obliga a levantarme.

—No mueras todavía.

—Quiero morir.

Digo de mal humor apoyando mi frente en su hombro.

—¡Andy!

Ian levanta la voz y Andrés se gira descalzo intentando levantarse los pantalones que no dejan de caerse porque Rocío le sacó el cinto mientras jugaban un juego de cartas.

—¿Qué?

—Dame las llaves del cuarto, quiero usarlo.

Andy me mira y vuelve a mirar a Ian con una sonrisa y moviendo el dedo en el aire. Pasa por un colchón y se tropieza con unas sábanas, casi cayendo al suelo cuando se empieza a reír.

—Vamos, dale.

Dice Ian y arrastra cada consonante.

—¿Vamos a salir?

—No hay forma de arrastrar a todos en el estado en el que están.

Andy se inclina sobre Sabrina quien hace un gesto y aunque todo me parece sospechoso no intento sacar conclusiones porque estoy ebria y quiero dormir.

Andy pisa a Jimena que esta dormida hace tiempo y yo intento revolearle una lata a Andrés en la cabeza para que tenga más cuidado pero fallo desastrosamente y la lata cae sobre la cabeza de Jimena, ella me mira pidiendo explicaciones y le saco la lengua sosteniéndome de Ian aunque terminó sentada en el piso riéndome sola.

—¡No te quedes dormida!

Le grito.

Un objeto metálico atraviesa la habitación e Ian ataja la llave en el aire. Empiezo a dudar que él esté tan ebrio como yo, yo no hubiera podido atajar esa pasada ni siquiera sobria.

—Vamos a dormir, dale.

Ian toma mi mano y tira de ella como si yo fuera una caprichosa en el suelo.

—Estoy cansada, Ian.

—Por eso vamos a dormir.

—Quiero dormir acá.

Intento acostarme, pero él vuelve a tirar de mi mano intentando pararme. Como ve que no hay resultado, tira de mí por ambos brazos y una vez que alcanza mi cintura me alza sobre su cadera, la cual rodeo con mis piernas hasta que en el "estudio" Ian me deja sobre una cama.

—Pensé que no había cama acá.

—No te preocupes por eso.— Ian cierra la puerta y gira la llave, cuando vuelve hacia mí con la mirada, retrocede. —¿Querés que deje sin llave?

—No, está bien.

Me recuesto sobre la cama y miro a mi alrededor, la habitación está llena de ropa de mujer por todos lados, hay un escritorio chiquito con maquillaje y una silla abarrotada en pañuelos oscuros.

—¿Andy es transformista?

Pregunto. Ian se sienta en la punta de la cama simple y sonríe, me empieza a quitar los zapatos peleándose con la pequeña cinta que me toma los tobillos. Es un par de los que me compró él tiempo atrás, en nuestras pequeñas vacaciones. Lo nota, pero no dice nada al respecto, solo deja mis zapatos con paciencia al lado de la cama y se lleva la planta de mi pie desnudo a la nariz, para respirar profundamente.

CínicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora