Incompatibilidad

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Las clases siguen interminables, aprovecho a usarlas como recreo mientras Cora se sienta adelante para prestar atención, no sé cómo hace, está todos los días metida en los libros y saca las mismas notas que yo. Uno pensaría que de tanto estudiar ya debería haber terminado el colegio. Jimena, en cambio, vive reprobando y le importa poco hacerlo, se sienta conmigo en el fondo y me parlotea mientras recorro webs con mi celular, en tiempo de exámenes se pega a mí como un parásito y me pide que le enseñe todo lo que se perdió del año con las notas que nos da Cora.

Me siento más que irritada esta mañana, las pesadillas no mejoran con el tiempo, no dejo de levantarme a la mitad de la noche y llegó a creer que fue un error todo lo de Ian. Me gané malos sueños que no sirven nada más que para joderme la vida, hasta Ray me tuvo que despertar la última noche que me quede en su casa porque no dejaba de moverme entre sueños. Para tranquilizarme me ofreció dormir entre sus brazos, pero como siempre, terminó echándome de su cama y terminé durmiendo en el sillón que por más de que es muy moderno, no es para nada cómodo.

—Estaba pensando en comprarme un pintauñas nuevo, salió en la revista que te preste el otro día, es como metalizado pero no.

—Ah.

Asiento con la cabeza y sigo revisando varias cosas en mi celular.

—Pensé que también podría aprovechar y comprarme la cartera que tanto me gusta.

Dice con ojos soñadores.

—¿Comprar un esmalte y de paso una cartera? ¿No tendría que ser al revés?

—Sí, como sea. Si me llevas en tu auto podemos comprarle un regalo a Cora por su cumpleaños.

—¿Cuándo cumple años?

Pregunto abriendo el calendario de mi celular.

—Este finde.

—¿Va a festejarlo con Esteban o con Andy?

Las dos la miramos y sonreímos.

—No sé, espero que con Andy, Esteban me cae bien y todo, pero es medio menso. Andy me cae mejor... Igual, ¿no te preocupa que pase tanto tiempo con Cora?

Jimena se acomoda los rulos y se recuesta sobre el banco mascando el chicle con la boca abierta, miro a los primeros bancos donde Cora escribe con vehemencia y le examino las trenzas de chica religiosa que se hace siempre, esta vez las lleva más sueltas y no usa invisibles para dejarse la cabeza como gorro de natación.

—¿Por qué?

—No sé... Ella tiene novio y él... nosotras sabemos cómo es él, ella todavía no.

—Esteban se puede joder por no darle puta bola a su novia, es decir, lo están cagando y no se da cuenta, le pasa por no estar atento... Y en cuanto a Andy, ¿qué podemos decirle? El chico parece el demonio en persona, si eso no la ha ahuyentado, no hay nada que podamos decirle para que se aleje de él.

—Seguro en poco tiempo se cansa de ella y la vamos a tener que consolar.

Se me hace un nudo en el estómago. Es verdad, es obvio que Andy se va a aburrir de Cora tarde o temprano. Tiene a su otra chica con cara de rata. Lo más probable es que salga corriendo al día siguiente de tener sexo con ella por primera vez, eso significa que mis días con Hüter están contados. No voy a tener otra excusa para acercarme a él, ni para hablarle de nada. No es como si hubiera ganado mucho terreno en ese ámbito, cada vez que cruzamos palabras le termino ladrando, pero no puedo evitarlo, es todo el mundo de sensaciones que me dejan a la defensiva y la distancia que tiene con el resto de la existencia que no me deja acercarme ni medio centímetro.

CínicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora