Capítulo 33: Deja que se vaya.

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Su corazón latía a mil por hora y había olvidado cómo respirar. Ni siquiera podía articular palabra alguna después de observar aquella cruel escena.

Aquellas personas que en un punto de su vida llegó a considerar amigos, lo habían traicionado... no, lo habían apuñalado por la espalda.

Todo ánimo, todo valentía y coraje con el que había salido de su hogar simplemente se esfumó en el aire siendo reemplazado por un profundo dolor y pesar. Sabía que no sería fácil, que no sería placentero... pero jamás imaginó hasta dónde podía llegar la maldad en todos ellos, en especial en él.

Tragó saliva y se abstuvo de dar un paso al frente. Si se movía un sólo centímetro ________ lo pagaría muy caro, los dos chicos frente a él no se tentarían en corazón.

—Dejen que se vaya —rogó con un hilo de voz.

Verla atada... amordazada en el suelo, sangrando, con el rostro irreconocible... con la ropa rasgada, lo que le hacía pensar lo peor...

—Dejen que se vaya —repitió en una dolorosa súplica.

—¿Por qué debería hacerlo? —ahí estaba él. A quien estaba esperando.

Alto. Pulcro. Sencillo. Con una apariencia nada atemorizante, pero realmente letal y brutal cuando se le desobedecía.

—¿Qué es lo que quieres?

Dio un par de pasos, sólo estaba posponiendo su respuesta para atormentarle aun más, si eso era posible.

—Te lo di todo. Te salvé.

Tobias dio un paso atrás con una expresión confusa grabada en su rostro. ¿Acaso había enloquecido?

—Te salvé aquella noche en que te convertirse en lo que estabas destinado a ser.

—¿Me salvaste? —cuestionó con amargura en su voz—. ¡Me convertiste en un monstruo!

—Ya lo eras cuando te conocí, sólo era cuestión de tiempo para que tu verdadera naturaleza floreciera.

Aquella respuesta le había herido en lo profundo de su ser. Era un monstruo... sólo jugaba a ser una persona normal, a ser un esposo devoto y un padre amoroso; pero detrás de esa máscara había una horrible realidad.

—Te di un hogar. Un propósito. Una vida. Te salvé de pasar tu vida entera en tras barrotes.

—No me diste un hogar. No me diste un propósito. No me diste una vida, me la quitaste cada vez que me ordenabas hacer el trabajo sucio. ¡Me evitaste ir a prisión para ponerme en tu propia maldita cárcel!

—Eras mucho más agradable cuando no hablabas, cuando no cuestionabas y cuando no podías hablar por ti mismo.

El corazón de Tobias latía con fuerza, a ese punto no le sorprenderá caer al piso por un paro cardíaco.

—Te has quejado de que te despojé de tu autonomía, así que ahora te dejaré decidir.

Su respiración se hizo pesada y las lágrimas contenidas le nublaban la visión.

—La libertad de tu esposa y mi palabra de que nos mantendremos alejados de tu hija a cambio de tu completa lealtad y obediencia. O te dejo ir y ella se quedará aquí a suplir tu puesto, y puede que un día tu niña no llegue a casa de la escuela. ¿Qué decides?

¿Le estaba dando la oportunidad de elegir? ¡Já! Era sólo una broma de muy mal gusto la que le estaban jugando.

—Sabes cuál es la respuesta...

Broken [Ticci Toby Y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora