ONCE

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Sentí algo húmedo en la zona de mi omóplato que hizo que despertara del profundo sueño en el que había estado envuelta. Quise ignorar aquella sensación mojada sobre mí, pero era inevitable, la piel erizada, los escalofríos, provocaban que me colocara más despierta en el tiempo más rápido posible.

Escuché el susurro de mi nombre de una manera suave y ronca, peculiar del chico que estaba a mi lado. Sus besos pasaron de mi omóplato a subir tiernamente por el cabello, hasta que inconscientemente salió un gemido de mí. -¿Te he despertado?

El tono burlón que empleó mi acompañante hizo que girara a mirarlo, colocando mi espalda sobre la cama. Taehyung estaba recostado en solo un brazo con una sonrisa gigante, mirándome. —¿Tú qué crees?

Respondí. Eso hizo que su sonrisa incrementara más mientras se acercaba a mí. Quizá el acercamiento hacía que viera su sonrisa más enorme o realmente estaba sonriendo ampliamente. Sentí la textura de la piel de su nariz tocar la mía, suavemente. Aquel gesto hizo que cerrara los ojos, recordando el sueño que aún tenía. Necesitaba dormir más y Taehyung provocaba que mi cuerpo se entumeciera. Él era como una especie de nana para bebés.

—Creo que sí.—susurró. Taehyung ni siquiera tenía aliento matutino, a diferencia de mi persona. Taehyung era solo Taehyung. —Ese era mi propósito.

Quise decirle que no debió hacerlo, pero solo dejé que sus labios se presionaran por sí solos sobre los míos, generando un lindo y tierno beso matutino. Un beso que absorbía toda la pereza de mi cuerpo como si fuera una dosis de energía. Taehyung empezó a reírse, de repente, en medio del beso, luego se separó para observarme. Le miré, esperando. —Llegó el día.

Me mordí el labio al caer en cuenta del día y también sonreí. Taehyung estaba igual de ansioso que yo, se notaba mucho. Me levanté unos minutos más tarde, debía ir a la oficina pronto. Taehyung también debía marcharse ya sino llegaría tarde. Apenas desayunamos -algo que consistía solo en una tostada y café cargado-  cuando salimos corriendo hacia el auto de cada uno. Me despedí de él en el estacionamiento con un beso corto antes de subirme al auto y manejar hasta la oficina.

Ese día, esperaba salir unos minutos antes para arreglar algo el departamento, ya que no había tenido el tiempo suficiente esa mañana tras la tortuosa sesión de magreo que habíamos tenido. Nuestros cuerpos nos pedían cercanía a gritos.

Manejé con rapidez a pesar que el límite de velocidad era superado por unas cuantas cifras, para mi suerte no hubo ningún policía para detenerme. Me alivié al entrar al estacionamiento a solo cinco minutos de la entrada normal. No tomó mucho llegar hasta el piso dónde se encontraba la oficina de los japoneses. Pensé que sería la primera en llegar, pero Changgu ya se encontraba ahí.

—Buen día, Kim. Me enteré que la reunión fue un éxito. ¡En buena hora!

Asentí, agradeciéndole su felicitación. Me dirigí hacia mi puesto de trabajo y abrí el cajón de mi escritorio. Saqué un folder grueso en los que estaba los nuevos proyectos con el dinero obtenido, el cual sería transferido antes de mediodía. —¿Ha llegado Jeon?

Le pregunté a Changgu mirándolo de reojo. El joven de anteojos acarició el puente de su nariz mientras decía un no. Asentí mientras abría el folder. El primer proyecto tenía que ver con el sector público, así que de  eso se encargaría Minho. Debía derivarselo a él, sin embargo aún no. La comitiva ya lo había aprobado, así que solo teníamos que elaborarlos.

Encendía el ordenador cuando Jeon entró. Podía jurar que el olor de su colonia llegó hasta mis fosas nasales en tan solo un segundo. ¿Qué afán tienen los hombres de bañarse en perfume? ¿A caso no sabían que algo en exceso siempre resulta siendo malo? Tras la pelea de anoche, Jeon me miró sin expresión. Vale, quizá no debí gritarle tal como lo hice, pero me había provocado.

Soulmate + Kth » Book 3  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora