Confusión

1.1K 156 36
                                    

Mi mamá toca la puerta por tercera vez y me decido a sacarme los auriculares y contestar.

—¿Bernarda, podés... bajar? Uno de tus chicos locos no se quiere ir de la puerta.

—¿Ray?

Pregunto confundida ya pensando en cómo lo voy a confrontar nuevamente si es que viene a hacerme uno de sus planteos de loco esquizofrénico.

—No, uno nuevo.

Empiezo a buscar en mi cabeza quién puede estar buscándome en mi casa un domingo a la noche y tacho de a poco, si no es Ray con su furia, no puede ser Matteo después de la paliza que le pegó Ian. Con Gabriel no me hablé más. Solo me queda una persona.

Bajando las escaleras a lo lejos escucho una risa de mi papá. Sé que no puede ser por la televisión porque cuando se ríe frente a la pantalla es solo larga risitas agrias por la nariz. Llego al último escalón vestida en pijama de shorts amarillos, top celeste, pantuflas con cara de gatos negros y el pelo en un rodete desarmado, y me encuentro con lo que menos me esperaba. Un chico alto, rubio, con campera de cuero y jeans rotos en todas partes que se da vuelta para clavarme sus ojos grises.

—Ian...

Mi papá sigue riéndose de algo que Ian no parece compartir, es más, creo que Ian no entiende por qué mi papá está riéndose. Mi mamá me mira sorprendida y se dirige a la cocina tratando de cuadrar en su cabeza cómo es que este chico desconocido logra algo en mi viejo que nadie más.

—Bueno, llegó la damisela.

Dice mi papá y se vuelve a desplomar en el sillón, cambiando canales.

—¿Qué hacés acá?

Pregunto cruzándome de brazos y rascándome una pierna con una de mis pantuflas de gato negro.

—Te vine a buscar.

—¿Para qué?

Ian se ve tan desubicado en mi casa que me siento incómoda en mi propia piel. Él está a punto de responder cuando mi papá nos interrumpe con su vozarrón.

—¡Babú! ¡Traé unas cervezas! ¿Ves fórmula?— Pregunta a Ian refiriéndose a las estúpidas carreras de Fórmula 1. Un piloto alemán está compitiendo y es obvio que no se lo va a perder. —Willst du auch Bier?— Me pregunta y miro a Ian confundida ¿Qué mierda hablaron? Empiezo a creer que las sospechas de Ray sobre mi papá y el nazismo son ciertas, nunca antes invitó a uno de mis chicos a ver la televisión con él, menos a tomar una cerveza.

Ian sin responder, se acerca al sillón para tomar asiento y respondo.

—Sí, voy a tomar también.

Mi mamá aparece con tres cervezas que deja en la mesa ratona de mala gana y amenaza con el dedo a mi papá.

—Est tard, ne faites pas de bruit.— Mi papá la ignora y repite, esta vez evitando usar el francés. —Es tarde, no hagas ruido.

—¿Qué hacés acá?

Le pregunto por lo bajo a Ian mientras él se encarga de abrir las cervezas.

—Tenemos tiempo de tomar la cerveza e ir.

Quiero quejarme, levantarme y patearle su estúpida cara hasta que entienda que tiene que aprender que por más de que él no tenga emociones no significa que yo no, y tenerlo en frente a mi familia es algo que me pone por demás incómoda. No sé cómo comportarme, nunca antes estuve en esta situación antes.

Solo agarro la cerveza y me quedo viendo el televisor, mientras que sorpresivamente mi papá le empieza a dar charla, hablando de los pilotos y los autos. Ian no hace mucho caso, asiente callado y mira atentamente la pantalla, lo que hace parecer que entiende algo de lo que está pasando cuando él claramente me dijo que hasta Chris sabía más de autos que él, e Ian odia manejar hasta su propio auto.

CínicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora