Capítulo 52

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Narra Kimberly

¿Cómo podía existir cosas tan perfectas en la vida? Con sólo mirarlo babeaba con emoción.

Voltee con rapidez apunto de soltar una maldicion al sentir alguna sustancia fría sobre mi cuello.

- ¡Nicolas! - Exclamé con molestar.

- Come ya, morirás por los ojos si continúas viendo el plato de comida así. - Señalo riéndose. Colocó la botella de agua que antes me paso por el cuello sobre la mesa y volvió a reír como si hubiese echo un chiste.

Lo fulmine con la mirada pero volví a concentrarme en los espaguetis con albóndigas que esperaban por ser devorados. No espere más y lleve mi primer bocado a lo boca. Deliciosos, simplemente exquisitos echo para mi paladar. - Esto sí que es vida. - Hablé con emoción.

Comí cada bocado cómo si fuera el ultimo día de mi vida probando comida. Simplemente era delicioso al punto de volverme una dementé y formar una conversación con la comida.

Al terminar mi plato miré hacia delante capturando la fija mirada de Nicolas en mí. - ¿Tengo algo en la cara? - Pregunté curiosa. Debo admitir qué sentí vergüenza al instante, había comido como una completa demente y el oji azul incluso había dejado comida en su plato.

Lentamente pase la palma de mi mano izquierda por mis labios. ¿Y si tenía rastros de los espaguetis en mi boca? ¡No que vergüenza por favor! Bajé mi mirada un poco incómoda al no tener respuesta de su parte.

- Eres hermosa. - Dijo casi inaudible pero lo suficientemente para qué lo escuchara.

El comedor se encontraba en completo silencio al punto de llegar a escuchar nuestras respiraciones y los latidos del corazón. ¿O sólo era yo? En realidad me encontraba perpleja por sus palabras.

Sin quererlo lo mire, sus ojos no dejaban de observarme cómo tampoco los míos planeaban dejar de verlo.

No sé por cuanto tiempo estuvimos de esa forma. Mucho menos recuerdo el momento en qué Nicolas se levantó de su silla y paró a mi lado, arrodillado frente a mí.

- Quiero que sepas está noche lo mucho que significas para mí. Por muy alocado que suene quiero que sepas cómo este imbesil muere por ti. - El oji azul en el suelo me observa como si fuera la única cosa importante en ese momento. Su sinceridad se nota a kilómetros y esa razón logró que mi corazón le diera una oportunidad, aunque por el momento sólo fuera quererlo escuchar.

Asentí lentamente y preste toda mi atención a él.

- Cuándo llegaste a esta casa me parecías una chica simple, común y sin nada interesante. - Esquivó mi mirada y soltó una sonrisa irónica. - Aún así, no sé como o cuándo llamaste mi atención, para hacerte mía una o dos semanas.

Admito qué me sentí una mierda al escucharlo. Para el yo sólo era un polvo semanal. Entonces a sus ojos me veía como una presa fácil de casar o qué ni siquiera tenía que esforzarse para casarme ya qué me encontraba en el plato, lista para comer.

- No me da orgullo hablar de eso, me siento una bestia cuándo recuerdo que tenía ese único motivo para acercarme a ti. Pero las cosas cambiaron, me acerqué a ti y te conocí lo suficientemente para quererte ayudar y proteger todo el tiempo.

¿Entonces sólo se acercó a mi porque le daba lástima? Nicolás me ayudó en muchas ocaciones por lo que estoy completamente agradecida. ¿Pero qué hiciera tanto por lastima? Eso era aún más traumante que encontrar a tú novio de años follando con otro hombre. ¿En serio esa era la razón?

¿Me enamoré de un narco? FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora